RESEÑAS
La divina comedia

Zaico Killer
Pasaditas las nueve de la noche y mientras el local de Palermo iba entrando en calor, los Zaico salen a escena. Directo desde el Oeste, se preparan para romperla en su primera vez en Niceto Club. Y lo logran. Actitud, mucha buena onda y conexión con el público, que iba creciendo a medida que se sucedían las canciones. Rock, funk, reggae y hasta alguna cumbia se fusionan en la voz del carismático Diego y logran entretener a todos. Tanto que el puesto que vendía el EP que acaban de lanzar, se llena apenas se cierra el telón por primera vez. Para agendar, se estarán presentando nuevamente en Capital a fines de mayo en Unione e Benevolenza. A estar atentos.
¡Ay, Juancito!
Viernes a la noche, 1° de mayo, día del trabajador, y algo bien claro: la gente quería pachanga. Y la tuvo.
La historia dice que Juan Maiorano nació hace treinta años y desde entonces no paró de escribir y tocar música. Como solista, o formando bandas por aquí y por allá, la cosa es que desde hace algunos años decidió llamar a un par de amigos músicos y con ellos armar Juan y los que Ríen.
El show empieza pasadas las 22.30 horas cuando este Juan, enfundado en un sobretodo negro y sombrero milonguero, se canta unos versos a capela desde uno de los balcones, sorprendiendo al abultado público que charlaba distraído entre copas.
Pase mágico y se aparece en el escenario con los que ríen para arrancar con los más de quince temas que tenían planeado, la mayoría pertenecientes a su primer disco, “Panchanga Dark”.
Entre los primeros se destacan “Delirium Tremens”, “En la sombra” y “Lloro y canto”, que reparten una mezcla de estilos como el rock, la milonga, y hasta la cumbia, como en “I believe in miracles”, el tema de los Ramones que reversionan para alegría de los bailarines.
Para “Tu madre”, el primer corte del disco que, además, fue elegido cortina del programa de televisión “Mujeres Asesinas”, Juan y los muchachos no están solos. Sobre el escenario se hacen presentes las Saia Mestiza, un grupo de jóvenes y bonitas mujeres que se entremezclan con el público mientras menean sus polleras y ombligos descubiertos al ritmo de peculiares coreografías que tienen algo de son cubano, reguetón y flamenco, al igual que las canciones de este sexteto, que completan Alejo, quien se luce con talante en la percusión, Emilio en cajón peruano y accesorios, Juan Satorre en los teclados, Daniel en el bajo, y la gran adquisición de la banda, Fary Riveros, guitarra y segunda voz que brilla en cada intervención.
Contenido social, amor, rupturas, esperanza y otras cositas se dejan ver en temas como “Que tristeza humanidad”, “Ojos Azules”, “Del mismo vino” o “Lucecita”.
Para el final, vuelven a escena las chicas de la Saia, pero no iban a ser las únicas que demuestren destreza en el baile. Abajo, la audiencia arma una gran ronda, y sigue el ritmo de “Cachondeira” a la perfección. Después se vino el clásico trencitoy con él, el cierre del colorado telón.
Buenas voces, buenos músicos, energía, bailongo, onda y diversión. ¡Pasame más tinto, que se vino la pachanga!
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión