RESEÑAS
Maestro de ceremonias

¿Se acuerdan del trip hop? Ese género que durante los 90 fue lo más avant garde del mainstream y del que todos sus creadores renegaron. Tricky no fue la excepción. Renegó de todo: de su banda (Massive Attack), de su fama, de sus críticas, del medio, del periodismo, de su obra. Tal vez porque todo le importa demasiado para tomarlo a la ligera.
Dos años después de su primera visita volvió en mejor estado que nunca. Después de revolucionar la segunda década de los 90, especialmente con su debut “Maxinquaye”, Tricky pareció perder el rumbo y sacó un par de discos olvidables, se tomó un largo silencio discográfico y retomó el camino con “Knowle West Boy” y “Mixed Race”, que logran ponerse entre lo mejor de su obra.
En vivo elige delegar; sería imposible encargarse de todos los sonidos. Y no creo que sea la clase de tipo que se contente cantando detrás de una base programada. Si bien las influencias básicas son otras, el formato que elige es el de banda de rock: bajo, batería, guitarras, teclados y una cantante. Y él cantando, bailando y fumando ocasionalmente. Casi actuando como un director de orquesta de los suburbios, guiando el Groove y aportando sus partes en los momentos claves. Básicamente la música de Tricky apunta hacia donde debería haber evolucionado el hip hop. Pero no es americano, es inglés, de la tierra del rock, del heavy metal, del punk. Y todo eso se ve reflejado en el show en vivo, a través del repertorio y los covers elegidos; extractos de Public enemy, XTC y Motorhead, con una versión de “Ace of Spades” con el público bailando arriba del escenario. Realmente se entiende el concepto de lo que llaman M.C.: Maestro de ceremonias.
Abajo el variopinto público responde: están los rockeros pogueando, los colgados barbudos de siempre, habitués de show de Los Natas, las chicas de Palermo híper producidas, que hace que uno se pregunte si saben a quién están viendo. Sea lo que sea, el groove es demasiado hipnótico e intenso para que no te afecte; casi sexual. Si tuvieran algún tipo de proyecciones psicodélicas atrás, sumaría a la experiencia del show. Aunque, tal vez, Tricky no quiere nada que distraiga y que la protagonista exclusiva sea la música; ni siquiera él. Por eso cuando la gente sube al escenario y trata de tomarse fotos con él, decide escaparse.
A grueso modo la banda es impulsada por teclados y batería. El bajo y guitarra cumplen el trabajo de adornar sutilmente esos sonidos y darles más intensidad cuando lo requieren. Él no es un hombre de muchas palabras; ante cada interpretación parece estar en trance. Debe tener que ver con la cantidad de drogas que deben tener todos encima. “Overcome”, “Pumpkin”, “Puppy toy”: todos temas creados bajo y para el consumo de estupefacientes.
Para “Ghetto Stars” revierte la situación: la gente arriba y él abajo. De un salto aterriza en los brazos de la gente que queda abajo y es llevado en alza hasta el fondo. Se le vieron caer algunas lágrimas al morocho. Parece que las cosas lo afectan en serio.
Gran show de Tricky. Un artista que rehúsa de todo para no hacer enojar a su musa. Por más que él no quiera, el género que ayudó a crear sigue vigente. La mayoría de sus exponentes nos han visitado. Sería bueno que el círculo se cierre con una visita de Portishead.
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