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Meshuggah: Arrancando las tripas
Meshuggah se presentó por primera vez en Argentina para brindar un colosal show en cuanto a lo sonoro y lumínico. A pesar de la poca comunicación, los suecos extremos se ganaron al público local, que al fin sació sus ganas de verlos en vivo.
El debut de Meshuggah en Buenos Aires se llevó a cabo en Groove; los suecos se hicieron esperar y las arengas previas subieron las ansias del público. No fue hasta pasadas las nueve y media cuando por fin las luces se apagaron y la agrupación de Jens Kidman comenzara a detonar cerebros.
La banda eligió “Swarm” para entrar en calor, un comienzo tranquilo que iría subiendo en intensidad a lo largo de la noche; la locura real la inauguró “Combustion”, pogueada como un clásico. De esta manera, la lista se basó principalmente en los últimos discos, “obZen” (2008) y “Koloss” (2012). Lo más añejo que desnucó fue “New Millenium Cyanide Christ”, de la placa “Chaosphere” (1998).
Poseedores de un perfeccionismo envidiable, Meshuggah no defraudó en cuanto al audio y pudo imponer su pared de sonido denso sin problemas. Había expectativas, claro. El escenario sólo estaba decorado con imágenes del último cd; para quien fuera a buscar destreza física o un plus visual, no habrá sido su mejor concierto. En cambio, quien fue a buscar un trance o un hipnotismo de brutalidad sónica, la propuesta de seguro lo dejó muy satisfecho.
Parcos y de pocas palabras, los suecos saben que el mejor idioma es la música. Por eso, luego de las siniestras “Rational Gaze”, “Obzen” y “Lethargica”, arremetieron con un doblete infernal de la mano de los indiscutibles “I´m Colossus” y “Bleed”. A esa altura la audiencia se las arreglaba para imponer el cántico “ooh” en los pasajes del guitarrista Fedrik Thordendal. La formación la completan Tomas Haake (batería), Dick Lövgren (bajo) y Mårten Hagström (guitarra rítmica).
Estos cinco metaleros a sueldo casi no se dejaron ver en toda la noche, debido a los contraluces y sombras que ocultaban sus rostros; lo de esta agrupación pasa por otro lado. Meshuggah, a la vez que hace sacudir cabezas, también crea atmósferas en la mente. Así fue que “Dancers to a Discordant System” sonó antes de ir al bis. El publicó permaneció hambriento de más y la agrupación volvió con “Mind’s Mirror”, previamente armando un intimidante clima con su intro, el cual mantuvo en vilo a todo el recinto.
“In Death is Life” e “In Death is Death”, dos perlas del disco “Catch 33” -para entendidos- cerraron con broche la jornada de hora y media de una aplanadora del groove metal. Se sintió que el tiempo pasó más rápido que lo esperado. Messhugah se despidió formalmente con todas las luces encendidas y desplegando una bandera de los fans argentinos. El último en irse fue el batero, que se quedó tirando palillos y viendo cómo se mataban insanamente por alcanzar ese tan preciado objeto todo húmedo y deteriorado. Por esto no es casualidad que Meshuggah quiere decir “lunático” en hebreo.
*Fotos por Fabiana Solano
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