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Los Fabulosos Cadillacs: Cosecharás tu siembra

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El sábado, la legendaria banda cerró el año con un vibrante show en el Luna Park.

Los Fabulosos Cadillacs parecen tener mil vidas, renaciendo constantemente. Lo hicieron cuando dejaron de lado el ska y abrazaron la música latinoamericana. Lo hicieron también cuando se separaron de esas influencias para poder captar todas esas otras músicas que estaban ahí, jugando con géneros que les eran ajenos. Se separaron y luego volvieron con más éxito que nunca, llenando estadios por todo el mundo gracias a un catálogo imbatible. Y justo cuando pensábamos que se dedicarían a vivir, merecidamente, de glorias pasadas, se despachan con una ambiciosa ópera rock, marcando un nuevo hito es su carrera e incorporando a sus hijos como parte estable del grupo. En el universo Cadillac nada es predecible.

Ni bien empieza el concierto con “Yo quiero morirme acá” y “Mi novia se cayó en un pozo ciego” vemos a una banda que suena más furiosa y fresca que nunca. La incursión de los hijos de Vicentico y Flavio, Florián en guitarra y Astor en batería y bajo respectivamente, les ha inyectado una dosis de adrenalina casi palpable. La guitarra de Florián tiene un protagonismo que no se escuchaba desde las épocas en que Ariel Minimal se encargaba de ese instrumento. E incluso Flavio se hace cargo de la guitarra rítmica por momentos, para enfatizar la idea. Por su lado, Astor es energía pura; corriendo de un lado a otro con el bajo o pegándole a los parches cual baterista de heavy metal. Pero hay algo en lo que no se han equivocado: no es solo fuerza bruta; la energía y la musicalidad llegan en dosis justas, cada una.

Esta adrenalina tal vez fue el fuego necesario para concretar “La salvación de Solo y Juan”, que no solo es el nuevo disco de la banda; marca un nuevo capítulo en la historia del grupo. Cerca de “Tommy” de The Who, la ópera no remite a nada que los músicos hayan hecho antes. Si bien se notan las influencias de siempre, como puede ser la de Specials en “Averno, el fantasma”, el disco entrega una nueva sonoridad. Es realmente complicado entregar tantas canciones nuevas y raras a un público que quiere bailar, pero ellos lo logran con maestría. Con un sonido cristalino, guitarras al frente, armonías de voces y el aporte de Wallas de Massacre para varias de estas canciones, casi que lo mejor del show es el bloque dedicado al disco nuevo.

Decimos casi porque es muy difícil hacerle sombra al catálogo Cadillac. De “El aguijón” a “Saco Azul”, de “Mal bicho” a “Basta de llamarme así” y “Mañana en el abasto” (las dos con Daniel Melingo) la banda se pasea por todos los géneros posibles con la mayor naturalidad. De la madurez de “No era para vos” a la fiesta de “Belcha” o “Yo te avise” con Luciano Jr, o El Tirri para el gran público.

Las grandes bandas son las que hacen sus propias reglas y en ese sentido ellos siempre han empujado los límites. Más allá de la fiesta y la nostalgia que representa su concierto, los Cadillacs son actuales, hacen música actual y entregan un concierto al que uno asiste y paga con gusto. Después de no verlos por un par de años, podemos confirmar que Los Fabulosos Cadillacs siguen sacándole varias cabezas al resto. En cualquier aspecto posible.

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azafatodegira.com

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