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New Order: Líderes, no seguidores
El martes, la legendaria banda de Manchester ofreció un concierto en el Luna Park, donde el baile no paró un segundo.
Cuando Peter Hook se fue de New Order, una de las críticas que les hizo a sus ex compañeros fue que nunca se arriesgaban y nunca cambiaban la lista de canciones en sus conciertos. Y algo de razón tenía: desde que la banda de Manchester regresó en 2011, Bernard Sumner y sus compañeros se dedicaron a girar con su catálogo más exitoso, convirtiéndose en un acto de nostalgia. Esa forma de trabajo tiene un límite y la banda lo sabía. Es necesario renovarse para no caer en el piloto automático. “Music complete”, su nuevo disco, vino a probar si New Order está a la altura de su leyenda o no.
El concierto empieza con la veta más rockera del grupo; la nueva “Singularity” se funde perfectamente con la histórica “Ceremony”. Las guitarras se escuchan bien filosas y al frente y por momentos son tres al mismo tiempo. Podrán ser los padres de la electrónica, pero ellos no creen en categorizaciones. “Academic”, “Crystal” y “Restless” le siguen para demostrar que el show puede mantenerse sin recurrir todo el tiempo a glorias pasadas. De hecho, cuando deciden revisitar su pasado, lo hacen con “Your silent face”, una gema de su segundo disco, que no es un hit.
A partir de “Tutti frutti” y “People on the high lane”, el grupo se entregaría de lleno a su faceta electrónica. Lejos de querer mantener el sonido clásico de las composiciones, la banda adapta viejas canciones al sonido actual, tal es el caso de “Bizarre love triangle”. En ese sentido podemos trazar un paralelismo con Pet Shop Boys; sin dudas ambas bandas son creadoras de un estilo, pero nunca se quedaron atadas a una época. Si cerramos los ojos y sacamos la voz, la música de New Order suena actual. Lejos de querer intentar tener un nuevo hit a toda costa, los músicos optan por buscar texturas en las canciones, como “Plastic” o “Waiting for the siren´s call”. La reincorporación de Gillian Gilbert es los teclados es un acierto: podrá ser simple lo que toca, pero es el sello del grupo y lo que les da singularidad. La pareja que hace con Stephen Morris en la batería es el arma secreta de la banda.
Lo que sigue es una avalancha de hits bailables que incluye “The perfect kiss”, “True faith”, “Blue Monday” y “Temptation”, y a pesar de ser canciones de más de 30 años, ninguna suena retro. Es la ventaja que se tiene cuando uno inventa algo en vez de seguir la moda. Y sí, tal vez ese segmento sea un poco predecible, pero ¿por qué privarse de tocar semejantes himnos? Esta vez el show se balancea bien entre lo nuevo y lo viejo.
Incluso a la hora del homenaje a Joy Division tratan de no ser obvios. ¿Alguien esperaba un tema opresivo y frío como “Decades”? Incluso “Transmission” es sorpresivo, con la banda aportando la oscuridad necesaria. El final, obviamente, es con “Love will tear us apart”. Porque si en tu catálogo se encuentra una de las canciones más grandes del universo, es tu deber tocarla.
Parece que la gente de New Order oyó lo que Peter Hook tenía para decir. Si uno fue parte de dos de las bandas más influyentes de la historia, y esto nadie lo puede discutir, se espera un poco más que un simple acto de nostalgia. Si quisieran hacer solamente eso, seguramente se lo ganaron, pero a New Order le exigimos un poco más. Cuando esperábamos un show obvio, nos sorprenden una vez más.
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