RESEÑAS
Personal Fest – Episodio 1

El año que marcó el salto protagónico de los celulares como objetos fetiches de los festivales de rock (imprescindibles a la hora de no perder contacto con amigos y conocidos), también significó el retorno de figuras internacionales que hasta hace poco parecían exclusivas de la patológica convertibilidad.
En las instalaciones del Club Ciudad (y a las corridas entre los más de seis escenarios dispuestos), casi veinte mil personas pudieron disfrutar (con más de una concesión a los serios problemas de sonido) de artistas consagrados y en su plenitud como PJ HARVEY o los PRIMAL SCREAM, bandas nuevas como MARS VOLTA, y representantes locales como MIRANDA!.
Mención especial para los legendarios PET SHOP BOYS, que con la ayuda de dos enormes columnas de luces multicolores convirtieron al Club Ciudad en un gran predio ochentoso.
Desde el primer escenario alternativo, la dupla inglesa concretó una seguidilla de hits (“New York City Boys”, ”Allways on my mind” “Se A Vida É”, y más) que emocionó a corazones adolescentes y treintañeros, y demostró por qué de todos los géneros basados en pistas electrónicas, el tecno pop suele ser el más alegre.
Pop de lápiz labial
Bastante antes que los PET SHOP BOYS (y en el escenario principal), los MIRANDA! ofrecieron varias dosis de pop tanto a sus seguidores como a los que se habían acercado temprano hasta el festival.
A pesar de los problemas de sonido, arrancaron con “Yo te diré” -su último corte- para luego repasar los ya convertidos en clásicos temas de su primera producción, “Es mentira”. Así pasaron “Bailarina”, “Tu juego” y “Romix”, en un final bien arriba.
Con la actitud de siempre, ALE SERGI y sus laderos entretuvieron al público con su pop de lápiz labial. ¡Bien por ellos!
Viajando con MARS VOLTA Mucho peinado afro en el público que esperaba a THE MARS VOLTA, una gran banda proveniente de la separación de otra excelente banda, AT THE DRIVE IN, ocurrida hace más de tres de años. Bajo una ovación, salieron a escena veinte minutos pasadas las nueve y, pese a que no contaron con un muy buen sonido, generaron una performance genial.
Los movimientos frenéticos de su vocalista CEDRIC BIXLER, que sacudió varias veces los platillos de la batería con el micrófono y que no paró de zamarrear su cuerpo un segundo, hipnotizaron a los presentes. Hubo magia en los dedos de OMAR RODRIGUEZ, que maneja la banda desde una guitarra que grita, y una bata potentísima (la mejor del mundo según LARS ULRICH) que estuvo a tono con la grandeza de sus compañeros y se comió varias cabezas haciéndole una gran base con el bajo a este descontrol general. Queda por nombrar un teclado y una percusión que le dan más vuelo aún a una de las bandas más originales y experimentales del mundo.
Realmente se hace difícil definir qué música hacen. ES preferible que cada uno lo escuche y vea cómo le pega, porque sí, MARS VOLTA te pega.
El show incluyó “Roulette Dares”, “Intertiatic Esp” y “Concertina” entre otras, y contó con la presencia de JOHN FRUSCIANTE, violero de los RED HOT CHILLI PEPPERS, para una zapada final que dio por terminado un viaje alucinante de 40 minutos.
Frágil lady rockera
Apenas POLLY JEAN HARVEY salió al ruedo se hizo evidente que, de todos los artistas programados, ella era la que contaba con más fanáticos: si PET SHOP BOYS y PRIMAL SCREAM sumaban de antemano un mayor número de público, los seguidores de PJ HARVEY fueron los que más se hacían notar a partir de gritos histéricos entre tema y tema, exclamaciones del estilo “¡Se me cumplió un sueño!” y simpáticos “Pijeeey Pijeeey” tribuneros a lo largo del show.
Como si lo hubiera previsto, la confidente de BOB DYLAN armó una lista especialmente dedicada a esas muestras de afecto. Sostenida por una banda mutante que rotaba de instrumentos entre tema y tema (por momentos sonaban dos baterías y por otros dos guitarras sin bajo, ¿conexión imprevista con WHITE STRIPES?), HARVEY redujo a sólo cuatro temas la presentación de su último disco (entre ellas la desafiante “Who the fuck?”) para así darle suficiente espacio a hitos de su carrera como “Victory” (de “Dry”) o “A perfect day Elise” (de ”Is this desire?”).
