EDITORIAL

Parte de la religión

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En Cosquín se tomó aire fresco (o no…), mate, agua, sobre todo mucho alcohol, pero casi nada de sol. Y sin embargo hubo muy buen clima…

La alegría de formar parte de una multitud que ama lo mismo que uno, la libertad y seguridad de ser “un pendejo” y poder moverte por donde quieras, estar con gente del palo de uno aunque quizá viva a tres provincias de distancia, un día tras otro de plena música, de buen rock, de bandas de alto calibre, seguramente son las causas de que este acontecimiento se agrande cada año aún más y que crezca en relevancia para los músicos, así como para la gente.

Córdoba es la provincia del color; Cosquín, La Provincia dentro de la provincia. Las banderas y remeras no sólo eran tonalidades que indicaban los diferentes gustos y tendencias (¿de la moda?), ellas eran símbolo de amistad, de la buena onda que circuló todo el tiempo y que permitió que perfectos desconocidos compartan desde pogos hasta asaditos, o una tarde de río y sierras (esta experiencia también le pertenece a estos humildes cronistas…).

Pero el placer no sólo pasó por lo culinario, o por la belleza del paisaje. La Plaza se iluminó con la llegada de unas 15000 personas por día, pequeños fuegos que le dieron un nuevo matiz armónico a los acordes que las bandas ya traían.

Esta magia se notó especialmente con el estallido de la BERSUIT, la potencia de CARAJO, el desenfreno de CATUPECU, la presencia de FITO y CHARLY, el carnaval de LOS PIOJOS… Eso sin decir que los otros grupos fueron menos, porque ninguno dejó con la duda al público de por qué están en el lugar en que están.

Y ya que hablamos de eminencias, hay que destacar la presencia constante de una banda en especial. Una entidad que marcó para siempre el rock argentino y que lo demostró a lo largo de estos cuatro días: señoras y señores, ni más ni menos, SUMO. No alcanza explicarlo con que Luca Prodán tiene su propia calle en La Falda, o con que la banda de este italiano, que hablaba en anglosajón y argentinizó desde el reggae hasta la música disco, haya sido siempre local en la provincia mediterránea; de SUMO es imprescindible decir que marcó un antes y un después, un abismo (sin caída), entre dos tierras, entre dos Argentinas musicalmente diferentes. Un hito que los músicos no hicieron más que reivindicar tocando, casi todos, temas de esta mítica agrupación. Lo único lamentable es que hayan elegido (excepto los de EL OTRO YO, que castellanizaron el tema “Fuck you”) los conocidos de siempre: “La rubia tarada”, “Los viejos vinagres” y “Mañana en el Abasto”

Más allá de este pequeño detalle, entre tanta grandeza, la enorme cantidad de sponsors o la lluvia (que no pareció haberle molestado mucho a la gente), Cosquín demostró ser, al fin y al cabo, una gran fiesta. Un espléndido escenario (todo) donde público, intérpretes y música brillaron con intensidad y pureza, con una verdadera y pacífica alegría que viene repitiéndose hace ya tres años y que seguramente dará para muchos rockanroles más.

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