RESEÑAS

Los Tipitos existen: yo los vi, yo los vi

Por  | 

Aplausos domingueros acompañaban una fanatizada espera. No era fervor patriótico de un 25 de mayo, ni tampoco alientos esperanzados a un reciente asumido Presidente. El reloj marcaba las ocho y media de la noche cuando las luces de la sala del Teatro Ateneo se apagaron, y los aplausos consiguieron lo que buscaban.

Cuatro pequeños tipitos salieron de la oscuridad, caminando silenciosamente para distribuirse en sus posiciones cardinales dentro del escenario. Hacia el sur PABLO TEVEZ se adueñó de la batería. En el medio RAUL RUFFINO se hizo cargo de la voz y la viola. A su izquierda WALTER “Willy” PIANCOLI tomó por ahora su guitarra, y en el oeste FEDE “Bocha” BUGALLO enfundó su bajo.

El bullicio cedió su paso a los primeros acordes melódicos de la nueva Malvin. Y el desbordante público, que colmó el espacio físico del teatro, fue testigo de la mutación: estas pequeñas figuras se transformaron en gigantes monstruos musicales. Pero no son estatuas inalcanzables arriba de un pedestal, ellos están ahí, cercanos, comunicándose mano a mano con su gente.

En el fondo, no dejan de ser simples tipitos que contribuyen con su aporte a la sociedad, ofreciendo eso que mejor les sale: hacer rock para entretener a una Argentina que pide a gritos distracción.

Mírate como has crecido

WALTER cambia su guitarra por los teclados, y toma el timón del micrófono para deleitar con Montiel 134. Un realista cuadro musical descriptivo de la vida cotidiana “cuando un centavo es fortuna”. Bien podría ser eco de recuerdos vividos por la banda cuando allá por el año 1996, abandonaron la Mar del Plata que los vio nacer, para instalarse en una vieja casa chorizo de la Gran Capital, carenciada de agua y gas. Y todo soportado por el sueño que cargaban en sus mochilas aventureras: concretar la grabación de lo que fue su placa debut, LOS TIPITOS, apadrinada por LEON GIECO.

RAUL retoma la voz y llega la canción que le brindó el título a su segundo trabajo discográfico independiente: Cocrouchis, para el delirio de los más antiguos seguidores, quienes formaron una de las barras bravas tipiteras inspirando su nombre en ella: las cucarachas del sur. Raúl las nombra y les agradece el trapo que abandera la delantera del escenario, y respetuoso de sus fanas, tampoco se olvida de otros grupos fieles como Las Polillas, La vagancia de Abraham y la Vanguardia de Tanatos. Delirio tipitero al máximo.

Después de la devoción, se escuchan originales arreglos de teclados. Una y una: otra vez WILLY, hace brillar su voz y sus manos mágicas en la emotiva Decisiones o sentencias, la que forma parte del tan madurado tercer disco de la banda: Vintage.

También hay lugar para un rock más suburbial que llega con La cara del asesino en la retina del cadáver, más conocida como Manos. Una de las primeras canciones, compuesta en base a un personaje paralítico de las esquinas barriales, esas que transitaban cuando todavía no eran quienes son ahora, sino que se hacían llamar Los penes erectos.

En Marcando la bobera, FEDE tiene el lujo de despojarse de su bajo para que el invitado estrella de la noche, JAVIER MALOSETTI, se hiciera cargo del instrumento, majestuosamente. Después de un solo infernal, se fue por donde llegó, totalmente ovacionado.

Un simpático Fede, que dialogó y bromeó en varias oportunidades con el público, presentó el siguiente tema confesando: “RAUL tiene todas sus raíces puestas en esta canción”. Es que RAUL desembarcó desde su Chaco natal con su “Corazón del litoral que espera que los chicos del futuro todo lo cambien”. Un chámame exquisito que despertó una inocente alegría.

Y el paseo seguía recorriendo todos los rincones de su historia discográfica. Hubo lugar para rememorar cantos que recitaban arriba de colectivos como El sueño de la mujer, y para canciones más gastadas como Pasillo de silencio y 20 centavos, o la maravillosa oda sinfónica dedicada al monstruo del Lago Ness que es El abominable hombre de las nieves (Sawash). “Fotos que están bien, manchas que no hay, algo en que creer”.