Aunque ya lejos de aquellas provocadoras fotos y portadas en lencería punk, el encanto de PJ se mantiene intacto. Su voz polar y los movimientos rítmicos sobre el escenario son el mejor acompañamiento para una música ríspida y áspera (a la manera minimalista de JOHN CALE) que se amalgama sin problemas con esa vocación callejera made in Nueva York (en especial cuando se cuelga la guitarra y sale, toda lady, a rockear) y para una fragilidad que aparece en esas letras que ahondan (con habilidad literaria) en la sexualidad, la muerte y las convenciones sociales.
El final llegó con “To bring you my love”, otro clásico de PJ HARVEY en el que una percusión primitiva afloja hasta dejar flotando, como en un mantra, la frase del título. Muchos quedaron con ganas de más, pero la lógica de los festivales impidió un ansiado bis.
Grito primario y arrollador
Apenas PRIMAL SCREAM apareció en el escenario principal, varios detuvieron la mirada sobre el hombre alto y pelilargo que sumó su guitarra a las otras dos de la banda y permaneció como miembro estable a lo largo del show. ¿Quién era? ¿Acaso… KEVIN SHIELDS?
Para sorpresa de muchos, el invitado era, en efecto, el ex MY BLOODY VALENTINE, líder de aquella banda que a fines de los ochenta impactó la cultura rock al lograr una alquimia inesperada entre la armonía idílica de los BEACH BOYS y la rudeza noise de la VELVET UNDERGROUND.
Los críticos llamaron a esa cruza “rock sónico” y su influencia abarcó desde U2 (“Achtung Baby”) y R.E.M (“Monster”) hasta la movida sónica local (“Dynamo” de SODA STEREO y los primeros JUANA LA LOCA y BABASONICOS, entre otros).
Qué hacía semejante héroe de la distorsión en Buenos Aires era algo que no muchos podían explicar (más allá de que, claro, fuera el productor del último álbum de los PRIMAL). Lo cierto es que SHIELDS, desde su huraña posición (a la izquierda del escenario y casi sin mirar al público), le aportó un oportuno vendaval de sonidos a la ya de por sí abrasiva propuesta que PRIMAL SCREAM había traído a Buenos Aires y que contó con energía cyber punk (“City”, “Swastika Eyes”), algunos remansos tripperos (“Kowalski” y “Kill All Hippies”) y, por supuesto, varios de esos riffs setentosos tan arengadores (“Medication” y “Rocks”).
Y es que siempre (desde sus inicios en… ¡1986!) los PRIMAL supieron conciliar elementos aparentemente incompatibles como la movida raver de Londres y la marginalidad callejera post MARGARET TATCHER o, más raro todavía, el rocanrol estilo FACES y el acid house de tono psicodélico.
Aunque claro, lo que terminó de diferenciar a los cinco escoceses con otros grupos que también coqueteaban con la electrónica es el aura del frontman, BOBBY GILLESPIE. Su voz y estilo decididamente rollinga le aportan a la artillería electrónica (muchas veces gélida en sí misma) una calentura y sensualidad difíciles de encontrar en sus colegas tecno rockers (si hay algo de lo que no puede acusarse a la mitología stone es de haber desatendido la seducción animal; no suele ocurrir lo mismo con la anoréxica escena cool).
Más allá de que el viernes pasado algunos puristas se quejaron de cierta preponderancia rockera de la presentación, lo cierto es que los PRIMAL (y SHIELDS) concretaron un show arrollador en el que las tres guitarras marcharon portentosas y al unísono, el bajo sonó literalmente devastador, y la voz de BOBBY incendió la noche hasta quedar exhausta.
Prueba de ello fueron los pogos frente a la banda y las tres v,PRIMAL SCREAM PJ HARVEY MARS VOLTA y PET SHOP BOYS fueron algunas de las figuras internacionales que animaron la primera fecha del festival organizado en el Club Ciudad el pasado viernes. MIRANDA! se destacó entre las bandas locales»
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