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La dimension desconocida

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El pasado martes, en el estadio Malvinas Argentinas, A Perfect Circle y Tomahawk compartieron cartel en una noche intensa y enigmática donde las emociones estuvieron a flor de piel. Carajo abrió la velada.

“El espectáculo de esta noche es de naturaleza similar a una ópera o cine. Los disturbios en la audiencia comprometen la calidad de la actuación. Está prohibido el mosh, multitud surf o actividades agresivas. Se prohíben cámaras y filmadoras. Los artículos confiscados no serán devueltos”

Con ese mensaje se encuentra uno al ingresar al estadio Malvinas Argentinas y en realidad poco son los sorprendidos, ya que es la noche donde dos de los frontman más herméticos y conflictivos de los 90 toman posición.

Luego de la separación de Faith No More, Mike Patton se embarcó en un sinfín de proyectos experimentales, donde Tomahawk es el que más constancia y éxito ha tenido, tal vez porque es el que más se acerca al formato tradicional de rock y porque es más bien un impulso del guitarrista Duanne Denison (The Jesus Lizard) que del mismo Patton. Y aunque ellos seguramente odien el termino súper grupo, llevan esa carga al juntarse con el baterista John Stanier (Helmet, Battles) y el eterno compañero de Patton, Trevor Dunn (Mr Bungle, Fantomas, Masada etc…).

Ver a Mike Patton es un evento en sí mismo. Uno de esos tipos que puede sacar solo un disco de silbidos y sus fanáticos lo comprarían ciegamente, cosa que podría pasar en cualquier momento. Tomahawk es un proyecto compartido, pero sigue siendo el protagonista. Más controlado que en sus visitas con Faith No More, pero dando el espectáculo de siempre; pasar del susurro al grito más estrafalario sin siquiera despeinarse, esos movimientos de persona demente al borde del colapso, y ese humor característico mientras trata de hablar un español italianizado.

Musicalmente la banda es extraña, en el sentido que no llega a ser del todo experimental ni del todo rockera. El último disco los acerca un poco más a la canción de rock con temas como “Oddfellows” y “Stone Letter” que hasta generan un poco de movimiento entre la gente (a pesar de la prohibición) pero que no terminan siendo ni una cosa ni otra. Se nota también que la banda quiere apuntar a algo más concreto y directo, ya que el repertorio se apoya mucho en canciones del primer disco como “Flashback”, “101 North” o “God Hates a Coward”, que sin ser composiciones épicas de cancha, es lo más cercano a un hit que podés esperar de esta gente.

Cincuenta minutos intensos donde Patton es el protagonista, pero el trío de Denison, Satanier y Dunn tiene los méritos.

Sorprendentemente, a las 22:30 el estadio estaba muy lleno. Seamos realistas, entre el aluvión de visitas y Queens of The Stone Age tocando el mismo día, ¿alguien podría haber apostado que dos proyectos de música poco comercial, donde ninguno tiene un hit y la banda principal no saca un disco hace una década, llevaría 6.000 personas? Creo que ni los más optimistas precipitaron esto. Pero la gente se acercó, tal vez sabiendo que esto es lo más cercano que estará de ver a Tool en vivo.

Hay algo en común entre las dos bandas: dos líderes extraños pero carismáticos, siendo la cara del proyecto de otra persona. En este caso, Maynard Keenan es el portavoz de algo creado por el guitarrista Billy Howerdel.

Si bien uno podía esperar que no vengan con una súper pantalla de leds, el show de A Perfect Circle fue el claro ejemplo de cómo hacer mucho con poco. Simplemente con un telón de fondo, el excelente juego de luces y un repertorio bien seleccionado, crea un efecto hipnótico.

El show de la banda es lo más parecido a un trance con los ojos abiertos: Howerdel se ocupa de los riffs y los solos, mientras James Iha (ex Smashing Pumpkins) se encarga de los detalles, tanto en guitarra como en teclados. Todo para crear una atmosfera que hace que la voz de Maynard lleve el groove, que tiene un magnetismo pocas veces visto; prácticamente no se mueve y canta agarrando el micrófono, mientras el resto de los músicos va de acá para allá. Pero uno solo lo ve a él. Es muy difícil de explicarlo. No es una banda que tenga cambios abruptos en las canciones.

¿Y de Maynard qué podemos hablar? “Gracias”, dos veces, y “Buenos Aires”, son las dos únicas palabras que se dignó a hablar, y eso fue suficiente. Ubicado a un costado del escenario, se dedicó a cantar (¡y cómo!) a gritar (¡y cómo!) y a llevarle vino a Patton, que veía el show desde el costado del escenario.

Hora y diez de un repaso correcto por los dos discos. Pasaron los clásicos como “The Outsider” y “The Hollow”, reversiones polémicas como en “3 Libras”, ausencias llamativas como “Judith” y covers para rato, como “Imagine” y “When The Leeve Breaks”. Todo sin tribuneo, sin interrupciones. Simplemente entregándose al viaje.

Tanto Tomahawk como A Perfect Circle dieron grandes shows. Pero la misma sensación corrió para ambas bandas: siguen siendo proyectos. No es la prioridad de ninguno de los músicos principales. Patton necesita enfocar la energía en un proyecto serio, y bien podría ser Tomahawk. Maynard necesita dejar de divagar y sacar nuevo material con Tool o con A Perfect Circle. La gente estará contenta de cualquier forma, no sin antes pedir que, si existen los milagros, venga con Tool.

azafatodegira.com

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