RESEÑAS
MUSE: ¡Tenían razón!

“No podés tocar así, con esa cara de puto” fue el grito de un casi cuarentón, amante de ZEPPELIN, que no salía de su asombro cuando, en un falso final, MATTHEW BELLAMY estropeaba la guitarra con Stockholm Syndrome , una joya que rememora la fiereza de BLACK SABATH y obliga el headbanging.
“Héroe del año” fue el premio de la prestigiosa revista NEW MUSICAL EXPRESS para el violero, cantante y pianista de MUSE, y dan ganas de subirse a esa fantástica calificación para describir a este muchachito de tramposo look emo e incluir a sus esplendidos laderos, el bajista CHRIS WOLSTENHOLME y DOMINIC HOWARD en la batería.
Porque será difícil olvidar la noche del miércoles 23 de julio –también se presentaron el jueves- para los que pudieron disfrutar de uno de los shows más inquietantes del último lustro, en la intimidad del Gran Rex, cuando este trío inglés vino a mostrar su último CD/DVD, “HAARP”, que documenta dos presentaciones en Wembley de 2007.
Es que MUSE es una de las bandas más importantes de la escena mundial, aunque Argentina casi ni los haya oído nombrar, y entregó casi 100 minutos de guitarras setentistas –“Whole Lotta Love” de ZEPPELIN incluída- , un bajo podrido de distorsión en comunión con el machaque de la batería, la épica teatral de QUEEN siendo BELLAMY el que se sienta al piano, con su voz profunda que rememora a un THOM YORKE no tan preocupado.
Pero todos estos ingredientes han sido filtrados de actualidad con vestigios del rock industrial en bases demoledoras, y la colaboración de un cuarto integrante que aporta sonoridad futurista desde las programaciones. Cuando suena Hysteria , se degustan todos estos sabores de un solo bocado.
Y también se puede seguir sumándole árboles a este bosque. Sí, porque se agrega PINK FLOYD, con intros como la de “Felling Good”, donde el héroe sentado en el piano canta por un altoparlante; y a DEPECHE MODE en “Butteflies and Hurricanes”, con ese dramático swing, o a la teatralización de la música clásica, teniendo la certeza de que BELLAMY tiene esa formación cuando toma asiento frente a las teclas.
Decenas de turistas, mezclados con seguidores locales, se sumergen en el show, cantando todas las letras y ensimismándose con los sonidos, instantes antes los acomodadores del teatro los increpaban pidiéndoles propina.
El grito no es el local, sino el de una porrista de película gringa: “uuuh” –y no “oooh”- se escucha cuando los primeros acordes de una marchita llamada “Invincible” aparecen reflejando en la inmensa pantalla -que acompañó a la banda toda la noche- todo tipo de manifestaciones populares (desde fiestas hasta feroces represiones) mientras la percusión se va acelerando. Llega el punto en que las programaciones revientan todo por el aire, y el anfitrión hace chirrear a su guitarra para acompañar la potencia de HOWARD, que se enojó con sus platos.
Luego de aquella estruendosa “Stockholm Síndrome” que generaba admiración y derrumbaba el teatro, el final definitivo llegó con la potencia machacante de “Plug in Baby” y su bombardeo lumínico, más la legendaria y fantástica Knights of Cydonia, que vuelve en el tiempo para atravesar subido a un corsario toda la Edad Media en seis minutos.
Las noticias son más que buenas: pasó por un teatro argentino lo mejor del nuevo rock mundial, y en su mejor momento. En varios años habrán sido varios miles más los que estuvieron ahí, en esas dos noches, vibrando con MUSE.
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