Amor: de eso está hecha la vida

Y llega el turno del amor. WILLY dijo que el amor es una bestia buena, abominable. FEDE confesó que él iba al conservatorio solo para levantarse minas. Y RAUL entonó: “Ahora ya se fue y estoy cansado, mi mente no paró de repetir…” en una voz casi sollozante. Gritos en el público que la reconoce, es el hitazo romántico con aires “calamarenses” Flasheadito.

Una a una las estrofas de esta balada van cargando de sentimientos, hasta explotar en una emoción asfixiante con el estribillo, momento de éxtasis en el cual se encendieron y apagaron, fugaces, las luces de la sala. Iluminaron la inmutabilidad del público todo que, conmocionado, lo miraba a El en su soledad: compenetrado en su sentida voz.

Y el clima emotivo que despertó esta canción no se cortó porque continuó una seguidilla de canciones fuertes que llegaron a todos los corazones: la triste Purgatorio y la costumbrista El poli, que toma el cliché de la policía, pero desde una perspectiva más humana.

Una juventud identificada con el compositor, Raúl, corea “ni amigos ni enemigos, entre vos y yo un abismo, tu cultura no es mi culpa”.

“Los tipitos existen, yo los vi, yo los vi”, cambia la armonía reinante por un rock más heavy. También están presentes los temas con pinceladas tristes que remontan a otra realidad de encierro, donde se sueña con una fuga hacia la vida de sol. Y para interpretarlas nadie mejor que el experimentado poeta con un pasado, WALTER PIANCIOLI.

Con sus huesos al descubierto canta Casa nueva, y otro de los hits: el tumbero Basta para mí, que fue repetido palabra por palabra, para devolverle la fe al querido WILLY, que en otras épocas pensó al escribirla: “si nadie esta dispuesto a dar un mango por esto que soy yo, y me quiero reír”.

En formato acústico

RAUL va a descansar su voz. Quedan WILLY y FEDE al mando de los teclados, y la voz dulce del batero PABLO TEVEZ, haciendo su canción Solo me tropezé. En Felicidad, otra vez JAVIER MALOSETTI demuestra su poder con el bajo. Y vuelve RAUL con su guitarra acústica para cantar la nocturna Cuervos. Mientras, dos plomos colocan una mesa íntima con velas y copas con agua a un costado del escenario. Pronto se desvela la razón. PABLO y WALTER se sientan en ella a crear sonidos experimentales logrados por el ruido del agua rozando las copas de cristal.

Este es el marco para que RAUL invite a alguna chica del público a subir para acompañarlo en la segunda parte de Reality Show. La cobardía gana, alguien grita: queremos escucharte a vos. Y larga nomás, con todo el dolor de “agosto pide a gritos…”. El resultado: el cierre novedoso y ultraoriginal de una sección acústica que demuestra una veta de LOS TIPITOS que les sale de novela, y a la que volverán todos los martes a partir del 27/05 en el Marquee, movidos por el éxito rotundo del año pasado.

Y se armó la fiesta: Algo que despabilar

La segunda parte del recital arrancó con la nuevas Balvanera (manos libres) y Nada es verdad. El pogo comenzó a formarse en el pasillo delantero de la primera fila de butacas. Y así pasaron: Sin destino, la cortina radial del programa que tenía CARLA RITROVATO en la Rock and pop. Una mezcla de rap y balada fusionada en Cómo un dragón. Las ganas contenidas de descontrol abrieron sus compuertas finalmente en Nena, seguida por un rocanrol clásico y con juegos vocales de Polillas.

El Villano Mini subió a compartir el sonido d,El domingo 25 de mayo en el Teatro ND Ateneo tuvo lugar la segunda presentación del show más importante que dio esta banda de rock desde que se formó hace ya diez años. A sala completa los dos días (sábado y domingo) reunieron a toda su gente de siempre y a esos gesellinos que se les van uniendo en cada verano en la mítica 3 y 106.

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión