RESEÑAS
La venganza de los nerds

Qué amplitud musical la del Luna Park. El día después que se presenta uno de los tres tenores hay un festival de reggaeton. El miércoles fue inundado por Megadeth y las huestes locales del metal. El jueves con Moby parecía una sucursal de ropa rugbier. Gran salón multiuso.
Los que estuvieron en la presentación de 2005 saben que fue un show para la memoria. Ese concierto en que el mejor público del mundo hizo llorar de la emoción a una de las vocalistas.
Esta vez elige una banda más austera, casi íntegramente femenina. Un baterista, una tecladista (e increíble vocalista, además de ex novia de Moby) una violinista, una corista y una bajista que sorprendentemente es muy parecida y toca de la misma manera que Nerina Nicotra, bajista de Spinetta. Y Moby en guitarra y percusiones, por supuesto.
Es un tipo tímido, que sale con su remera de Joy Division como para demostrar de dónde viene. Y ni bien empieza el show explota el monstruo interno que lleva adentro.
“Extreme Ways” y “Bodyrock” son de las primeras. La banda suena impecable. La energía es intensa aunque el público parece estar más concentrado en tratar de no transpirar demasiado y no ensuciar la ropa.
Lo primero que se le escucha decir es “soy un gringo de Estados Unidos muy ignorante, no sé hablar mucho el español. Muchas gracias por todo. Estoy muy contento. Gracias”. Míralo vos, Moby demagógico. Uno tal vez tiene una imagen errónea del pelado. De todas maneras siempre fue un eterno bicho raro. Tímido. Vegetariano. Que encontró su refugio en la música. Hoy hace bailar a la gente que seguro lo tildaba de aburrido y raro. Como diría Bill Gates (?): “No maltrates a los nerds de tu clase, algún día serán tus jefes”.
Se nota que es un tipo que escuchó toda clase de música. Toda. Es un melómano declarado. Todo el tiempo tira riffs para los que están atentos. De Bowie a Metallica, muestra sus influencias todo el tiempo. Siempre hay espacio para algún cover, como el caso de “Walk on the wild side”, de Lou Reed. Tiene un dominio de escena y de show y de situación que asombra. Todo tiene cohesión dentro de la extensa gama de géneros que plantea su música. Desde momentos intimistas, bluseros y jazzeros a otros muy extremos y pesados. Y pasajes electrónicos muy intensos, convirtiendo el estadio en una pista de baile gigante. Es un recital extremadamente grandilocuente, casi pensado para estadios grandes. Tan Glastonbury que el efecto en un lugar cerrado es enorme. Baja y sube por requerimiento. Si bien es mayormente electrónico, se nota que está hecha por tipos rockeros. La electrónica de Prodigy, de Chemical Brothers; ese “Big beat” pensado en grande que el público parece aceptar más. “We are all made of stars” o “Natural Blues” se reciben con grandeza, pero es con temas más viejos como “Go” donde los presentes realmente se encienden, y sí, empiezan a transpirar las chombas.
Y aunque sea el proyecto de una persona y realmente no importa quién lo acompaña, al mismo tiempo si. Porque Moby no es un tipo ególatra. Tal vez Moby no sea su apodo. Tal vez así le dice a su banda. Una banda que a veces tiene más protagonismo que él. Y así le gusta, porque se da el lujo de poder bailar, de acercarse a la gente. Hablar y poder diseñar el show apropiadamente, ya que también hay una suerte de improvisación sobre la marcha. Porque aunque parezca todo tan ensayado y cronometrado, la verdad es que la banda cambia la lista de temas show a show y se guía por la intensidad del momento. Una intensidad que llega a niveles sísmicos durante una versión remix de “Raining Again”, seguida de “Disco Lies” y “The Stars”, tal vez donde la banda más cómoda se ve: frenética e intensa.
Si se daba por terminado ahí, todo el mundo se hubiese ido contento. Pero no. El tipo decide redoblar la apuesta. Una versión íntima de “In this World” y otra no tanto, pero enorme, de “Lift me up”. Más saludos y vuelta de nuevo. Fuera baile, hola rock n roll, con la versión funk de “Honey”, con “Whole Lotta Love”, de Zeppelin, incluido. Le hubiese pegado “Ace of Spades” de Motorhead y seguro todo terminaba en caos. Pero no. Algo así tiene que terminar en baile, el más grande. Así, “Felling So Real” da por clausurada la fiesta electrónica de la semana.
Vino Metalica y destruyó River. Vino Megadeth y tocó “Rust in Peace” entero. Vino Coldplay y emocionó a las chicas. Vino Axl y no se lo escuchó. Pero, por sobre todo, vino Moby. Y venció el baile por sobre el pogo. Muchachos, probemos este finde ir a Pacha y bailar como locas. Yo invito.
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