RESEÑAS
La Fuerza de LÖRIHEN

“LÖRIHEN es la banda más salvaje que ví”, me dijo un metalero sub 23 cuando entré a Cemento. El era uno de los pocos puntuales, uno de los fanáticos. Al rato se acercó su amigo de recitales, y abrigado hasta la cabeza confirmó la sentencia: “Imagináte que tengo 38° de fiebre y vine igual”, explicando su fanatismo y demostróndolo con orgullo.
A los dos se lo veía preocupados porque la gente no llegaba. En Cemento había alrededor de cien personas. Teníamos que esperar entonces, más tarde confirmaría si los dichos eran ciertos y si la noche se iba a encender, arriba y abajo del escenario.
Los primeros grupos invitados pasaron con discreción y no llegaron a despertar la agitación del público: el calor del metal todavía no terminaba de calentar. No fue suficiente con la fuerza, las canciones no tenían peso melódico, quizás por falta de tiempo o experiencia. Así pasaron EUCRASIA, ASTHURIAS y ALBATROS; moviéndose entre el metal más clásico, el power metal melódico y algo de trash.
La sorpresa de la noche fue ALTO VOLTAJE, santafecinos AC/DC-maníacos, que a fuerza de riff pegadizos con esencia de ANGUS YOUNG y un buen cantante, despertaron a la gente y se ganaron la noche (especialmente con su versión de “Back in Black”). Fueron simples y directos, y se hizo inevitable golpear la planta del pie contra el piso y mover la cabeza instintivamente. Vinieron, rockearon y vencieron.
Luego siguieron INJURIA y PATAN, a quienes se les notaban (además de los años ja!), muchos shows y ensayos encima.
INJURIA hizo escuchar su power metal melódico y se destacó la capacidad vocal de su cantante.
PATAN fue más clásico. Allá JUDAS PRIEST, retomaron el metal modelo ‘80´s, con velocidad y precisión. Con mucho cuero, muchas tachas, buenas performances vocales, un superbaterista y dos guitarras desencajando solos con rapidez motivaron al público del lugar.
Las Dos Torres
Sólo restaba que LÖRIHEN cerrara la noche. En Cemento había más o menos doscientas personas y el clima estaba dispuesto para más metal, poco importaba ya que fueran muchos o pocos. Y las luces se apagaron, el rojo iluminó el lugar y un arreglo sinfónico sonó como una brevísima introducción a la banda.
Dos banderas cayeron del techo, a los costados del escenario. Llevaban dibujadas dos torre y cada una de ellas un símbolo, el círculo y la estaca que salía de su interior. Y salió el grupo, encabezados por JAVIER BARROZO, el cantante. Saludó y apuntó a la gente: “Paradigmaaaaaaaaa!” dijo, y ese fue el primer tema, el que titula su futuro disco.
La velocidad se hacía canción y viajaba junto a la melodía en las guitarras de la dupla OBREGON/BARRETT (¿será algo de Syd?), compartiendo punteos y jugando con la voz, que llevaba por su camino la fuerza y la emoción. La base que formaban el bajista JANCZUR y el baterista RIOS sonaba firme, superprecisa, avanzaba con ritmo veloz.
Esa combinación de sutiles interpretaciones, fuerza y clásicos arreglos melódicos fue la que los llevó a tocar con RHAPSODY y con STRATOVARIUS. Fue la que le valió grandes críticas y la que encantó a su público.
Los temas fueron pasando, algunos de sus discos anteriores, como ”Cautivo del sistema”, “Utopía” y “Juicio Final”, y otros estrenos de su tercer disco, que saldrá esta semana, después de varios retrasos. Supieron templar su poder con buenos arreglos y melodías que contribuían a ampliar los terrenos musicales, hacia otras variantes del metal y hacia el hard rock.
En LÖRIHEN, el virtuosismo es funcional a las canciones. Uno disfruta ver grandes musicos y buenas interpretaciones. Cada sólo de guitarra era épico. Ahí, la canción llegaba a su máximo climax, como ocurrió en el último tema del show: “Traidor”. El público se encendió, cantó el tema a coro y aplaudió a morir. Cuando todo terminó, se fueron ansiosos de la próxima cita.
LÖRIHEN tiene mucho que dar y lo entrega por completo. No volví a ver a los chicos con los que me había encontrado al comienzo de la noche, pero tenían razón, son salvajes de verdad. Pero es su calidad musical la que los hace una banda con carrera y con futuro dentro del metal, ese que no es moda, ese que no es nü, ese que resguardan del óxido y el tiempo los fanáticos del corazón (pocos o muchos, da igual) en cualquier momento y lugar.
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