RESEÑAS

Pasado y presente

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Ciertamente había sido un día horrible. El clima invitaba al bajón, a quedarse quieto. Pero aún había un rayo de esperanza, una nota blusera resonando en el fondo de la cabeza, recordando que hay algo universal, que ni el clima ni el ánimo puede frenar: la buena música.

Desde abuelos hasta infantes dieron el presente en el local de Palermo para celebrar esta nueva convocatoria de una de las bandas más importantes y talentosas del blues local. La previa fue una constante batalla entre los febriles cánticos de “¡la mississippi la p*ta que lo parió!” y el punchi punchi que emergía de los parlantes, dificultando aún más la espera.

El último blues

A las doce en punto, salió LA MISSISSIPPI con “Todo otra vez”, corte de difusión de su última producción. Con el inmediato acompañamiento del público en las palmas, unos vientos bien al frente, y la voz en perfecto estado de RICARDO TAPIA, la noche se iba perfilando hacia una gran fiesta blusera.

Le siguió “El dieciséis”, con un espíritu bien rutero y sonidos crudos, al mejor estilo ZZ TOP, en el cual GUSTAVO GINOI sacó a pasear los agudos de su celeste Stratocaster, para el regocijo del público. “En busca de pleitos” llegó para traer un muy buen groove en una nota más funky, con un gran fraseo de los saxos, y el jugoso slapping del bajo de CLAUDIO CANNAVO, condimentando a la perfección la composición, al igual que el altamente festejado solo de órgano por parte de MIGUEL DI IPOLA.

Esta primera parte del show se desenvolvió tal cual como dicta la última placa de la banda: ”Sietevidas”. Aires más densos, tanto musical como líricamente llegaron de la mano de “El último blues”, seguido por “Ermitaño” y “La casa”, con pasajes que pondrían muy orgulloso a BRIAN JONES.

La casi ranchera “Bebo por amor” abrió la vena que luego presionaría “Testigo”, cantándole al amor, al desengaño, y a la verdadera amistad. “Lejos de casa” no pudo anticipar la fiesta que se armaría con “Veinte chicas veinte”; un rock & roll de los originales, de esos que traspiraban personajes como BENNY JOY o JERRY LEE LEWIS, bordeando el rockabilly de los STRAY CATS, para el delirio del público. Así le siguieron “Tarde (hasta para un gato)” y “Sopa de hueso”.

A pesar de ser temas relativamente nuevos, el público no dejó de mostrar un gran entusiasmo, aplaudiendo y festejando toda nota emitida por los músicos. Cuando TAPIA preguntó “¿Nos vamos?”, la respuesta del público fue unánime y estridente. El segundo capítulo estaba en camino.

Su capital

Esta parte del show se concentró en desplegar los clásicos de la banda, para seguir deleitando a los presentes. Pasando por “Celda gris” y “La misma moneda” mostró solos interactivos, con idas y vueltas, y preguntas y respuestas, entre los vientos y la guitarra; así como “Mi capital” tuvo a TAPIA jugando con el público, abriéndole paso a un solo de órgano con un sonido funky al mejor estilo STEVIE WONDER en los tempranos 70’s, con toda la gente cantando el estribillo.

Para “El detalle”, TAPIA le sacó el jugo a la afinación abierta de su guitarra y al slide de vidrio, desplegando una intro al mejor estilo del blues del Delta. Si hay algo que destacar es la gran solidez de la banda, con una pareja de saxos a cargo de EDUARDO INTROCASO y GUSTAVO YEYATI que realmente ameritan un gran aplauso, muchas veces pasado por alto; así como la habilidad de los músicos para crear ritmos y progresiones que siempre invitan a la sonrisa y a mover el cuerpo, sin estancarse en patrones clásicos (I-IV-V) del blues.

“El municipal” fue “dedicado a Menem, porque si vuelve lo carneamos”, como dijo TAPIA. El poder de este tema plantea un axioma interesante: quien no se movía, no tenía sangre en las venas. Le siguió “Perro guardián” y la coreadísima “Mala transa”, para detonar con “El fierro”, con mucha energía y buenas vibraciones que siguieron contagiando alegría y vitalidad a todo Niceto antes de despedirse.

Luego de hacerse rogar unos minutos, volvieron a las tablas, transformando al local en el “Café Madrid”, invocando “La danza de la lluvia”, e invitando “Un trago para ver mejor”, generando uno de los pogos más fervorosos de la noche; y así despidiéndose, dejándolos a todos contentos, juntitos, y bien vivos…

Una vez más, LA MISSISSIPPI demostró el gran momento musical por el que están pasando, con una presentación sólida y potente que no sólo sació la sed de clásicos, sino que también demostró el poder y la calidad de “Sietevidas” en su mejor espíritu: el vivo.

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