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La venganza de los freaks

Freak: Dícese de la persona que no puede ni pretende encajar en ciertos cánones sociales preestablecidos.
Hay gente que no cree en las casualidades. Los Utopians deberían ser de esas personas. Bandas que se formaron en colegios sobran, pero ¿cuáles son las probabilidades que una chica obsesionada con Patti Smith, un guitarrista con tatuaje de Einsturzende Neubauten y una base rítmica que se devoró el punk de Nueva York de los 70, se junten, decidan dejar el colegio y hacer que su grupo sea cosa de vida o muerte?
¿Alguno vio el documental de Rush? Hay una escena donde, por alguna extraña razón, alguien grabó el día en que Alex Lifeson le comunica a su familia que dejaba los estudios y se iba a dedicar a tocar la guitarra. El que no arriesga, no gana, dicen. La historia de Utopians es similar, y esta primera Trastienda iba a ser la clave de todo esto.
Exactamente a las 9 de la noche arrancan con las primeras canciones de su último disco; “Nunca es hoy”, “Trastornados” y “Muertos vivos”. “Trastornados” es el nuevo álbum y el primero cantado enteramente en castellano, en una decisión claramente acertada. Utopians maneja un lenguaje un poco inusual para la escena nacional.
Ya las influencias dicen mucho, pero tener a Bárbara Recanati como líder habla de otra cosa; es ese tipo de chica que hace enojar al rockero ortodoxo porque sí, y enamora al inadaptado. La chica un poco rara, sencilla, rockera, que es linda pero no lo sabe o no hace gala de ello. Empuñando su guitarra, remera de Johnny Cash, revolea sus rulos con sus declaraciones de principios.
Bárbara nunca está en pose de diva y no le importa transpirar y dejar la vida arriba del escenario; no sé si se puede decir eso de todas las chicas que tocan. Y la banda sigue ese mismo camino. Y el público sigue esa filosofía. No es gente que va a tirar facha el sábado a la noche al local paquete de San Telmo. Son, en su mayoría, pibes, hombres con remeras de las bandas que les gustan que quieren ir a saltar y a transpirar un rato. ¿Por qué? Porque la banda rockea, suena bien y eso es todo lo que se necesita. ¿Es necesario cuestionar a cada mujer que se sube a un escenario? El show es palo y palo, no hay baladas, no hay posibles hits radiales; rock garagero con gancho y unas imágenes que acompañan las canciones. ¿Hace cuanto que no salía una banda así?
El repertorio se basa en el disco nuevo en su totalidad, con algunos temas más viejos, tanto en inglés como en castellano, como “Come baby” o “Allá Voy”. Esta última canción es la que le da un nuevo resurgir a la banda: el primer tema en castellano donde se empieza ver una faceta más personal a la hora de las liricas. Puede ser una especie de himno para el grupo y para la gente, que incluso despliega una bandera con el nombre del grupo durante esta canción. Barbi agradece al público, que seguramente tiene que ver mucho con ellos. “Van a ver que al final ustedes tiene razón y la gente que odian van a terminar trabajando de lo peor”. Casi una victoria personal también. ¿Cuántas veces Bárbara, Larry, Mario y Gustavo habrán sido menospreciados simplemente por no ser comprendidos, por tener otros sueños y querer otra vida? Más quien aguanta es el que existe, dice un poeta contemporáneo.
Otro aspecto en donde se destaca la banda es en la interpretación de covers, porque no son versiones calcadas para ganarse al público: una adaptación cruda de “Gimme shelter” de los Rolling Stones y una poderosa “Estallando desde el océano” de Sumo que termina con Bárbara pogueando junto a su público.
“En los 70 el bis era repetir una canción”, dice la cantante, y la hora y veinte de show que termina con la repetición de “Trastornados”; un buen tema que engloba el momento de la banda y que los identifica un poco: un par de lindos trastornados.
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