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Music Wins: Apuesta por el indie

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Con un ecléctico cartel se realizó la segunda edición del Music Wins Festival, el domingo en Tecnópolis.

La lluvia parecía no dar tregua la mañana del domingo, pero parece que los dioses estaban con ganas de ver música en vivo. El chaparrón hizo que algunas bandas nacionales tuvieran que cancelar su presentación y otras extranjeras acortar su set y presentarse más tarde. Aún así, la gente dio su apoyo desde temprano.

Al entrar, a primera vista pareciera que, en general y con menos recursos, el festival logra mejores cosas que competidores más grandes como el BUE o el Personal Fest. A saber: un cartel musical que trata de no apostar a los artistas de siempre, una oferta gastronómica variada que intenta salirse del pancho y la hamburguesa, la inclusión de poder tomar alcohol, y contenido extra como puede ser la venta de discos, remeras y hasta una peluquería que siempre le da color al evento. 

Musicalmente lo que parecía un riesgo se convierte en un éxito. Puede ser que cada banda por separado (a excepción de los dos headliners) tenga un flujo de gente que varía entre una Trastienda, Niceto o Teatro Vorterix, pero en conjunto, la curiosidad, el precio (anticipado) y las ganas hacen que hablemos de una convocatoria de más de diez mil personas.

Vayamos a lo que importa: la música. Claramente podemos definir al perfil del festival como “indie”, género que hoy en día tiene un gravísimo problema: no funciona bien en estadios, lugares abiertos y multitudinarios. Tal vez sí funcionaba cuando bandas como Pixies, Pavement o Replacements eran abanderados de ese género, pero hoy no.

Empezando por lo más flojo del día, Mild high club fue sencillamente aburrido. Podemos echarle la culpa al horario, al calor y al marco, pero si del lado de los músicos no viene ese “algo extra», el show se cae a pedazos. Con las mismas condiciones, pero con otra actitud, La femme y Courtney Barnett logran algo mucho más interesante y entretenido sin tener que brillar y son de los momentos más fuertes de la tarde.

El show de Edward Sharpe & The Magnetic Zeros tuvo sus altas y bajas; por momentos la banda musicalmente toma vuelo, pero es el cantante mismo el que sabotea ese despegue. Aún así, cuando ambas partes están en armonía, el resultado es muy positivo, como en el cover de “Instant Karma” de John Lennon o en el final, con Sharpe entre el público, pidiendo que cuenten historias o cantando junto con ellos el tema “Home”.

Kurt Vile y Mac Demarco padecen la misma suerte. La propuesta del primero sufre contra un temprano horario y una propuesta que no está pensada para un público que se cuenta de a miles. Y Vile claramente no sabe cómo llevar su música un paso más allá, por más que sea interesante.

Demarco tiene la ventaja de un horario central, y sufre por no saber manejar ese lugar. Con una propuesta demasiado tibia para el evento, se olvida de lo más importante: hacer canciones. El final de show es simplemente bochornoso, desprolijo, con divagues y la sensación de ver una banda más concentrada en hacer ruidos raros que en entregar una composición hecha y derecha. Hasta los integrantes del grupo no paraban de reírse sobre el escenario debido a la desprolijidad. Una cosa es disfrutar tu trabajo, otra es no respetar al público.

A pesar de los problemas técnicos, The Brian Jonestown Massacre debutó en el país con un show a la altura de su historia. Lejos de los años de locura, hoy vemos a una banda más centrada, que, sin perder su personalidad, da rendiciones perfectas de sus composiciones. Con un recorrido por toda su historia, entienden su oficio y su personalidad y es por eso que sin hacer algo espectacular, el show se vuelve más efectivo.

Después de un errático show hace 5 años, Primal Scream necesitaba revancha. En versión reducida (sin una segunda guitarra, percusiones o coros) no anticipaba lo mejor. Pero la experiencia y los años de carretera hacen que los músicos se sepan parar antes las adversidades; la banda es tan ecléctica que en vez de pretender algo, recurren a su esencia más rockera. En vez de tratar de mantener las canciones con su espíritu original, las transforman según sus recursos. Es por eso que “Accelerator” pasa del ruido furioso a un rock and roll directo. “Swastika eyes” deja de ser un himno de la pista de baile para juguetear con la guitarra y sus efectos. Y al ser una sola viola, el sonido es más limpio, cosa que para las canciones de “Screamadelica” termina siendo una bendición, con “Loaded” como el mejor momento de la noche.

Primal Scream demostró todo lo que el resto del cartel no pudo: se puede ser experimental y hacer canciones al mismo tiempo. Se puede tener todo en contra y aún así adaptarse y sacar el show adelante. Se tiene que saber que adelante tuyo hay un público y a ese público hay que darle algo y respetarlo.

Y en ese sentido Air entendió lo mismo: ser una banda electrónica no es excusa para dar un show detrás de una computadora y que no importe el resto. Como una especie de hermosa coda, los franceses brindaron un espectáculo en el que valía la pena sumergirse y apreciar las texturas. Algo así como la musicalización de una madrugada de primavera. La belleza de los teclados se fundió perfectamente con la fuerza de una batería en vivo, mientras que las guitarras y los bajos ayudaron a darle textura a la música. Porque a pesar de que la música de Air lleve a pensar en bandas de sonido, las canciones siguen estando ahí, como “Chery blossom girl” o “Alpha beta gaga”. Y en eso radica la diferencia entre los shows de las bandas: las que saben hacer canciones y las que no.

Párrafo aparte para el público: sacando a los fans de cada grupo en particular, el resto se aburría de las bandas y se concentraba en otras cosas, lo que nos hace preguntar: ¿nos importa la música? No hubo momento en donde encontrar un lugar para ver los shows sin que la gente hable constantemente. Desde La Femme hasta Air, parecía no importar quién estuviera arriba del escenario. Los protagonistas fueron otros: la ropa siempre estrafalaria, el look más extraño y la cerveza, que mucha gente no parecía abandonar mientras el grupo de turno tocaba.

Mas allá de gustos musicales, apoyamos el festival. Nos gustó que intenten hacer algo diferente. Nos gustó que intenten hacer un evento integral. Hay que mejorar detalles, pero desde el nombre hasta la organización, todo está hecho para que la música gane.

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azafatodegira.com

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