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Paraíso pop

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El nombre del disco sigue siendo un enigma. No se molesten en googlearlo, las únicas referencias que figuran son hacia el quinto disco de estudio de Coldplay. Tal vez sólo ellos sepan su origen, o quizás sólo sea pura estrategia de marketing: nada más pegadizo que el misterio que plantean los dos términos. 

La banda liderada por Chris Martin llega a su quinto disco en un gran momento: ya alejados de sus comienzos melancólicos con influencias de Radiohead, superado el trauma del siempre difícil tercer disco, y confirmando una evolución en su cuarta placa.

El tema que da nombre al álbum da inicio al mismo, apenas una introducción en piano con decoración de campanas que deriva en “Hurts like heaven”, una buena muestra de la psicodelia “a la Eno”. 

Paradise, segundo corte del disco, es lo mejor de “Mylo Xyloto”. Es un tema que tiene la impronta de Coldplay por donde se lo escuche, pero tamizado por la mano de Brian Eno, que le aporta una viva majestuosidad. Se destaca el arreglo de cuerdas fusionándose con la línea de bajo en el comienzo, y con el piano en el transcurso de la canción creando un gran clima. La historia de una chica y sus decepciones, y la búsqueda del paraíso del título, se destaca en la letra (aunque el video roce lo bizarro con los cuatro miembros de la banda disfrazados de elefantes).

Dejemos de lado el olvidable corte de difusión (Every teardrop is a waterfall) que nos traía a los argentinos el mal recuerdo de la tinellización de los tempranos noventa con sus claras referencias al hit de The Sacados y su “Ritmo de la noche”. Si con Viva la vida le dieron una vuelta de tuerca a su sonido, con “Mylo Xyloto” ajustan aún más el tornillo en esa dirección.

Sin convertirse en balada lacrimógena sobresale “Us against the world” recordando algunas de las composiciones de sus primeros álbumes, verdaderas gemas acústicas. Y “U.F.O.”va en la misma línea pero sin llegar a impactar tanto.

El lado B decae un poco en calidad. En “Princess of China”, con la participación de Rhianna, pintan un paisaje pop, y tal vez la base electrónica de sintetizadores sea demasiado para el público que no quiera alejarse tanto del rock. Mientras que “Don’t let it break your heart” podría ser la continuación (un tempo más arriba) de “Viva la vida”.

La influencia de Brian Eno se nota, y mucho. No sólo se hizo cargo de la producción (con la compañía de tres colegas) sino que además participó en la composición de los temas. Lo miembros se refirieron a él como “uno más de la banda” en materia compositiva. El disco cuenta con la magnificencia de sus producciones, y lo acercan en muchos pasajes al sonido de U2 (el coro de “Major Minus” nos transporta directamente a la figura de Bono y el punteo de guitarra podría haber sido de The Edge). Los coros se engrandecen y las texturas se amplían en un inmenso abanico.

Para los que escuchaban Coldplay y pensaban en ese amor no correspondido, pueden ir buscándose otra banda o sólo conformarse con “Up in flames”. La delicadeza sigue estando allí, pero ya sin el masoquismo de las grandes baladas de sus primeros discos.

Por momentos pecan de bailables y comerciales, y por otros son pura eficacia entregando pop certero con algunos temas candidatos a engrosar su lista de himnos.

Redacción ElAcople.com

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