
SHOWS
Los amigos de Ricardo
Hacía un buen tiempo que no se veía un recital de Almafuerte ante tanto público; las entradas, completamente agotadas. No había ni una popular, ni un campo, ni una platea para nadie más. El viernes, Obras fue un auténtico hervidero; afuera, gente sufriendo por ahogarse con los que estaban dentro, que se pegoteaban unos contra otros en esa olla inapagable, insoportable, mortífera. Tal vez, la convocatoria tuvo algo que ver con una nueva entrevista de Ricardo Iorio con Beto Casella; en ella, además de hacer reír no solo a sus fanáticos sino también a las abuelas de ellos, el cantante prometió una despedida de año con amigos de la talla de Skay y Chizzo, por ejemplo.
Si gozará de la simpatía de la voz de la banda el periodista en cuestión, que apareció sobre el escenario junto con el grupo para presentarlo. Pero, acaso asustado ante tanto furor incontenible que manaba de la gente enardecida ante la inminencia de metal pesado, se olvidó de hacer lo que debía: no gritó “¡Con ustedes… Almafuerte!” sino que dijo alguna de sus frases de pretendido tipo de barrio (seguramente lo es, pero que trate de demostrarlo lo contradice), como que “si pasa una vez puede no pasar dos pero que si pasa dos pasará tres” y también recordó algún pensamiento de Iorio, como que “las cosas se dan por añadidura”.
Lo que importaba es que la música debía empezar y, como se remarcó, el marco de lleno total, el fin de año, las promesas de un show especial, el calor y Beto Casella debían ser vencidos con una explosión del poder de Almafuerte en vivo; sin embargo, y lamentablemente, el sonido empezó mal (y continuaría, después, de regular a aceptable): “Triunfo”, la primera canción de todas, prácticamente no se escuchó. Y si habrá fallado la cosa que el público, ahora más en llamas, se unió a cantar no el tema sino algo así: “Subí el volumen la puta que lo parió”. Es un pecado que un grupo con el poder de éste no pueda disfrutarse por cuestiones técnicas. Es una lástima, también, que Iorio haya insisto con cantar “Cumpliendo mi destino”, donde eleva la figura de Mohamed Alí Seineldín y toma de este fallecido militar que puede haber caballo verde más no uno de ellos honestos, en referencia a los judíos.
Situaciones lamentables al margen, el primer invitado de la noche fue Willy Quiroga, que apareció para entonar un tema de su Vox Dei: “Ritmo y blues con armónica”. Cabe recordar que esta canción fue una de las versionadas por Iorio en su (muy buen) disco solista, “Ayer deseo, hoy realidad”; mientras Willy hizo lo suyo, el cantante de Almafuerte se fue “a tomar un Amargo Serrano” a un costado del escenario, disfrutando como un espectador más. Lo mismo hizo el hombre bravo después, cuando aparecieron otros amigos suyos más: Manu Quieto, de Mancha de Rolando, para cantar “Unas estrofas más” y Ciro Pertusi, de Jauría, para hacerse cargo de “Pensando en llegar”. El primero, presentado como “la mejor persona, más bueno que Lassie; hasta si le pedís el culo te lo da”, la pasó más o menos ante la indiferencia del público; el ex Attaque 77, zapatillazos y escupitajos por doquier de por medio, la pasó decididamente mal.
Tal vez, hubiese sido más apropiado que Iorio no saliera del escenario y acompañase a sus invitados, sobre todo para no dejarles semejante compromiso; quedó claro que sus zapatos tienen cierto peso y no por la reacción del campo sino porque su ausencia se hizo sentir. Al parecer, no es fácil agarrar el micrófono de Almafuerte. Luego, el cantante sí compartió escena con otros invitados: el negro García López, anunciado como “el mejor guitarrista del país”, la rompió en “Debes saberlo” y se retiró ovacionado; Chizzo, la voz de La Renga, tocó la guitarra y cantó “Mano brava” en lo que fue de lo mejor de la noche, porque la suma de potencia de él más Almafuerte da un poder volcánico.
Dentro de lo más destacado estuvo, además, la parte acústica del show: fue memorable el homenaje a Carlos Gardel con “Me da pena confesarlo”, haciéndose oír un tango a viva voz por miles y miles de heavys. También estuvo un recuerdo de “Peso argento”, el álbum que Iorio hizo con Flavio Ciancirulo: la emocionante canción “Allí en Tilcara”. Sin embargo, y por supuesto, la electricidad dio lugar solo para diez minutos de tregua: después, llegaría la descarga final y clásica. “A vos amigo”, “Almafuerte”, “Sirva otra vuelta pulpero”. E, insistencia del público mediante, “El pibe tigre”; Iorio no daba más, pero la gente reclamó otra canción y el cantante, aunque exhausto, concedió. Noble gesto, como regalo de fin de año; no solo ese tema adicional sino el hecho de siempre hacer una fecha los últimos días, el 29 o el 30. Porque si falta fuerza para despedir el año o para encarar uno nuevo, Almafuerte te la da, amigazo.
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