PELÍCULAS

Norte contra sur

Por  | 

La situación del vecino que hace la vida imposible ya fue usada miles de veces como argumento de ficción, por lo general humorística. Usualmente, por ejemplo, en algún canal de cable proyectan “Duplex”: en esta película, Alex (Ben Stiller) y Nancy (Drew Barrymore) sufren martirios indecibles por culpa de la señora Connelly (Eileen Essell), su nueva vecina, una anciana tan anciana como maldita.

Por cierto, todas las penurias que lamentan Alex y Nancy están pensadas para hacer pasar el rato al espectador, y es por eso que el film se mira como un entramado de peripecias sin fin y sin mayor contenido que lo que enseña su superficie. Y es justo en este punto donde radica la diferencia clave entre “El hombre de al lado” y “Duplex”: “El hombre de al lado”, la última película de Gastón Duprat y Mariano Cohn, ofrece más que superficie. No por error la realización es catalogada como comedia pero negra, como comedia pero dramática.

Una mañana cualquiera -empieza la historia- la familia del exitoso Leonardo (Rafael Spregelburd) despierta abruptamente por culpa de unos golpes sin cesar que retumban en toda su fastuosa casa; el jefe de esta familia, que se completa con su mujer (Eugenia Alonso) y su hija (Inés Budassi), es diseñador y su hogar es de una arquitectura de lo más moderna. Los mazazos provienen de la casa del vecino de al lado: unos albañiles están haciendo un agujero en la pared para poner una ventana. El problema es que esa ventana, automáticamente, se convertirá en un mirador de privilegio hacia la casa de Leonardo. Indignado, éste consigue frenar el trabajo, al menos hasta que pueda hablar con el vecino; una vez que lo consigue, lo que era problema se convierte en dilema. Víctor (Daniel Aráoz) es el hombre en cuestión: gritón, malhablado, ordinario, denso y de vestir cocoliche. Pero también gracioso, tierno, amigable, loco lindo. Por supuesto, Leonardo y su mujer ven en él sólo lo primero.

Así, simplemente, se completa el núcleo de la película, con esta situación de lo más común. Tal vez, en ello se halla un mérito: en primer lugar, porque a través de esta historia se consigue mostrar escenas de una comicidad para el recuerdo; puntualmente, todas gracias a la actuación de Aráoz, que se muestra capaz de despertar carcajadas con sólo gestos, expresiones, formas de pararse, de hablar. Asimismo, y en segundo lugar, porque a partir de un suceso cotidiano como el de un problema entre vecinos se enseña con gracia y aguda sutileza la mirada que unos, aquellos del norte, tienen sobre otros, aquellos del sur. Una visión, por cierto, tan despectiva como repugnante.

Redacción ElAcople.com

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión