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Nuestras credenciales

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¿El ser pionero en algo nos da el derecho a salir impunes? The Sisters of Mercy es una banda seminal; sin ellos el rock gótico y la música industrial no serían  lo que son. De aquella banda solo quedan recuerdos: el único miembro original es Andrew Eldritch, su cantante, cerebro y creador;  un tipo parco y cascarrabias que a veces hace dudar de sus verdaderas intenciones, con una carrera de 30 años que se resume en 3 discos y un par de singles. Eldritch se hartó de todo y renegó contra toda la industria.

Las giras de The Sisters of Mercy funcionan como un museo itinerante. No hay mayor objetivo que exhibir las obras más famosas y una ocasional canción nueva que no generara demasiado ruido. Específicamente porque solos los fanáticos incondicionales pueden llegar a reconocerla.

El show empieza de menor a mayor, con la banda entre la oscuridad, las luces y el humo. La voz de Eldritch (casi un clon de Rob Halford, en apariencia y gestos) se escucha poco. Su registro grave y casi susurrado es eclipsado por las guitarras y la batería electrónica. A partir de “Doctor Jeep” se empieza a notar la mejoría y para “Dominion/Mother Russia” se alcanza el clima y se ve el fuerte de la banda. Un sonido que ayuda y un repertorio que ha sido ejecutada infinidad de veces lo hacen infalible. Es el mismo caso que los Pixies: no arruinemos la historia y demostremos porqué es que llegamos hasta acá. De repente el clima y las luces te absorben y el campo del teatro se transforma en una pista de baile. De repente entendiste que bandas como Nine Inch Nails o Nitzer Ebb no son casualidad.

La banda se pone el show al hombro. Sabemos que Eldritch es un tipo parco, por lo que algún tipo de arenga es trabajo para los demás. Esta función recae básicamente en Chris Catalyst, que también suma con los clásicos coros, que en su época estaban a cargo de Patricia Morrison.

El público gótico es muy devoto, y siempre va a estar en estado más contemplativo que en ebullición; tal vez sea el que más importancia le da a la música. Y la banda elige bien al no repetirse. Suenan canciones como “More”, que no había sido tocada en la visita anterior. El otro acierto es la interpretación con un sonido fiel. La batería electrónica podría sonar obsoleta en otras bandas, pero cuando uno está adelantado a su tiempo, corre con ventaja.

Dos guitarras y las programaciones, y una ejecución precisa. No existe las zapadas y momentos de solos y grandilocuencias. Toda la banda curte el bajo perfil. Pocas palabras por parte de ellos. Pero entienden su trabajo a la perfección. Los momentos más intensos se dan con el delirio en masa en “Temple of love” y “Vision Thing”, tal vez lo más cerca que va a estar la banda del heavy metal.

Esto es The Sisters of Mercy hoy por hoy; nada suena a compromiso. Desde mi óptica se ve como algo brutalmente honesto donde se celebra la música del grupo de las épocas donde la cosa funcionaba correctamente y tenían algo para decir.

azafatodegira.com

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