
ENTREVISTAS
La Parla de Raviolo: la poesía está en la calle
Antes de la presentación de su primer disco, hablamos con La Parla de Raviolo, una banda que entiende al rock como un refugio contra la opresión rutinaria y social. “Hay una coyuntura gris que se presenta como la única posibilidad, la esperanza radica en vislumbrar otras posibilidades”, afirman.
La Parla de Raviolo es una banda de rock pero también son una revista, un monologuista y un pintor. “Entendemos al rock como una cultura y no meramente como un género musical. A partir de ello, somos conscientes de que en él hay lugar para diversas expresiones artísticas. Nuestra propuesta tiene como objetivo acabar con la idea del músico como figura sacrosanta, invitando a participar a quienes tienen algo para contar y no hallan sitio en otros ámbitos. Después de todo eso es un poco el rock: un refugio contra la opresión rutinaria y societal. De todos modos, tampoco nos planteamos enlazar todo lo que podamos; no queremos generar un popurrí grotesco por el solo hecho de tener la capacidad de hacerlo. Antes que todo nos manejamos con mucho criterio. Los monólogos de Tony Trainor, nuestro querido rufián galés; la revista El Triángulo de la Merluza; y, últimamente, la presentación de cuadros de Emanuel Risso responden a una idea de que es inherente a todo el proyecto raviolero. La participación de todos ellos es sincera. Los motiva la propuesta y eso es maravilloso”, explica Joaquín Rodríguez, uno de los guitarristas del conjunto.
En estos días, el grupo se prepara para la presentación oficial de su primer disco, “Mitologías Urbanas”, con un show que tendrá lugar en Makena este sábado 7 de noviembre. Y, sobre el álbum y el concierto, entre otras cosas, charlamos con los músicos.
Hicieron el disco en formato tradicional, con un trabajo de producción grande, sobre todo para una banda independiente. Pero, además, lo publicaron con descarga gratuita. ¿Por qué tomaron la decisión de hacer ambas cosas, de mantener la edición tradicional pero también la versión libre y online?
Joaquín Rodríguez: primeramente, como músicos y escuchas, somos amantes de los discos; los consideramos un canal que permite expandir el mensaje de las canciones, abrir el juego a otro tipo de sentidos que profundizan el concepto de la banda. Basta con repasar la historia del rock o de la música en general para que nos aparezcan unas cuantas portadas icónicas en la mente. Tratamos de tener la mayor cantidad de discos que podamos. Además, pese al paso del tiempo, el disco sigue siendo la unidad musical por excelencia. Su calidad de sonido es inobjetable. Es mucho más fuerte el hecho de entregar un material físico que de algún modo sirva de colección, que enviar las canciones a través de un mail; eso es genial, pero acusa una cierta frialdad. Preferimos complementar ambas cosas. Tenemos que saber utilizar los medios que tenemos a disposición. Nuestros antepasados recientes tenían que comprar un disco o simple para conseguir una canción o la letra de la misma. Hoy esas vivencias quedaron añejas y eso es maravilloso; a sólo un click de distancia yacen millones de posibilidades. La realidad es que la banda promulga un mensaje y, como todo grupo con criterio, quiere que llegue a la mayor cantidad de personas posible.
Hablando de la producción del material, se destacan las ilustraciones del disco, del librito con las letras. ¿Fueron ideas que ustedes conversaron con Florencia Di Primo o fueron dibujos que a ella le sugirieron las canciones y el concepto del álbum?
Joaquín Rodríguez: Flor se sumó a la construcción del disco en una circunstancia medio caótica y tomó la posta con una frialdad envidiable. Ella se sumergió de lleno en la atmósfera de la banda y enseguida comenzó a ser una soldada. Las conversaciones entre nosotros siempre estuvieron presentes como así también el intercambio de ideas, pero la realidad es que le bastó con leer las letras y escuchar las canciones para entender cuál era el leitmotiv de lo que buscábamos. Todo lo demás dependió de ella: tomó el lienzo en blanco y destiló su magia. Interpretó el concepto de la banda de una manera magistral. Es una gran artista y mejor persona, somos privilegiados de que nos acompañe en este proyecto. También fue fundamental el aporte de nuestro ojo de halcón, Guido Barraco, que desde su lente capturó la imagen ideal que representa lo que buscábamos en cuanto a estética. El universo raviolero es maravilloso y sus habitantes son adorables seres.
Teniendo en cuenta el contenido, las historias de las letras, ¿podríamos tomar como subtítulo del concepto de “Mitologías Urbanas” la proclama de El Triángulo de la Merluza, “La poesía está en la calle”?
