LIBROS

Las páginas de Patti

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“Éramos unos niños” es, más que autobiografía o retrato de época, otra confirmación de Patti Smith como artista integral. Narra definitivamente la relación con su compañero de vida, el célebre fotógrafo Robert Mapplethorpe.

La editorial Lumen tuvo el noble gesto de editar esta obra que cuenta la historia de Patti y Robert de manera cronológica: sus fortuitos primeros encuentros en julio de 1967; sus años de convivencia en New York bajo una acechante inestabilidad económica; su búsqueda artística y sexual; su amistad con el paso de los años; y aquella certeza de que ambos lograrían vivir del arte. Al mismo tiempo, Patti mezcla sus intervenciones en la poesía, el teatro, la pintura e incluso, en otro orden, sus desventuras amorosas. Las canciones llegarían más tarde.

“Just kids” (tal es su título original, en inglés) destaca las mismas cualidades que nos hacen querer tanto a Patti y su música. Porque la narración tiene ritmo, gracia y poesía, además de un toque místico y profundo que la vuelve irresistible. También hay abundantes y graciosas anécdotas con una variada paleta de personajes de la cultura yanqui: desde Allen Ginsberg hasta Janis Joplin, pasando por Jim Carroll y Jimi Hendrix.

Sorprende la inagotable memoria de Smith para recordar con lujo de detalle tantos acontecimientos junto a Mapplethorpe. Su visión del fotógrafo es romántica y gentil. Lo describe como un sujeto complejo pero amigable, un niño criado en una familia católica y exigente, que encuentra en ella no sólo a su alma gemela, sino también a la persona que lo comprende y acompaña en su arte y en su liberación personal.

A través del desarrollo y el consiguiente éxito de sus prestigiosas carreras, el relato se diluye en un capítulo titulado “Cada uno por su lado, juntos”. Luego llegará la muerte de Robert, en 1989, a causa del SIDA. El final del libro es altamente conmovedor y bello pero, por supuesto, tendrán que leerlo: “Just kids” es lectura obligatoria.

Smith repite más de una vez en el relato una frase que su colega solía repetirle: “Patti, nadie ve el mundo como nosotros”. Por lo que se lee en “Éramos unos niños” (con lo que vimos, sentimos y oímos en sus obras), Robert tenía razón.

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