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Ministry: poder, corrupción y mentiras

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Ministry desembarcó por primera vez en Argentina, el domingo en el Teatro Vorterix.

Si hay algo bueno que sacar del avance de la piratería en el mundo es que las bandas tuvieron que salir a trabajar mucho más. Sin vivir plenamente de las regalías y las ventas, muchos grupos se vieron forzados a resucitar sus carreras o buscar nuevos horizontes. Incluso las dos en muchos casos, tal es el ejemplo de Ministry.

Tras editar obras maestras como “Land of rape and honey”, “The mind is a terrible thing to taste” y “Psalm 69”, el grupo liderado por Al Jourgensen tuvo un par de traspiés durante los 90 para volver a lo más alto con su trilogía anti Bush para luego separarse para siempre en 2011. Ese «para siempre» duró hasta la muerte del legendario guitarrista Mike Saccia y el viejo Al decidió revivir su banda por última vez en honor a su compañero fallecido.

Y sí, tardó, pero Ministry llegó a Argentina. Ya no están las jaulas, las sobredosis ni los disturbios. pero Jourgensen dice “Acá estoy yo y tendremos nuestros años encima pero todavía los podemos pasar por arriba”. Por eso, de entrada, los músicos se despachan con cuatro canciones de su último disco, “From beer to eternity”; porque, 35 años después, estamos más enojados y violentos.

Sin darnos cuenta en el momento, el grupo elegiría un repaso casi cronológico de sus discos, desde lo más reciente hasta llegar a lo clásico. Obviando el disco “Relapse” , siguen con composiciones de “Rio grande blood”, tal vez el más celebrado de esa trilogía dedicada al ex presidente Bush que completaban los trabajos “The last sucker” y “Houses of the mole”. “Rio grande blood” y “Señor peligro” son recibidas con una creciente efusividad y un sonido que te aplasta adelante de todo, pero se distingue con claridad en el fondo.

Es que si bien ninguno de los miembros actuales de Ministry es histórico, el talento de figuras como el bajista Tony Campos y el guitarrista Sin Quirin hacen que el grupo suene como uno espera:  un audio seco y cortante proporcionado por un sinfín de riffs monolíticos. Si existe la banda de sonido del caos, Ministry la proporciona.

Es verdad, la mayoría del público supera los 30 años hace rato. Es por eso que si bien las canciones del período 2000 del grupo son bien recibidas, al sonar “NWO” o “Just One Fix” empieza otro recital. Ese caos, esa maldad, esa locura, esa banda peligrosa que uno veía en Ministry, se ve en esos escasos momentos.

“Esta canción la escribí hace 25 años y jodidamente todavía tiene relevancia”, dice Al sobre “NWO”, pero también podría haber sido “Thieves” o “So What”, o cualquiera de las canciones del repertorio. Y si bien hoy ya no exorciza sus demonios en el escenario y hasta disfruta de su trabajo, Jourgensen siempre canta con los dientes apretados.

Que llegaron tarde, que faltaron clásicos, que obviaron sus discos más exitosos, que no tendrían que haber vuelto, son algunas de las cosas que se pudieron escuchar en el público. Todo depende del punto de vista de cada uno, pero les aseguro que nadie salió decepcionado del teatro. Lo cierto es que el viejo Al no ha perdido sus mañas y no está dispuesto a ser un acto de nostalgia o un entretenimiento. No puede dejar Ministry porque él es Ministry, y mientras nadie abra la boca y el mundo sigue yendo barranca abajo, él va a ser el último en hundirse. Al menos lo hará gritando.

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azafatodegira.com

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