Federico Morales (cantante): en primer lugar, la consigna a la cual convocan los merluzeros la tomaría como base fundamental para animársele a la vida. Somos una especie peculiar, atravesada por el lenguaje y dentro de las fronteras del lenguaje nos encontramos con la rica oportunidad que nos abre la poesía, una de las experiencias más liberadoras a la que todos deberían arrojarse en algún momento de su estadía por estos lados. “La poesía está en la calle” fue la consigna del último número de la revista. La dinámica de cada número es incluir una idea disparadora para que los artistas que participan se inspiren en ella. Por otra parte, “Mitologías Urbanas” reúne once canciones de rock en donde cada una de ellas tiene una historia singular para contar y esa historia tiene un contexto peculiar en el cual se desarrolla. El marco sin lugar a dudas es urbano. Las canciones adquieren variadas fragancias, aunque mayoritariamente se respira un clima febril. Somos una banda de rock alejada de los paisajes bucólicos. Los relatos que se narran en las canciones no son nada pretenciosos, más bien responden al orden de lo prosaico. Tienen lugar en cualquier bar, plaza, esquina, grupo social, rincón de la ciudad que uno puede encontrar al caminar por sus calles. Nuestro condimento particular es el tratamiento que le damos a esos relatos. Les adherimos ese shock fantástico con la idea de salirnos de ese interregno de acedia que son los días hábiles. Tanto en la confección de las palabras, como en el trabajo que realizamos a la hora de armar las líneas de la armonía y de la melodía, el lugar desde el cual partimos es la búsqueda de la belleza. Entendiendo a la belleza intrínseca de este mundo, no esa belleza que se deformó por el triunfo de los parámetros que podemos observar en las góndolas y vidrieras. La belleza de la incertidumbre de este mundo y de la vida que la habita es la que nos estimula.
En la canción “Fetiches boys” describen a un grupo de corazón y sangre de plástico, que serían diseñados para servir de títeres. ¿Tienen esperanza en otro grupo, de corazón y sangre auténtica? ¿Quiénes serían?
Federico Morales: en principio tenemos esperanza de que esos sujetos terminen escapando de los estereotipos que son pensados fríamente por equipos de trabajo multidisciplinarios que responden a los principales organismos de poder mundial. Entendemos que en el siglo XXI se potenciaron las redes y los dispositivos con los cuales el poder opera sobre todos nosotros. Cuando hablo de poder no me limito al poder político, es más, quizás una de las particularidades más destacadas de estos tiempos que corren sea el desplazamiento del poder que emigró del ámbito político hacia el ámbito privado. Los Estados nacionales van perdiendo terreno ante el prepotente avance de los monopolios privados que comienzan a detentar un férreo control sobre las instituciones tradicionales de nuestra sociedad que siempre se encargaron de transmitir la ideología dominante de una época. Alrededor de este demencial esquema que funciona día tras día, se fue tejiendo una nueva concepción de verdad, que termina presentándose como única interpretación de la realidad. Realidad que es confeccionada a partir de la reducción de la misma realidad. Se intenta vender que la realidad llega hasta cierto límite, que todo el resto es prescindible, cuando estamos atravesados por la incertidumbre de lo infinito. Hay un discurso que trabaja sobre las conciencias de forma muy fina y es exitoso porque tiene a disposición toda la tecnología que diariamente se supera y se presenta como progreso y evolución. Esta tecnología, que sin dudas también contribuye para obras benévolas, es propiedad de quienes detentan el ejercicio del poder. Al mismo tiempo le ha abierto la puerta a una nueva dinámica social cuyo impacto desconocemos. Se ha logrado imponer una cultura de gula alrededor del consumo, que confunde de forma notable dos cualidades inherentes a nosotros que son la necesidad y el deseo. Han distorsionado todo. Han provocado una confusión masiva que es funcional a sus intereses. A veces parecería ser que los hechos significativos de la vida son aquellos que encontramos como entretenidos. La experiencia humana se juzga a partir del grado de divertimento que posee. Las élites mundiales encontraron a lo largo de las últimas décadas una forma más refinada de ejercer la violencia y la represión social, y esa forma es por medio del espectáculo y del entretenimiento. A partir de esto podemos decir que tenemos esperanza en aquellas voces y posturas que proponen un grito disruptivo, que las motiva incomodar, que continuamente discuten la verdad de las cosas, que ridiculizan todo aquello que se presenta como impoluto. Nos reímos mucho de nosotros, de la pateticidad de nuestra especie, aunque terminamos aprendiendo mucho de ella. Creemos que el artista sólo puede suavizar a duras penas un poco esta vida que está atravesada por una maquinaria infernal que la asfixia. No podemos pretender que el artista abarque más que eso, que ya de por sí es toda una tarea.
¿Hay un punto de contacto entre esta temática y Profecías japoncitas (“La belleza hoy cotiza más que las neuronas creativas”)?
