RESEÑAS
Nacionales y populares

En el caso de una banda de cierta trayectoria puede aceptarse, en términos generales, el cambio de baterista, bajista o guitarrista. Pero es difícil hacer lo propio si el que se va es el cantante, ese que desde siempre fue el encargado de ser ni más ni menos que la voz, el grito y hasta la cara y la figura del grupo. Y es que, se sabe, los ojos de todos miran al que porta el micrófono, al que habla, al que más gesticula, al que cuenta una historia, comparte un pensamiento o un sentimiento. ¿Puede haber Bersuit Vergarabat sin Gustavo Cordera, por ejemplo? Tal vez, alguna vez alguien se preguntó eso. Y el domingo, en GEBA, tuvo respuesta su fantasía: volvió a tocar Bersuit, pero sin Cordera. Todos (Tito Verenzuela, Carlos Martín, Cóndor Sbarbatti, Daniel Suárez, Juan Subirá, Osky Righi y Pepe Céspedes) menos él.
El día había empezado feo, con el cielo oscuro y enojado, escupiendo lluvia y truenos y amenazas. Feo para ir a un recital al aire libre más bien, pero lindo para quedarse en casa. Sin embargo, más de 20.000 personas juntaron el coraje para salir, alejarse del techo y llegar a Palermo y sus bosques, domingueando; a tranco lento, sin adelantarse a codazos, sin tocar bocina, disfrutando el paisaje. Bersuit, por su parte, interpretó el contexto y arrancó planteando un show dominguero también: “Desconexión sideral” y, después, “La soledad”. Detrás de la banda, las pantallas mostraron grafitis símil Juventud Peronista, pero con la V de Victoria acogiendo la B de Bersuit: Suárez explicó a los alaridos que “Bersuit Vive”, que “Bersuit Vuelve”.
Hubo invitados, cuando la cosa ya se había puesto más de sábado por la noche y con fiebre: Mono de Kapanga para cantar “La bolsa” y Cabra de Las Manos de Filippi para hacer lo propio con su tema “Señor Cobranza”. Un Cabra, vale decir, cada vez más parecido a un monje shaolin pero con algo de pelo. El violinista Javier Casalla, por su parte, apareció para aportar su instrumento a una de las mejores canciones del conjunto: “Vuelos”. A esta altura -y cuando ya se habían escuchado además “El viejo de arriba”, “Espíritu de esta selva” y “Yo tomo”– el desafío de hacer un show sin Cordera había sido superado con eficacia.
Precisamente, la referencia al ex compañero llegó con “La argentinidad al palo”: en primer lugar, Suárez cambió al voleo parte de la letra para evitar mencionarlo; después, más bardero, lo imitó protestón porque no fue invitado al regreso. También, la actual voz de la banda (junto a Sbarbatti) aprovechó el repaso por la historia del país que hace el tema para reivindicar la figura de Néstor Kirchner por haber ordenado descolgar los cuadros de Jorge Videla y Roberto Bignone del Colegio Militar. Y pidió un aplauso por ello. Además, se aprovechó para pegarle a Héctor Magnetto y a Mirtha Legrand. ¿Bersuit, una banda nacional y popular? Más allá de la significancia política actual, sin dudas.
Mismo caso para quien tomó la posta en el escenario después: Ciro, ahora con su grupo Los Persas. El cantante de Los Piojos, se sabe, es un tipo popular por demás y la gran cantidad de gente que atiborró el lugar fue a verlo a él en esta nueva etapa de su vasta trayectoria. Pero, como con Bersuit, el show arrancó dominguero aunque en la acepción menos buena del término: entre el buen cover de Pappo “El viejo” y las nuevas “Antes y después” y el reggae “Paso a paso” fue como si la cosa no terminara de explotar o, en algún punto, de cerrar. Acaso por la agazapada y frustrada idea en las mentes que tocaban Los Piojos, fogoneada por “Ximenita” y los cánticos del inconsciente del público que arengaban a la banda del pasado en vez de a la actual.
Sin embargo, no por nada durante décadas se construyó y sostuvo la tesis de que si sobre el escenario está Ciro al frente nadie se va a aburrir; el cantante tiró al demonio el aire dominguero, pelando una variedad de grandes canciones piojosas que levantaron su presentación y la mantuvieron arriba hasta el final: “Luz de marfil”, “Cruel”, “Ando ganas”, “Genius”. Un siete de espadas en todas las manos, cuando quiere, el frontman que por cierto continúa demostrando que es de los mejores en eso de animar a las masas.
También hubo invitados: Omar Mollo surgió para entonar “Yira Yira”, La Chilinga metió su percusión en “San Jauretche” y “Malambo para Luca” y Jimmy Ripp -que supo tocar la guitarra para la versión solista de Mick Jagger– aportó sus punteos en “Genius” y “Carol”, el cover de Chuck Berry. Asimismo, Chucky de Ípola, ex tecladista no sólo de Los Piojos sino también de La Franela y de los mismos Ciro y Los Peras, subió a escena para lucirse en una serie de canciones, entre ellas “Blues de la ventana”. Este tema, el más destacado del disco debut del conjunto, mantuvo en vivo toda su excelencia y fue acompañado, como nota de color, de un cambio de vestuario en los músicos que se pusieron de elegante sport para tocarlo.
El final del show estuvo marcado, como de costumbre, por una infinidad de falsas despedidas: “Tan solo”, “Pacífico”, “El balneario de los doctores crotos”, “Cruel”. Pero desde que salió “Espejos” que quedó signado el verdadero desenlace: “Noche de hoy” por un lado y “Aguanten los trapos”por otro. Hasta pareciera que fueron hechos a propósito para cerrar conciertos, uno suplicando con un rock and roll que la velada no se termine y otro elogiando banderas, ideal para lo que se usa: el ritual de leer los trapos que lleva el público con los nombres de sus lugares. Un ritual que, como las grandes canciones piojosas, no se olvida y alegra cualquier domingo.
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