RESEÑAS

MIMI es una fiesta

Por  | 

En tren de hacer justicia con el vicio, EVARISTO CARRIEGO escribió que “La música es el vino hecho armonía”. Y mientras el vino corría, el que estaba empinando el vaso de cerveza, con el último suspiro miró en derredor el espacio raleado mientras sonaba una canción llamada “Frenesí” y no se daba cuenta que no iba a llegar a casa.

Es sorprendente como se va “de la nada a la gloria”. Aunque es cierto que el grupo MIMI MAURA está lejos de la gloria (como también a infinita distancia de la nada) es asombroso observar y tomar nota de un crecimiento que comenzó en nuestro país con abucheos y silbatinas (teloneando a FABULOSOS CADILLACS en El Santo, allá por el año 98) y hoy termina cerrando una etapa con los acordes finales y triunfales de estas dos fechas en el bolichito de La Trastienda.

MIMI ACEVEDO, disfrazada de geisha pampeana, atraviesa la calle Balcarce detrás de un tropel de supuestos músicos también disfrazados. Un tango desvirtuado hace de introducción y cuando finaliza se abre el telón en una secuencia casi Kafkiana. No hay que temerle al tiempo, ya que el recital comienza a la una de la mañana.

Cuando al principio hablábamos de vino y de música, hablábamos lisa y llanamente de MIMI MAURA. El show estuvo armado básicamente por temas de la última época de la banda. Canciones que formaron parte de su última producción llamada “Frenesí” y que estuvieron al frente del pelotón, intercaladas con canciones de su primera época como “La huella” o “Jay yo me muero” y “El apartamento”.

Si bien el mejor disco de la corta carrera de la banda es, en mi opinión, “Raíces de Pasión”, ese que produjo RICARDO MOLLO y en el cual canta a dúo con la puertorriqueña el tema “Qué te pedí”, los temas de “Frenesí” parecerían que con la escucha in situ adquieren la gracia perdida en el estudio. Es así que la banda mostró un lado que venía ocultando y que fue una especie de costado power. Los solos de batería del ex – Cadillac FERNANDO RICCIARDI, o el timbre de la trompeta de HUGO LOBO, fueron los que mantuvieron a la banda en un nivel relativamente alto, teniendo en cuenta las presentaciones anteriores del grupo en el mismo lugar.

A la hora del show

No suenan los temas más reconocidos de MIMI MAURA excepto por “Yo no lloro más” y “Misterio”. La política de la banda parece ser llevada adelante por el cabecilla-líder SERGIO ROTMAN. El barbudo parece ser por estos días un padre de familia ecuánime y enfundado de la probidad necesaria, contrastando con su imagen de los primeros años arriba del bondi cadillac con canciones que hicieron historia. Porque si hubo alguien en los FABULOSOS CADILLACS que compuso buenas canciones, ese fue SERGIO ROTMAN. ROTMAN fue el que siguió fabricando en los tiempos de naufragios fabulosos, temas maravillosos como “Amnesia” o “Miami”, para después despacharse con eso de que en los CADILLACS había “una guerra de egos”.

Así como “la literatura ha perdido en estos tiempos la necesidad de cohibir al lector” y la música de estos tiempos parece encaminarse por el mismo camino, todavía quedan vestigios de salvación y antros de desprestigio ante una métrica establecida. Algunos de los temas que siguen sonando y ven bailar a MIMI MAURA son “Vente conmigo”, “Leyenda” y todo se termina con “Monotonía”. En el medio de la velada los flashes de las cámaras de fotos hacen que la música quede también un poco paralizada.

“Dulces sueños”, “Frenesí” y “Comienzo final” son otros que suenan y que establecen con el frío publico que sigue a la banda, un ida y vuelta constante. Aquí no hay pogos, remeras de LOS REDONDOS ni cinco guita para el bondi. A la salida abre el boliche de moda y nos vamos todos para allá después de ver al grupo de moda y comentar la lectura de “El Código Da Vinci”.

Terminó el recital de MIMI MAURA y me retiro robándole a JACK KEROUAC: “Y yo me vuelvo a casa, habiendo perdido su amor”. Y escribiendo esta nota.