Federico Morales: tal cual. Proponemos la ruptura con esa belleza cosificada, que encandila por su aparatosa espectacularidad, aunque reivindicamos la belleza artística. No hay que confundir los conceptos, son bien distintos. Al mismo tiempo deseamos el acercamiento a la reflexión de lo que nos rodea. Como músicos, es necesario hacer una lectura de nuestro tiempo. Le estamos cantando al presente y tal vez a parte del futuro. Además esa canción es una suerte de trinchera desde la cual le respondemos a quienes promovieron y siguen insistiendo con “el fin de la historia”.
Hablando de optimismo, ¿podríamos hablar de oscuridad como parte del concepto del disco? Pensando en los personajes y en las historias de las canciones, que parecieran atrapados en un presente de confusión y cornisa. Pienso, al mencionar el presente, en La expresión de tu mueca (“El pasado que te apremia, el futuro que se te aleja”).
Federico Morales: Agregaría que los personajes están atravesados por sus virtudes y mezquindades, por un tiempo y un contexto que oprimen. Por momentos parecería ser que la trama argumental se estira hasta tal punto que termina constituyendo una especie de limbo del cual no se puede escapar. No pueden escapar quienes son sus protagonistas y también nosotros, quienes al escuchar las canciones nos convertimos en testigos de las historias que cuentan. En algún punto fue la idea madre. Escribir buscando un efecto de incomodidad a partir del sofocamiento que provoca esta alternancia de climas y escenarios que muy lejos está de los destellos. Hay un manto que se va tendiendo a medida que se suceden las canciones pero finalmente siempre hay una voz que rescata esa esperanza que parecía haber estado perdida. Volviendo a “Profecías japoncitas”, en ella invitamos a desafiar a la vida, tal cual la conocemos. En “Fetiches boys” cuando decimos “Vida, mía, vida, mía…” llamamos a una reivindicación de la vida, hacemos hincapié en el hecho de que la vida es nuestra y debe seguir siendo nuestra a pesar de que van a hacer todo lo posible para arrebatárnosla. La síntesis final de la banda es: hay una coyuntura gris que se presenta como la única posibilidad, la esperanza radica en vislumbrar otras posibilidades.
Casi en su totalidad, musicalmente es un disco que va para adelante, con fuerza y empuje, movilizador. Las excepciones son Narcopolaco y Mitologías, ¿la música en este caso salió así porque lo pedía la letra? ¿O el proceso es inverso en la composición para ustedes?
Federico Morales: siempre buscamos el equilibrio entre las palabras y la melodía con la cual serán cantadas. La búsqueda de esa sociedad es una obsesión raviolera. Cuidamos mucho esa cuestión que responde a la matemática propia de la música. Queremos recurrir a palabras de calibre grueso. Pero al mismo tiempo queremos que ese calibre sea más significativo con el tipo de melodía que va abrigando a esas palabras en el transcurso de la canción. En el caso particular de Mitologías y de Narcopolaco el clima musical que se genera en ambas canciones es consecuencia directa de las historias allí reflejadas. El proceso compositivo se caracteriza por partir al mismo tiempo desde ambos aspectos. Nunca una letra se termina de desarrollar sin antes estar apoyada por una línea melódica. Es como si cada una de las melodías fueran la versión natural de nuestras canciones, y lo mismo en lo que se refiere a las letras.
¿Cómo se preparan para el show en Makena, con qué expectativas? ¿Qué planes tienen para el futuro?
Joaquín Rodríguez: de manera muy minuciosa pero con mucho placer. Será la presentación más importante de la banda en su corta pero rica vida. Esperamos plasmar la potencia de “Mitologías Urbanas” sobre el escenario. Que sea una noche difícil de olvidar para todos los que asistan; y que sea un fiel reflejo del trabajo de hormiga que venimos haciendo en torno a la banda y todo su universo. Para ello estamos ensayando muchísimo y reparando en los detalles. Nunca es fácil montar una estructura de esta magnitud, pero trabajamos para que todo salga como es debido. En cuanto al futuro, planeamos comenzar a grabar el primer video del disco en el verano. Para nosotros el disco ya es viejo; es decir, lógicamente que nos encanta y dedicaremos el próximo año meramente a su difusión, pero ya estamos trabajando en nuevas canciones que marcan un salto cualitativo con las anteriores, aunque respetan a rajatabla el ambiente y concepto de la banda. Somos pilotos de tormentas, veremos qué depara el destino para el tropel raviolero.
*Este sábado 7 de noviembre, La Parla de Raviolo presenta “Mitologías Urbanas” en Makena, a partir de las 21. Entradas: $ 50. Entrada y disco: $ 100.
[sam id=»2″ codes=»true»]
1 Comentario
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión