ENTREVISTAS
Massacre, a las piñas

“Pío, pío, pío, pío, pío, pá / siempre en primavera hay felicidad”, cantaba Ringo Bonavena allá por la década del 60. La tarde del primer miércoles de septiembre estuvo en sintonía con aquel estribillo: el sol estallaba sobre cada centímetro de Buenos Aires, mientras que el ruido sordo de los colectivos se mezclaba con el silencio de las calles de San Telmo. Por allí, en una terraza, esperaban Walas y Charly, de Massacre, para hablar del disco que acaban de lanzar y que homenajea a los puños y la actitud de Oscar Natalio Bonavena, treinta y cinco años después de su asesinato.
Luego de las extensas giras que los llevaron a presentar el exitoso “El mamut”, durante el último verano se guardaron en estudios para, en un par de meses, redondear “Ringo”: un disco que en su imaginario le da lugar no sólo a Bonavena, sino también a la poeta uruguaya Marosa di Giorgio (velada en los versos surrealistas de “Luna elástica”); “ejercicios de estilo tipo Jesus & Mary Chain, The Cure y Joy Division” (Walas dixit) que redondean el track “Celebrity”; momias, robots y pirámides de Teotihuacan; Buenos Aires a través del subte (“Lo mío no es tan grave”); una “Celebrity” con el ego tan grande que cabe en una cajita de Tic-Tac…
Walas habla y frunce el ceño porque el sol le da de lleno en la cara. El gorrito de lana azul que tiene no parece tan apropiado para protegerse como sí lo son las impresionantes gafas de cristales amarillos de Charly. “La gente nos descubrió, le empezó a gustar Massacre y se dio cuenta de que somos una figura necesaria dentro de la cultura, el espectáculo y el ambiente rock”, reflexionan sobre la popularidad actual de Massacre, creciente en los últimos cuatro años. La misma distancia entre un mandato presidencial y otro es la que hubo entre los últimos dos discos de su grupo; en ese mismo lapso se fue concretando el salto, de la mano de una (sobre) exposición que los tuvo en tapas de revistas (incluyendo el último número de la Muy Interesante), radios, festivales…“Si no existiera Massacre, habría que inventarnos para que estemos dentro del rock mundial. Los componentes que tenemos nosotros son absolutamente singulares: la forma de componer, las estructuras, los sonidos, las violas, las texturas, la lírica, la performance nuestra no puede ser reemplazada por otra. Somos absolutamente únicos, somos esas bandas de las que no hay dos en el mundo, como Sonic Youth, Jane’s Adicction, Pixies…. Por suerte, y lo digo sin falsa soberbia ni falsa modestia, no hay dos Massacre”, cierra Walas.
¿Cómo influyó el uso masivo del mp3 en la popularidad actual de Massacre?
Walas: Nos encanta que compren el disco para apoyarnos, para escuchar como suena bien en serio. Pero la forma de llegar, hoy en día, es el doble click. Todo es tan inmediato, tan dinámico, tan efímero y tan rápido, que vos llegás a lo que querés a través de una canción que dura tres o cuatro minutos. Y si te gusta, la pasás a apreciar y pasás a hacerte fanático de esa banda. Por eso es que hoy la pasión es más efímera: pasás muy rápidamente de enamorarte de una cosa a otra. Antes uno se apropiaba de algo y formaba parte, tenía cierta pertenencia; en cambio, hoy, esos cuatro minutos y ese doble click, equivalen a lo que te gusta ahora, aunque dentro de diez minutos venga otra cosa.
¿Y cómo se paran frente a un público, por lo general inferior en edad con respecto a ustedes, teniendo en cuenta la responsabilidad que eso conlleva?
Walas: Es una responsabilidad ser un referente. Nosotros no somos ni demagógicos ni panfletarios, siempre pasamos todo por la metáfora y la multiplicidad de interpretación. Llenar estadios es un símbolo de que hay gente que acata, escucha y le gusta nuestra propuesta, les genera algún tipo de representatividad. Somos conscientes de que hay gente que nos sigue y que si un pibe de 18 años se pone la remera de Massacre es porque más o menos quiere ser como nosotros. Entonces vemos qué hacemos al respecto. Hay cosas concretas que yo digo en todas las ciudades del mundo, y es que si nos hacen adictos a ciertas boludeces del marketing, después es muy fácil hacerse adicto a la merca o al paco. La forma que utilizamos para bajar una línea ideológica es la satirización del marketing y la publicidad, que en definitiva son voceros del sistema. Entonces, yo gasto a las publicidades de shampoo, con esas expertas en rulos, para que el pibe piense ‘si me versean con esto, también lo hacen con cosas más importantes’, que son, por ejemplo, las campañas políticas. Si me dicen que Lía Hassan es la experta en rulos teñidos y qué sé yo, y esa mina no existe porque es un verso del marketing, también me va a versear el tipo que me pide no sé cuántos votos para no sé qué. La publicidad es un verso, te venden mentiras y lo digo para que un pibe piense ‘esto también es mentira’, cuando se enfrente a cosas más importantes y más trascendentes. Trato de ofrecer una defensa.
¿En qué momento de la creación del disco apareció la figura de Ringo?
Walas: Siempre arrancamos primero con la música; es una materia en la que nos sacamos 10 puntos. Después viene el contenido, el concepto, la lírica. Ringo entró a último momento. Es un título corto, contundente, con simbología. Es un homenaje a lo cotidiano, lo cercano, a Buenos Aires, a una cosa que nos queda a diez cuadras de nuestra casa; lo disfuncional, lo sin molde. Es homenajearnos a nosotros mismos, porque Ringo es el exiliado, es al que le sacaron la licencia para pelear y después se la volvieron a dar. A nosotros, durante muchos años, se nos negó el carnet del rock nacional. Y ahora se nos otorgó.
¿Cómo trabajaron las canciones de “Ringo”?
Charly: A nosotros siempre nos gustó la complejidad, los temas larg
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