EDITORIAL

Medio siglo no es nada

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Un taurino con carácter, que terminó irrumpiendo en la escena under argentina para hacernos entender lo que es realmente el rock.

Un tipo que nació en Italia, estudió en Escocia, y que le marcó la vida a muchos argentinos…
Algo extraño, pero no menos verídico, que vivió a mil cada momento de su corta vida, con ideales, pero de esos que se mantienen siempre.

Un tipo que se rapó porque se le cantó, y no por moda, un tipo que escribió lo que quiso, porque realmente lo sintió, y no porque le sería rentable, un tipo que no hizo hipocresía ni de sus letras, ni de su música. Que siguió caminando por las calles con su campera, sus jeans rotos y sus anteojos desde que llegó hasta que se fue.

El tipo se retiró, pero solo físicamente, dijo basta, y se fue, dejando sus letras, su música, su ideología: Dejando su arte.

También dejó muchísimos hijos, que luego se emanciparon, formaron sus bandas, y trataron de parecerse un poco a él, o al menos tenerlo como padre fundador de ese movimiento rockero al que empezaron a adherir.

El tipo vino para alejarse de la heroína, se radico acá, formó su banda e hizo lo que quiso.

Gran desencanto con Inglaterra…

¿Que importa?, si él quiere cantar en inglés lo va a hacer, si quiere entrar a su recital con una botella de ginebra también lo va a hacer, si te quiere putear, lo va a hacer y en la cara.

El tipo vino, escapando de un vicio, y envició a otros. Seguramente sin darse cuenta, pero es innegable que el legado de LUCA para muchos, incluyéndome, es un vicio. Es un vicio analizar su música, sus melodías, lo que nos decía a través de sus letras. Sigue siendo un vicio poner ese cd que ya escuchamos hasta el hartazgo, pero que sigue teniendo cosas maravillosas, inigualables, e inexplicables.

El tipo vino, armó su banda, se cagó de risa de todo el mundo, y se marcho con una muerte extraña, llena de interrogantes, de esos que sólo las muertes de los grandes tienen, y con una vigencia que sólo esos grandes hacen perdurar.

Hoy cumple medio siglo, me gustaría podérmelo cruzar por la calle e intercambiar algo, una puteada, un abrazo, lo que fuera. No es posible, entonces le rindo, y rendimos, este minúsculo homenaje a comparación de su mayúsculo y majestuoso cruce que modificó la vida de muchos de nosotros.

Salud, y por muchos más pelado!

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