RESEÑAS

Orgullo Nacional

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Antes de comenzar con la descripción de la noche, quiero aclarar que la cobertura de este recital fue más bien improvisada y espontánea, y se funda en las ganas que me nacieron de hacer una nota del concierto. Mediante tal aclaración busco justificar la vaguedad que puedan encontrar en la descripción del evento. Si no es suficiente, bueno, perdón.

Ya hace un tiempo, los dichos sobre una banda que hace rock folklórico –o algo así- y que sus recitales realmente se ponen me estuvieron llegando. Tan sólo de haberla escuchado de nombre, me enteré que ARBOLITO tocaba por La Boca y fui a ver qué onda.

La cita era a las 23, por lo que llegué al teatro Verdi, ubicado a pocas cuadras del Parque Lezama, casi a la medianoche. Obviamente, la banda no había empezado a tocar y solo noté un tímido movimiento en la puerta del local. Al cruzar el cartel que, al mejor estilo club de barrio, rezaba “1878-2003, 125 años de vida”, se pasaba a la pista, que hasta el comienzo del set no logró llenarse, y se podía apreciar una escena por demás autóctona: empanadas, vino y más de un gorrito norteño.

Con el aire algo viciado por vaya a saber uno qué y MANU CHAO y los KARAMELO SANTO de cortina musical, el público, heterogéneo por demás, se iba arrimando hacia el escenario. Alrededor de la una de la madrugada, los seis músicos, de actitud austera y pueblerina, salieron en escena y abrieron el show con “La Sol”, un tributo a BOB MARLEY embellecido con una pegajosa melodía de flauta traversa y un impecable solo de bajo.

“Buenas noches”, saludó el guitarrista y cantante, EZEQUIEL JUSID, antes de comenzar con la segunda canción. Fue ahí cuando arrancó “La mala reputación”, composición del francés GEORGE BRASSENS que denota el espíritu contestatario con el que cargan los temas de la banda.

La noche continuó con la presentación de un tema nuevo, con una buena mezcla voces entre el blondo vocalista y AGUSTIN RONCONI (quena, traversa, charango, violín y guitarra), y con “Seria Miseria”, una chacarera medio blusera. “La pueden bailar”, invitó JUSID antes de hacer pasar a una armónica invitada para realizar la original canción.

Después de un largo intervalo, los ARBOLITO retornaron a las tablas para continuar con el show y lograron llevar al público al nivel más alto de la fiesta. Mediante canciones como “El sillón” y “Arbolito”, los presentes demostraron sentir el gran vínculo que generan los seis instrumentistas para con sus seguidores: entre la masa de gente se entrelazaban diversos bailes –murga, samba y pogo- con un verdadero clima de júbilo por detrás.

Se me hizo complicado rescatar el nombre de los temas que completaron el repertorio, pero pude distinguir, en el medio de una composición y a pesar de la presencia de una morocha conocida de algún lado que no paró de bailar en todo el recital, la conocida base de viola de “No tan distintos (1989)”, de SUMO.

Pisando el final de la velada, se realizaron los clásicos agradecimientos por parte de los músicos a la gente, agente fundamental para que los recitales de ARBOLITO sean lo que son. Cerraron con “Candombe del mucho palo”, cover de JAIME ROSS, y luego se retiraron contentos con los suyos.

Los rumores que había recibido fueron efectivamente confirmados. ARBOLITO es una banda musicalmente producida que logra llegarle a su gente de manera muy directa. Por otro lado, la actitud de su público, notablemente fiel, es insoslayable y permite deducir que no se niegan a aceptar el compromiso que parece plantear la agrupación. Altamente recomendable, no puedo decir más porque no me acuerdo.

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