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La función del caos

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Al inicio de la película “24 hour party people”, el personaje de Tony Wilson (interpretado por Steve Coogan) compara la historia del sello Factory con la de Ícaro. Esta analogía también encaja para la banda. Para los que recién entran en este relato, Factory Records fue quien cobijó a Happy Mondays junto con Joy Division y New Order, entre otros, y Tony Wilson era el cerebro detrás de ese proyecto.

Hoy casi suena gracioso, pero hubo una época en donde los Happy Mondays y los Stone Roses eran las bandas más grandes del Reino Unido. Los HP podrían haber dominado el mundo; incluso fueron cabeza de cartel del Rock in Rio en Brasil de 1991. Pero la cambiante industria musical y los eternos auto sabotajes de la banda hicieron que, como Ícaro, no pudieran manejar su propia historia. Una existencia llena de drogas, armas, sexo, violencia doméstica, escasez de dinero, juicios familiares y más drogas.

Con un cielo totalmente gris -espíritu Manchester para la ocasión- sale la formación original de la banda. Después de miles de idas y vueltas a lo largo de los años, esta vez es la hora de ver a los reventados originales, veinticinco años después. Algunos recordarán la primera visita; esta vez sin dudas en mejor forma. La vez anterior había sido allá por 2007, tocando antes de Chris Cornell y con cada miembro bajo el efecto de una droga diferente. Jamás olvidaré la imagen de Shaun Ryder sin moverse del costado de la batería, tomando el micrófono con una mano y un vaso de whisky (al que nunca le daría un sorbo) en la otra.

Esta vez el panorama se lo ve mejor. Y si bien el whisky se cambia por una botella de agua, el espíritu de banda más fisura del mundo sigue en pie. De entrada, Ryder saca un papel del bolsillo, a lo Minguito, tratando de esbozar halagos irónicos en un pseudo español, y un comienzo tibio con “Loose fit”. Este tipo de eventos tiene esa característica: un par de fanáticos arengando adelante y la indiferencia del resto.

Es hora de llamar a Bez para levantar a la gente. Antes que los Wachiturros, antes que Gilda, antes que Public Enemy, los Happy Mondays implementaron eso de tener un arengador/bailarín en la banda. La única tarea de Bez es la de bailar. Parecería un chiste, pero es tan o más importante como Shaun Ryder para la banda. En el universo sin sentido de la banda, esto tiene sentido. Tanto como que aparezca solo para la canción “Kinky Afro” para no volver hasta las últimas canciones. La panza que asoma demuestra que ya no pasa tanto tiempo sobre las tablas.

Viejos, gordos, pelados y con pocas pulgas, todavía mantienen el groove. Paul Ryder tiene cara de pocos amigos, pero el ritmo de su bajo es único. La viola de Mark Day se escucha muy alta; por momentos es tan molesto que hace que en temas como “Mad Cyril”, el juego de teclados no se aprecie. Pero llama la atención la potencia rockera que adquieren en algunas canciones. Sin dudas el más agraciado técnicamente es el baterista Gary Whelan; sin llegar a ser virtuoso pero ofreciendo arreglos realmente interesantes. La que no parece envejecer ni un día es Rowetta Satchell, la histórica corista, vestida con algo entre porrista, escolar y dominatrix.

El repertorio es súper efectivo, de épocas donde la gente bailaba. Y bailaba al ritmo de bandas de rock, ya sean cosas más loungecomo “Bob Yer Uncle”, funks frenéticos pasado de pastillas como “24 hour party people”, los inicios de la música house con “Hallelujah”, la combinación de música negra con la electrónica en “Step On”. Pienso en las letras de Ryder, completamente honestas e inherentes de la esencia de la banda. El mejor poeta desde Yeats, según Wilson. Pienso en ellos, en los Stone Roses, en Primal Scream y en cuánto se relegan a los que llegaron primero a la fiesta. Nunca es bueno caer demasiado temprano.

El final es con “Jellybean” y “W.F.L”, totalmente desprolijo y sonando genial. Bez no está, Rowetta agita sus boleadoras, Ryder se va cuando se da cuenta que no tiene que cantar más y el resto que más o menos hace lo mismo con sus instrumentos. Sin saludar; así como vinimos, nos fuimos.

Happy Mondays es de esas bandas que solo puede convivir en el caos. Es probable que esta encarnación dure tan poco como las demás. Como sea, brindaron un concierto que tal vez amaste u odiaste. Si realmente conocías a la banda, encontraste el show que esperabas: un grupo de inadaptados que casi treinta años después lo sigue siendo. Y así los quiere la gente.

azafatodegira.com

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