RESEÑAS

Las cosas simples de la vida

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El calendario cometió la injusticia de hacer que el Día del Trabajador cayera domingo, y así no hubo día laborable que se tornase en descanso. Sin embargo, y como de costumbre desde hace una parva de años, una banda se encargó de ofrecerse para animar los festejos de los laburantes; fiel a su discurso próximo al obrero y contrario a los trompas -y más aún si estos son gringos-, Almafuerte se presentó en El Teatro Flores por la noche, cuando ya se habían digerido “el tormento del vino artificial y su atmósfera parrillera” de otro 1 de mayo.

“Bendita TV”, el programa que nunca se pierde el Indio Solari y que conduce Beto Casella (amigo del propio Ricardo Iorio) tiene una sección en la que compiten imitadores de Cacho Castaña, Sandro y Ricardo Arjona; en nombre de esa amistad, el conductor podría convocar a Tito, la voz de Newen, a mostrar sus dotes de imitador del cantante de Almafuerte. Newen hizo las veces de soporte el domingo, y Tito sorprendió como una perfecta adaptación de un Iorio veinteañero: el pelo con la cresta, las formas de moverse, de afirmar el brazo, hasta las facciones y sobre todo la manera de entonar. Cuando el grupo terminó su momento, tocando “Muy cansado estoy” de V8, fue el sumun de la actuación: no había dudas, ahí estaba Iorio, víctima de un curioso caso como Benjamin Button.

Desde atrás del telón todavía sin correr, la voz de Almafuerte introdujo la fecha, por supuesto saludando a todos los trabajadores. Y de inmediato, sí, surgió la banda en acción, con “Triunfo”. Se veía al frontman (si se permite el término extranjero en este caso) sonriente y animado, y al resto del grupo como es usual también.

Desde hace ya varios años, desde la salida de “Toro y Pampa” (en 2006 precisamente), los recitales del conjunto son más o menos similares: “Debes saberlo”, “Pensando en llegar”, “La máquina de picar carne”, “Toro y Pampa”, “Dónde está mi corazón” y alguna que otra canción más de esa producción, como si su presentación no se terminara nunca, más clásicos que siempre se quieren escuchar. Y, de vez en cuando, alguna que pasa por sorpresa por no ser fija: el domingo, en ese sentido, se oyeron “El hombre peste” y “Las aguas turbias suben esta vez”.

Desde hace ya varios años, también, se va a ver a la banda tanto por su música como por el rol de animador que supo forjar su cantante; así, todos están esperando que haga algo, que diga algo, que insulte a este y a aquel, que declare bestialidades, que haga bromas. Que sea él. Y, desde ya, Iorio no defraudaría el domingo, sobre todo en una fecha como ésta. Arremetió contra Víctor Heredia, Teresa Parodi y hasta contra su propio amigo León Gieco por tocar para el gobierno; denunció que Paz Martínez “no tomó la comunión”; protestó que no se puede “coger tranquilo a un travesti” porque le “hincharían las pelotas todos”, al tiempo que se agarraba la entrepierna y explicaba que ahí había “material bélico”. Se quejó de que en El Teatro tenía que mear adentro de una lata y sacó pecho porque todos los equipos del grupo los ganaron “peso a peso” ellos mismos, a diferencia, otra vez, de Heredia, Parodi y Gieco; proclamó que ellos no bajan ningún discurso político y que sólo le cantan a la ruta, a la amistad, al asado y al vino: a las cosas simples de la vida. Ah, y también imitó e insultó a Juan Luis Guerra, al que invitó a chuparle “la pija desde la Luna” (!). Y todo rematado por un “alguien tiene que decirlo, muchachos”.

Pero no todo fue furia; asimismo, el frontman (ahora sí vale el término, y hasta showman quizás) ensayó unos números de actuación: por ejemplo, hizo como si un plomo le alcanzara un celular y él comenzara a hablar con alguien, y charlaron un poco de esto, de aquello, y de repente cortaron y él le dijo al público “Abran paso, por favor, que me dijo un amigo que entra ´La máquina de picar carne´”. Todo eso para introducir esa canción. Y así lo mismo con otra: “Me pasan un mensaje trastienda, che, que me está buscando un amigo. Y si me está buscando me encontrará… ¡a ver!”. Después, cuando presentó a unos amigos de la banda que fueron a ver el recital y pidió aplausos para ellos, porque se trataba de Juan Espósito, (baterista de El Reloj) y Walter Martínez (ex batero de Almafuerte), aprovechó para presentar falsamente también al “maestro del piano” Mariano Mores, a Calamaro y a Juan Luis Guerra. Y, obviamente, dijo que Calamaro no tomó la comunión e insistió con que Juan Luis Guerra le chupara la pija desde la Luna.

Sería injusto, de todos modos, quedarse con esa parte de Iorio y de Almafuerte porque lo mejor siguen siendo las canciones que escribió él, con música del Tano Marciello, y que junto al resto del conjunto, es decir Bin Valencia y Beto Cerioti, tocan fuerte y con ganas casi todos los fines de semana. Canciones como “Sé vos”, “Convide rutero”, “El visitante”, “El hombre peste”, “Almafuerte” y “El pibe tigre”, emocionan, mueven. Y la última de todas, la que cerró la noche, ni hablar: “A vos amigo”.

Iorio no se bajó del escenario sin avisar que a partir del lunes 2 de mayo, es decir desde ayer, la banda comenzaba finalmente a grabar su nuevo álbum; tiró un par de nombres posibles, en broma, como “Masa anestesiada egoísta” u otro que directamente era una puteada.

Hay un camión que está buenísimo, una vez este cronista lo vio próximo al Parque Centenario, estacionado: tiene ploteadas a la perfección todas las tapas de todos los discos de Almafuerte; algo así como los Mini Cooper de Kiss, pero camión y de Almafuerte. ¿Lo vieron algún día? Seguramente lo sepa, pero por las dudas habría que avisarle a su dueño que vaya haciendo espacio para agregarle un nuevo dibujo. Debe saberlo.

Redacción ElAcople.com

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