RESEÑAS

La Aplanadora arrasó El Teatro

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Es lunes por la mañana y entre cerrando los ojos, escucho el show de “ese tipo por la radio que no para de hablar”, sin prestarle mucha atención, como para no odiarlo un poco más. Al rato este hombre se encuentra con DIVIDIDOS y la noticia llega como algo que presentía de alguna forma.

Sí, el sábado se notaba que no había ya esa hermandad musical de días atrás, sólo hacía falta ser algo perceptivo, nada más. Tenemos otra separación “de común acuerdo”. “Ni yo me estoy yendo ni ellos me están echando”, dijo el baterista y la historia se vuelve confusa, esa palabra no se escapa de ninguna separación de un grupo de rock ni del alejamiento de algún integrante.

DIVIDIDOS, el trío que consume bateristas, sumó otro a la lista, esta vez por razones “artísticas” de ARNEDO. ARAUJO quedó colgado, por el aire como un tiburón. La imagen es perfecta. La cobertura del show es la misma que hubiera sido sin conocer la noticia y algo de la novedad se encuentra entre líneas, ni falta hace cambiarla. La historia del grupo seguirá como años anteriores, vendrán juicios y descargos, reclamos y resignación. ¿Cambios? Habrá que ver y oír, hay tiempo.

Ahora sí, el show

Sin el temor de volverse “aburridos peligrosos”, DIVIDIDOS insiste con sus shows de “capacidad limitada”, con la idea de “mucho rock, en poco espacio y para poca gente”. En tiempos de grandilocuencias y masividades que exaltan los egos más rockers, el trío se resiste a los estadios y prefiere el contacto directo y la distancia mínima con la gente y con el escenario (¿y a qué grupo de rock le puede gustar tocar solo un par de veces por año, aunque sea frente a muchísimas personas?)

Entonces MOLLO, ARNEDO y ARAUJO repitieron la cita, el lugar y la hora de hace ya casi un mes: Sábado, 22 hs., en El Teatro. Sorprendieron con un comienzo particular y largaron con ”Nextweek”, de SUMO, uno de “esos” temas que se esperan para el final. Creo que alguna Ley de Murphy nunca escrita en el mundo del rock debería decir así: “Sólo llegarás tarde a aquellos shows que comienzan espectacularmente o con tu tema favorito”. ¿Y adivinen que pasó? Bueno sí, eso, justo el sábado, sin palabras.

Después, el recital avanzó como de costumbre avanzan los recitales de DIVIDIDOS, en ascenso constante, con algún que otro descenso para calmar las ansias pero sin perder el ritmo. Siguieron “Gol de Mujer”, “Ay! que Dios boludo” y “Salir a asustar”, con un medley final de “Sunshine of your love”, cita a la clara influencia que el grupo recibió de CREAM, el power trío inglés de mediados de los sesenta con el que ERIC CLAPTON reanimaba al viejo y endiablado blues (y pensar que el mismo tipo ahora aburre como nadie, que en paz descanses ERIC!).

La primera pausa llegó con “Spaguetti del rock”. MOLLO, una acústica, una silla, el micrófono y nada más. Sobraba música, canción y sentimiento para la breve puesta en escena. Así pasaba otro agradable momento que impusieron a la fuerza los geniales electro – acústicos que tanto bien le hicieron al grupo.

Tras el relajo, ARNEDO y ARAUJO vuelven a escena, pero el baterista se ubica en una batería reducida para minimizar el golpe y sentar la base de una especia de popurrí dividido con aires de reggae que incluyó “¿De qué diario sos?”, “Par mil” y “Gárgara larga”, entre la cadencia y la densidad, ¿podemos decir hard–reggae? Puede ser algo así, estuvo bien.

De a poco el show fue levantando temperatura musical y llegaron la bella “Vida de Topo” (la triste historia del enterrado en sí mismo al que su vida de ansiedad lo llevó al sueño sin fin) y “El fantasio”, un excluido de las listas habituales que regresó a pedido de AZUL MOLLO y con dedicatoria exclusiva. Un poco más arriba, el recital continuó con “Paisano de Hurlingham”, “Cajita musical” y “Tomando mate en la paz” (Buenísimo!, “Bailando en este carnaval…” creo que nunca me voy a cansar de ese estribillo!).

El final fue típico, pero aún así el show no perdió nada, porque nunca lo pierde. Sirvieron de aperitivos para el desenlace, “Rasputín” y el áspero “Paraguay”, con el constante recuerdo al “periodista que se muere por tocar” y su birome, en una letra que mezcla un 50% de verdad con un 50% de bronca y resentimiento por alguna crítica pasada, típico del espíritu del rockero tipo.

Pero lo mejor es que aunque la mayoría sabía lo que restaba por venir, nadie se privó de disfrutar el cierre y al contrario, conscientes de lo faltaba aún, se dejaron llevar por la vibración rítmica como si se encontraran presos del más simple reflejo condicionado. Es que apenas suenan esos golpes de platillos en el principio de “El 38”, o el punteo perezoso con que empieza “Cielito Lindo” o la línea de bajo de “Ala Delta”, la reacción es inmediata y el placer se multiplica. Así dan ganas de que el final sea interminable.

Tras tanto calor, la fría despedida de los músicos sorprendió un poco. MOLLO entregó una veintena de púas y se fue, ARNEDO saludó por su lado y se fue, ARAUJO entregó sus palillos y se fue. Así de urgente. Igual, creo que a nadie le importó mucho y lo más probable es que a todos les haya dado lo mismo. Bueno, tampoco fue tan importante, entre tanto sudor, tanta música y tanto cansancio, lo mejor ya había pasado y lo importante del viaje es el recorrido, no el final. Eso es lo que dicen algunos. Es lunes por la mañana y entre cerrando los ojos, escucho el show de “ese tipo por la radio que no para de hablar”, sin prestarle mucha atención, como para no odiarlo un poco más. Al rato este hombre se encuentra con DIVIDIDOS y la noticia llega como algo que presentía de alguna forma.

Sí, el sábado se notaba que no había ya esa hermandad musical de días atrás, sólo hacía falta ser algo perceptivo, nada más. Tenemos otra separación “de común acuerdo”. “Ni yo me estoy yendo ni ellos me están echando”, dijo el baterista y la historia se vuelve confusa, esa palabra no se escapa de ninguna separación de un grupo de rock ni del alejamiento de algún integrante.

DIVIDIDOS, el trío que consume bateristas, sumó otro a la lista, esta vez por razones “artísticas” de ARNEDO. ARAUJO quedó colgado, por el aire como un tiburón. La imagen es perfecta. La cobertura del show es la misma que hubiera sido sin conocer la noticia y algo de la novedad se encuentra entre líneas, ni falta hace cambiarla. La historia del grupo seguirá como años anteriores, vendrán juicios y descargos, reclamos y resignación. ¿Cambios? Habrá que ver y oír, hay tiempo.

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