RESEÑAS
La banda viajera

Rubio teñido y raíces negras, más bien bajito y uñas pintadas. No era precisamente CESAR ANDINO -cantante de CABEZONES- quien estaba frente a El Teatro esa noche de julio luchando contra el vacío profundo de su bolsillo para encender el último cigarrillo. Era un fanático más esperando ingresar al boliche de Colegiales para una gran maratón de rock. Era uno de esos muchachos de los que se acurrucan en el sentimiento que pueden ofrecerle a una banda de rock. Tan importante en estos tiempos.
Del otro lado del local, ignorando a aquel seguidor de tantos años de trabajo por los bares de la calurosa Santa Fe, el otro rubio más bien bajito y de uñas pintadas escuchaba una de las cuantas indicaciones de ESTEBAN SERNIOTTI, guitarrista de la banda, antes de la salida a escena.
Aperitivo para cualquier paladar
A las ocho y cuarto el telón fue corrido torpemente por los asistentes. DUM 69, de soberbio vestuario negro, estaba sobre el escenario. La banda del Oeste, con una mezcla potente de nu Metal y hardcore rompieron algunos tímpanos con sus cortos pero contundentes seis canciones de cosecha propia.
Luego de varios minutos de música de fondo, D.I.O.N.I.S.I.O.S cubrió el espacio oscuro que reinaba en el recinto con su rocarol un poco más crudo que de costumbre. Un power trío completo al que no le faltó ni sobró nada. Algunas canciones como “Tema de revoluciones” y “Camino” hicieron que algunos espectadores le prestaran un poco de atención al rock dionisíaco que la otra parte del público no supo captar.
Sin demoras y en un pequeño instante, los fantásticos TELEPOD salieron a escena cumpliendo un show de alta calidad sonora, haciendo de las máquinas, algunas que otras programaciones y efectos, el arte de lo maravilloso.
Entre tres odaliscas un poco excedidas de peso y el estribillo de “Can´t get you out off my head” de KYLIE MINOGUE interpretada por la banda, TELEPOD se llevó para su casa la costosa pero merecida ovación de la noche.
Después de lo que el público había escuchado era difícil imaginar otro show más. Desde el hardcore más ortodoxo hasta el pop más inocente y recorriendo todos los estilos musicales habidos y por haber, le tocaba el turno a CABEZONES.
Volvió el telón, la gente caminaba buscando los últimos lugares libres invadidos por los vasos de plásticos vacíos y las cajas de cigarrillos. Paulatinamente la luz tenue fue apoderándose del escenario para luego irse al fondo del boliche. Los aplausos eran cada vez más fuertes, y los acordes detrás del telón iluminado sonaban, segundo tras segundo, más audaces.
Se hizo la luz y CABEZONES a la cancha
La blonda cabellera de CESAR ANDINO se hizo desear, sonaron explosivas las notas de “Lejos es no estar”, para que luego bien pegaditas se escuchen las potentes “Abismo” y “Ella se olvidó de mí”.
A continuación de “Mi camino es ningún lugar” llegó “El vientre”, combinando algunos pasajes de “Perfectos Cromosomas” de CATUPECU MACHU, dejando en claro la amistad que los une con la banda de los hermanos RUIZ DIAZ.
LEANDRO APUT, -nuevo guitarrista de la banda- cumplía años y lo festejó con su hermano DIEGO -bajista de KARAMELO SANTO- arriba del escenario para interpretar el tema “Vacío”, donde se mostró claramente el poder de CABEZONES adquirido en cada una de las presentaciones sobre un escenario sea cual fuere.
Llegó el cover poderoso de SODA STEREO –“Sueles dejarme solo”– para que luego CESAR ANDINO declarara: “Para nosotros cuatro que venimos de Santa Fe y uno que se sumó de Mendoza, no saben lo groso que es verlos a todos ustedes acá”. La gente aplaudía apretujada delante de las vallas de contención, ante la mirada atónita del personal de seguridad. Se aproximaba el momento emotivo de la noche.
Se dio nomás el acusticazo. Tres temas consecutivos: “Lullaby”, “Lunes” e “Irte” -con un inspiradísimo ESTEBAN SERNIOTTI en guitarra electroacústica- marcaron un quiebre en el show, que venía a toda velocidad y chocó en ese preciso instante de la noche, contra un cielo de estrellas dibujado por las luces que tocaban las cabezas de todo el público.
Aterrizó “Globo” y lo que todo eso significa. El Teatro fue testigo de lo que puede generar un hit en la gente, más cuando ese éxito hace hincapié en las ilusiones y los sueños truncos en un mundo que ha perdido sus alas hace mucho tiempo.
Era el final de la noche más larga del mundo, y como declaración íntima, CESAR ANDINO mostró su otro lado con, por ahí, algo de bronca: “No queremos bengalas, no queremos banderas, solo queremos que se vayan felices a sus casas”. Después de tal declaración a su público, conmovieron las versiones de “Frío” y “A tus pies”, para terminar con esa oscura noche mediante un pacto con “Silencia”.
Así fue que la gente lentamente se fue de El Teatro. La banda del rubio y raíces negras, más bien bajito y uñas pintadas había concluido un show contundente y emotivo. Entre aviones y viajes, sin duda que CABEZONES ha ganado un gran partido a nivel convocatoria y a nivel musical. No se llena El Teatro todos los días, más cuando se trata de una banda del interior.
Radicados en México durante ocho meses por la crisis 2001-2002 que sufrió nuestro país, CABEZONES volvió a nuestras pampas para demostrar al mundo que, al fin, crecieron. El nuevo Eclipse está por llegar.
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