RESEÑAS
Nuevo acusticazo

Subir al escenario, sentarse frente al micrófono, empuñar la guitarra, largarse a cantar. Cuatro pasos sencillos para retrotraer al músico a su instinto más primario. Ese que se vale de la convicción en la voz y el ángel en los acordes como únicas armas para emocionar.
Días antes de la fiebre eléctrica del Quilmes Rock, el Centro Cultural de España organizó un “Nuevo Acusticazo” (a treinta y dos años del original) que incluyó una serie de recitales gratuitos y que contó, en su cuarta fecha, con LITTO NEBBIA, el creador de la canción pop argentina, y con COMPAÑERO ASMA (alias HERNAN ESPEJO), un reconocido admirador suyo.
Ambos animaron un auditorio que contó con oficinistas atraídos por el horario vespertino (y la ubicación céntrica del evento) y con viejos fans de la obra de NEBBIA y seguidores de la movida indie local. Una mezcla de público algo extraña (y por eso interesante) que distinguió la presentación de fechas anteriores (muy buenos shows del trío FLOPA-MANZA-MINIMAL, de la ex SUAREZ ROSARIO BLEFARI, y del gurú vanguardista DANIEL MELERO, entre otros).
Hoja de ruta
El COMPAÑERO ASMA armó un set corto a partir de algunos de sus varios discos editados: Inglés, computación y un campo de deportes (1993-1999), “National Rock” (2002) y Oscar de Wilde (2004) (el último gratis a través del sello virtual www.ventolinrecords.com.ar).
Con cierta extravagancia taciturna marca JULIAN COPE y en plan cancionero del viejo rock nacional (hoja de ruta que comparte con otros cantautores low fi como el rosarino JUANI, el nativo de Adrogué ADRIAN PAOLETTI y el platense MANUEL MORETTI cuando edita sus febriles temas caseros fuera de ESTELARES), el COMPAÑERO enhebró en poco menos de media hora sus historias intimistas sobre la cotidianeidad (“caen piedras de hielo en el patio, parece que no fue un buen invierno”), la niñez (“los inmigrantes quieren emigrar, a dónde fue a parar la infancia, yo creí que la iba a olvidar”) y la naturalidad de los estados de ánimo (“es tan fácil ser féliz”).
Pegado al micrófono, su remera de la banda punk metal CORROSION OF CONFORMITY (el heavy es otra de sus pasiones) brilló con fuerza cuando emprendió la versión ultra grave de “Till i die”, un melancólico tema de la etapa oscura de BRIAN WILSON.
El cover fue un explícito guiño a LITTO NEBBIA, reconocido admirador del líder de los BEACH BOYS y responsable, poco tiempo atrás, de un disco en su homenaje. “Ahora viene el master”, anunció el COMPAÑERO ASMA al finalizar su presentación.
Envejece mejor
Despojado de toda electricidad y de la tentación jazzera de una banda soporte, LITTO NEBBIA (camisa violeta, bufanda roja abierta y la guitarra sujeta entre el pecho y la rodilla) no tuvo otra alternativa que concentrarse en eso que, desde hace casi cuarenta años, tan bien sabe hacer: sencillas y maravillosas canciones pop.
Arrancó con la hermosa “Canción del horizonte” (del álbum “Sólo se trata de vivir”) en la que pide que “la tristeza de un atardecer tenga el sabor de tu boca” y que “la pasión nos haga vivir como a una sola historia”, para concluir: “Esto no podrá ser en el mundo de hoy pero no impedirá que te quiera”.
Luego continuó con “Vamos Negro”, su colaboración para el álbum del “Acusticazo” (nunca editada en un disco propio) y con “Madre Escúchame”, el clásico de LOS GATOS, grupo fundador del brit pop local.
Las luces encendidas y el clima atento contribuyeron para que entre tema y tema, LITTO NEBBIA contara algunas de sus anécdotas. Por ejemplo la vez que presentó su “Volumen 1” (1969) y los arreglos orquestales salieron tan mal que luego del intervalo decidió salir solo con la guitarra y dio inicio (sin preverlo) al primer formato unplugged del rock argentino.
NEBBIA: “Era raro, porque si te llegabas a quedar sin banda y proponías un show acústico te decían ‘bueno, sí, está bien, pero… ¿cómo vas a rellenar?’”.
Luego, los aplausos arreciaron con “Nueva Zampa para mi tierra” y “Gente que no sabe lo que quiere”. A esa altura, la redonda voz de LITTO (fuerte y nítida a lo ancho del auditorio) ya había conquistado a los fans de su obra, y también a varios ocasionales y extraños.
Mientras “Canción para mi muerte” o “Muchacha ojos de papel” automáticamente dejan de impactar cumplida cierta edad (o vuelven a hacerlo alcanzada cierta aburguesada madurez), temas como “Islas” o “Canción de amor que olvidaste en mí” (la última entre las más hermosas del rock nacional de todas las épocas, y sino chequeen la reedición de “Volumen 1 y 2”) parecen adaptarse mejor a la pérdida de la inocencia, envejecen mejor.
Aún cuando la propia lírica de LITTO NEBBIA no sea más que una continua exaltación de esa inocencia (que no siempre se pierde en su totalidad) a lo largo de sus variadas y siempre vitales épocas creativas. Paradojas del arte genuino.
La despedida llegó con el hiper clásico “El bohemio” (“hoy fue una noche liviana, si no son más que las tres”) y con el in crescendo festivo de “El Musiquero”: “Quiero andar por la vida como un musiquero/ que aunque falte dinero igual toca sincero/ Quiero ser una voz que se mezcla en el viento/ porque de esa manera la toma el que quiere…”.
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