PELÍCULAS
La espuma de los días: delicatessen
Basado en la homónima obra de Boris Vian, «L’Écume des jours», Michel Gondry, el mismo nostálgico detrás de «Eternal Sunshine of the Spotless Mind», vuelve a obrar magia con la eterna Amélie como protagonista, el carisma de un versátil Romain Duris, y los colores y la lisergia de un mundo de cuento en dos horas de cinta.
«La felicidad y el amor son lugares donde uno desea estar siempre y donde a uno no le importaría terminar muerto», reflexionaban Clem y Joel en «Eternal Sunshine of the Spotless Mind», una de las la películas de culto -junto con «La Science des rêves»– de este cineasta maravilloso que es Gondry. Parece ser que, cuando la desilusión golpea la puerta y el amante de turno muta del amor para siempre a otro más de esos amores imaginarios que uno proyecta en el colectivo, no alcanzan las empresas como Lacuna Inc. para abrazar el olvido.
Esta vez, Gondry decidió abrazar los recuerdos, y adaptando la novela de Boris Vian, «La espuma de los días», retrata otra historia de amor típica, pero con la astucia suficiente para hacer de la maravillosa novela de Vian, una fuente inagotable de inspiración que hará de esta película romántica, un delirio febril de un director que, encendido, no quiso dejar afuera ninguno de los colores.
Conocemos entonces a Colin (Romain Duris) y Chloe (Audrey Tautou). Colin, un burgués aniñado que no necesita trabajar para vivir, no escatima en presuntuosidades y excentricismos, prueba los mejores manjares que le prepara su propio chef, bebe los mejores elixires y dedica su tiempo a la buena vida y a desarrollar sus particulares inventos.
Chloe llegará a su vida para ponerle un cierre a la era de la soledad y la meditación en la que se encuentra, para llenarla de música y risas. El amor, como la primavera, en este París inventado y lisérgico, hace que a su paso las flores broten cubriéndolo todo. Contraen matrimonio, casi al instante de conocerse, y pronto una extraña enfermedad se despierta en Chloe cuando un nenúfar le comienza a crecer en el pulmón.
Colin nunca ha trabajado pero deberá hacerlo para costear los gastos médicos, y en la medida en que su cuenta bancaria vaya decreciendo, la locura que lo arrebató y lo llevó a jurarle amor eterno lo sumirá de a poco en un mundo que, paradójicamente, le parece extraño (toda la película es demencial y abundan las sinrazones, las metáforas y los desafíos al sentido común). La casa se va achicando, las habitaciones se tornan grises, las flores se mueren. ¿El amor morirá también?
En otro de sus intentos por entender el amor, Michel Gondry sostiene, aunque con algunas fallas en el plano del guión, esta película melancólica que apela a ese niño que el espectador debe tener dentro, y que de seguro Gondry tiene bien exteriorizado. «La espuma de los días» es una vuelta en calesita, una visita al circo en la que todos queremos convertirnos en malabaristas, mientras los problemas del mundo adulto van emergiendo (realiza una crítica al sistema capitalista y el mundo del trabajo, la religión y la presuntuosidad intelectual en el referente de Jean Sol Partre).
La rebeldía con la que se ha resistido a tornar las dimensiones surrealistas de Vian en algo más conceptual y directo, son compensadas por el impulso de la excelente fotografía y dirección de arte, una banda sonora deliciosa y las actuaciones de Duris y Tautou que convierten a esta otra pieza en una más para la vitrina de honores del francés.
Aunque el detallismo extremo y la duración no posibiliten que sea apta para todos los gustos, «La espuma de los días» es una película noble, distinta a las del género, recomendable y con mucho para destacar.
FICHA TÉCNICA:
«L’ecume des jours» (Mood Indigo), Francia (2013).
Dirección: Michel Gondry.
Guión: Luc Bossi (Novela: Boris Vian)
Reparto: Romain Duris, Audrey Tautou, Gad Elmaleh, Omar Sy, Aïssa Maïga, Charlotte Lebon, Sacha Bourdo, Philippe Torreton, Vincent Rottiers, Laurent Lafitte, Natacha Régnier, Zinedine Soualem, Alain Chabat, Michel Gondry.
Duración: 125 minutos.
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