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Pez: Idea del rock
En un maratónico show de casi tres horas, Pez festejó sus veinte años con un recorrido por todas sus formaciones, el domingo en Niceto Club.
El Konex les quedó chico. Y la sensación es de satisfacción cuando una banda que remó en la alternatividad puede, con veinte años de carrera, celebrar algo de popularidad. No es que a ellos les importe, pero que en sus dos shows no quede ni un ticket por vender le hace justicia al talento de Pez; pocas veces hemos visto un Niceto tan desbordado.
Pasadas las nueve (no tan puntuales como prometían desde su sitio en Facebook) comenzó el recorrido con los hermanos Barbieri en el escenario, “Rompe el alba” y “Lo que se ve no es lo real” para gritar bien fuerte “Soy pez” en el estribillo. El inicio fue justamente con los dos primeros tracks del álbum debut, “Cabeza”. “Hace cuarenta años que nos conocemos nosotros tres y ya hace treinta años tocábamos juntos”; así presentaba Ariel Minimal a la primera alineación antes de arremeter con la frenética “Rompo tu piel de asno”.
Pez tuvo su propio show de banda eterna reviviendo todas sus formaciones. El camino continuó en forma cronológica con la incorporación de Iris Auteri en bajo y ya Franco Salvador no se movería de la batería. “Fuerza” y “Lo que cuenta” pisaron fuerte en esta parte. “De 10 músicos que pasaron por la banda, los más roqueros, lejos, aquí, la señorita y el saxofonista” (refiriéndose a la aparición de Pablo Puntoriero). Y en este tramo los liderados por Minimal jugaron a sonar como si Invisible hubiera incorporado un saxo (“Rindiéndole cuentas a quien”).
Con la misma influencia spinetteana y los teclados de Juan Salese primero y Ernesto Romeo después, se dio el set más progresivo de la noche con algunos cuelgues envueltos de psicodelia que hicieron bajar los decibeles sin perder la belleza que predominó en un show perfecto. Fósforo García ya se quedaría con las cuatro cuerdas en “Vientodestino en vidamar”, “El cantor”, “Sus alas ya no vuelan, ya no puede volar”, esta última con la incorporación de Pepo Limeres. La sucesión parecía detener el tiempo y el espacio. ¿Cuántos temas iban? Perdimos la cuenta y nos dejamos llevar por el trance.
Son veinte años de reinvención constante. Un aniversario que no sólo lo festeja la banda y su público; son veinte años para celebrar que en el rock de acá hay otro camino posible. La música prefabricada por fórmulas simples y banales lamentablemente seguirá llenando estadios, pero mientras bandas como Pez, entre el under y el culto, puedan celebrar dos décadas de vida, una parte del rock podrá seguir respirando aire nuevo. Una filosofía que encuentra en los FestiPez (la cita es el próximo 8 de febrero) la mejor puesta en práctica con la promoción de bandas (ya no tan) emergentes (en estos dos shows, Fútbol y Sur Oculto pudieron hacer sus presentaciones como soporte).
Hard rock, punk, heavy metal, stoner, rock progresivo, Pez es toda esta conjunción estilística y aún más. Con la capacidad camaleónica de mutar de un disco a otro pero manteniendo una esencia sostenida por pura tracción a sangre, superamos las dos horas de show y los treinta temas. “Tenemos una lista, pero me aburrí ya”, admite Minimal mientras consulta al público qué canciones quieren escuchar, y así suenan “Despierto a un tiempo de luz” y “El hombre al que nada perturba”. El setlist, que terminará alcanzando alrededor de 35 canciones, ahora intercala estos pedidos con lo más reciente de su discografía (la potencia de “Os garcas”, el trip de “La madre de todas las artes”).
El final es con “Los verdaderos sonidos de la libertad”. “De todo lo que hice, de nada me arrepiento” canta Ariel desplegando un mantra de redención que se ajusta a estos veinte años al frente de su banda. Pero antes llega “Introducción declaración adivinanza” como un dogma de principios ratificando que Pez va a “morir de viejo”. “No tengo nada que ver con tu idea del rock” es una frase del mismo tema que los posiciona en ese otro camino alternativo que describíamos. Un camino y una banda que luego de dos décadas y dos noches inolvidables parece contagiar esa idea.
*Fotos por Andre Gaetano e Iván Stoikoff
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