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La revolución bailable

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Fermín Muguruza volvió a Buenos Aires después de seis años para dar un concierto cargado de energía, el jueves en el Teatro Vorterix.

La política y la música no se mezclan, dicen algunos. Para otros van de la mano. Para los que dicen que no se puede bailar al ritmo de la revolución, existe Fermín Muguruza: punk rocker, combativo, vasco y orgulloso de serlo.

A veces uno se podía preguntar el porqué de la diferencia de público entre Fermín y Manu Chao, y estando dentro el teatro Vorterix uno puede sentir un mayor compromiso con la música y con las causas: desde el precio accesible de las entradas, los panfletos de skins antifascistas, los manifiestos por Palestina libre, los festivales por los presos políticos, las banderas representativas de los municipios vascos, las camisetas de fútbol del Bilbao. Pero, por sobre todo, el sentimiento de identidad y de pertenencia, cuando durante las próximas dos horas el idioma vasco será el que reine en las canciones.

A través de estos 30 años de carrera, Fermín ha desembocado en este soundsystem que va entre el dub, el reggae, el punk rock y la música balcánica. Después de una intro por parte de la banda (guitarra, batería, bajo, acordeón, bandejas y vientos) sale el líder, enfundado en negro con su camisa con mangas cortadas, preparado para guiar su lucha. Obviamente su estilo no es gritar «Argentina» o preguntar cómo estamos. Saluda a Buenos Aires, lugar de las Madres de plaza de mayo, de los piqueteros, de las fábricas recuperadas, mientras proclama por una Palestina libre y habla en nombre de los presos políticos vascos alrededor del mundo.

Los discos no hacen verdadera justicia al vivo de la banda. Desde el minuto uno tanto músicos como público se prenden fuego unos a otros. Y aunque la actitud punk resiste, las habilidades musicales de todos hacen que canciones rudimentarias pero esenciales e historicas como «Etxerat» y «La línea del frente» ganen en dimensiones épicas.

Pero Fermín no vive del pasado. «In-Komunikazoia» o «Armagideon Tenoreko Aztarnak« desatan los mismos cantos y el mismo baile que los clásicos. Y como todo el movimiento del rock vasco sde basó en la solidaridad entre bandas de ambos lados del océano, Fermín detiene el show para saludar a los miembros presentes de Todos Tus Muertos, e invita a Malena D’alessio de Actitud Maria Marta para «La fille du quartier populaire» y «Yalah Yalah Ramallah». Este es el reggae que no va a sonar en las radios, que no es cool, que no tiene espacio en los pasillos de universidades privadas. Este es el reggae verdadero. También invitan a la orquesta Todopoderoso Popular-Marcial: aproximadamente 40 personas en escena interpretando «Fm 99.00 Dub Manifest» y «Guns of Brixton», porque ¿dónde estaríamos si no fuera por The Clash?

Obviamente los momentos de mayor intensidad se dan con los clásicos de Negu Gorrriak como «Radio Rahim», «Kolore Bizia» y «Gora Herria»; como hace 20 años en Cemento, por demando popular y por derecho. Y el final es con el clásico de Kortatu, «Sarri Sarri», que termina con todos bailando, incluso cuando la banda se ha ido y el telón se ha cerrado. Pero la fiesta sigue afuera donde la Todopoderoso sigue tocando. Hoy las calles son nuestras.

A sus 50 años y a 30 de haber comenzado con esto, Fermín Muguruza goza de mejor salud musical que nunca, siempre  con la motivación de la defensa de su causas como motor principal. Porque tanto él como su público saben que la única lucha que se pierde es la que se abandona.

*Fotos por Guillermo Coluccio

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azafatodegira.com

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