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Nacho Vegas: Amores políticos
El cantautor español brindó un concierto cargado de agitación política, el domingo en el Konex.
¿Escuchamos a un artista por lo que piensa o por lo que canta? ¿Qué pasaría si Nacho Vegas no fuera de izquierda? ¿Es necesario mezclar las cosas? Preguntas que uno se hace durante una nueva presentación del músico español en el país.
Nacho Vegas es una persona abiertamente política; socialista y de izquierda, con mucho interés en los movimientos humanos. Una persona que cree en la lucha de clases. Aún así, su obra no expresa abiertamente esa cuestión; sus canciones hablan de locura, amor y muerte. Recién en los últimos tiempos parece haber exorcizado los demonios de relaciones frustradas y volcó su veneno a la canción política en discos como “Canciones populistas” y “Cómo hacer crac”. Ese cambio de rumbo y la crisis española hicieron que la mayoría de sus entrevistas giren en torno a la política, lo que de alguna forma hizo que su música llegue a otro público.
El concierto empieza con “El hombre que casi conoció a Michi Panero”, algo así como su mayor hit y un buen ejemplo de lo que es su estilo; canciones kilométricas, con una historia para prestarle atención, y una bella melodía. El tipo de música con el que da gusto sumergirse. En esta oportunidad lo acompañan un guitarrista y un baterista, un formato que le queda bien, donde las canciones se destacan. También lo acompaña un coro local durante gran parte del show. Nacho, como interesado político que es, bromea un poco sobre la derecha argentina y la dictadura: el punto de quiebre que el público estaba esperando.
A partir de ese momento, para este cronista, canciones delicadas como “Días extraños” o “Reloj sin manecillas” quedan en segundo plano. La urgencia del público parece pasar por lograr un escenario de debate, donde pinchan al artista con diferentes comentarios políticos en cada silencio que encuentran. Visiblemente incomodo, Nacho muestra un cartel que pide por la liberación de Milagros Sala. ¿Es su deber saber quién es Milagros? ¿Tiene que estar al tanto de cada lucha social en cada país que visita? Seguramente es un tema que al artista le interesa, pero ¿es este el marco adecuado?
Incluso los pedidos de canciones van del lado del tinte político. Es extraño estar en un show del artista y no sentir que se exijan canciones como “Ocho y medio” o “Noches árticas”, sino composiciones como “Libertariana song”, canciones con carga social. Si bien musicalmente Nacho no se ha alejado de él mismo, al cambiar la temática de la obra ha cambiado el público y el show se ha convertido en otra cosa. Para el oyente solemne que lo ha acompañado tantos años, esta nueva agitación resulta rara.
El final es con “Que te vaya bien, Miss carroussel”, con todo el auditorio ya de pie, agazapado al frente y bailando. La solemnidad del indie ha cambiado por el baile popular. Nacho Vegas da el show que se espera de él; prolijo y profundo, sin optar demasiado por la melancolía. Y, sin querer, ha dividido las aguas; está quien celebra su catálogo conflictivo, desde su propio lugar y apreciando en silencio y está el público que celebra su agitación social, haciendo escuchar su voz. Nacho es el mismo, pero el público parece dividido. ¿Qué escuchamos de Nacho? ¿Su pensamiento o sus canciones?
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