RESEÑAS

Llorar o reír: esa es la cuestión

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Situación: Día viernes, horario after-office, zona céntrica. “¿Qué hacemos? ¿Vamos a La Trastienda? ¿Quién toca? CABEZONES Podría ser…”.

Doscientas personas se dieron cita en el coquetísimo reducto de San Telmo para ver a los santafesinos, quienes fueron hasta allí para dar a conocer sus flamantes canciones, editadas hace pocos días. Sin embargo, los primeros acordes de la noche correspondían a “Mi camino es ningún lugar” y “Hombre paranoico”, las cuales cuentan con ocho años de añejamiento.

El telón corrido permitía ver el bonito escenario, desprovisto de cualquier vallado de contención, decorado con telas rojas y negras que emulaban el arte del disco. También estamparon un CZS, otra sigla que continúa con la tendencia de industrializar en logos a las bandas rockeras.

Los CABEZONES cabían perfectamente allí, siendo dos guitarras, un bajo de cinco cuerdas, batería y un teclado acompañado por una moderna laptop. En el centro, el único sobreviviente de la formación original: la voz líder de CESAR ANDINO. Todos juntos, homenajearon a SODA STEREO al interpretar el clásico “Sueles dejarme solo”. Al no llegar a esos tonos agudos que lograba CERATI exigiendo su garganta, la performance vocal de CESAR ANDINO no fue del todo satisfactoria.

Si bien está bien acompañado, ANDINO será la figura excluyente de cualquier show de su banda. Quizás no cuente con el carisma suficiente para mover masas, pero todos los ojos se posan sobre él. Es de público conocimiento que estuvo involucrado en un accidente automovilístico que se cargó con la movilidad de sus piernas y con la motricidad de GABRIEL RUIZ DÍAZ. Verlo postrado, sujetado por el pie del micrófono, asistido permanentemente por dos colaboradores y escucharlo hablar con la garganta hecha un nudo, por lo menos conmociona.

Luego de “Globo”, introdujo “Pasajero en extinción” -lo más cercano a un hit que este grupo pudo cosechar-, agradeciendo por el aguante a PopArt, su público y la prensa (de nada, CÉSAR), además de anunciar la pronta salida de un compilado de “grandes éxitos”. El delicado manto de melancolía que se tendió sobre el lugar hizo que el cantante rompa en llanto.

Pese a interpretar alrededor de veinticinco canciones, el concierto no llegó a las dos horas de duración. Siempre es saludable para un recital que tenga la menor cantidad de cortes posibles, evitando así que se torne soporífero. Afortunadamente, no hubo más que un breve intervalo entre tema y tema, entonces todo se diluyó en el definitivo “Frágil”. Apoyado en unas muletas, ANDINO intentó un mosh para ponerle más lágrimas a la noche. Arrojó la bandana muy AXL ROSE que lució y se retiró con una tímida ovación.

Situación: Últimas horas del viernes, al filo de otro sábado. Puerta de La Trastienda. Ves salir un puñadito de emos y darkies, quizás bajoneados, quizás felices, nunca lo vas a saber. Sabés que dentro de un rato va a estar ALFREDO CASERO, un tipo que te dijeron que es un cago de la risa. Encarás a la boletería y preguntás. SOLD OUT.

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