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Korpiklaani y Týr: doble fiesta metalera

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El martes por la noche, el teatro Vorterix vibró con dos de las bandas más representativas del folk y viking metal respectivamente, donde los amantes del género sudaron de alegría inolvidable. Un combo acertado.

No fue pogo y furia, sino baile y alegría. No sólo se sintió eso cuando se subió al escenario Korpiklaani (unos expertos en la animación): también pasó con Týr. El debut de estos vikingos cosechó elogios por parte del público al punto que la hora y media del set alcanzó para satisfacer a la masa.

Por supuesto que la promesa de una nueva vuelta por parte del cantante y guitarrista, Heri Joensen, sumó a la causa. En su cruzada en esta tierras estuvo acompañado por Terji Skibenæs, que hacía cierta magia asgardiana con su viola; el bajista Gunnar Thomsen, poseedor de un particular carisma al igual que su barriga; y atrás en la batería a Kári Streymoy, un tanto tímido para esta primera vez.

El significado de Týr data del nórdico antiguo y es el nombre del dios de la guerra. Sus interpretaciones combinan el power metal con viking y voces limpias. Profesionales es el adjetivo para esta pandilla, porque durante buena parte del principio de la performance se encargaron que cada instrumento suene acorde; las señas y ajustes le sacaron brillo a canciones como “Blood of Heroes” y “Hold the Heathen Hammer High”.

El show iría de abajo a arriba en intensidad. El tercer tema, “Mare of My Night”, del último disco, «Valkyrja» (2013), daría inicio a esta escalada. Un punto máximo fue en “Hail to the Hammer”, donde los brazos del público levantaban un martillo imaginario al gritar el estribillo. Otra curiosidad fue que durante todo el concierto el frontman se encargaba de aportar un comentario entre cada tema y mantenía una botella de agua junto al manubrio del micrófono.

Apenas duró el intervalo para refrescarse en el baño, porque pocos minutos después Korpiklaani haría suyo el escenario del Vorterix y conquistaría (por tercera vez) la admiración de la audiencia.

Ciertas diferencias quedaban al descubierto. Por ejemplo, en Týr se canta a batallas y guerras mientras que en Korpiklaani se alaba a la cultura alcohólica y fiestera de las tabernas escandinavas.  Y si antes tuvimos a corpulentos vikingos con largar cabelleras rubias, cada miembro de la banda de folk metal finesa es un personaje muy distinto entre si.

Era increíble cómo el acordeón y el violín se complementaban con los fuertes machaques de guitarra de Cane Savijärvi, de aspecto rabinesco. Por su parte, el maestro de ceremonias, Jonne Järvelä (que cumplía años ese mismo día) se movía como un gato pardo y sacudiendo sus largas rastas. Temas como “Vodka”, “Levan Polkka”, “Rauta” y “Pellonpekko” animaron esta fiesta que tuvo muchos grandes momentos de euforia por parte de los fans, quienes no dudaban en cantar en un inentendible finlandés.

Ya en los bises y con la camiseta de la selección nacional puesta, Jonne cambiaría la letra de “Tequila” para cantar por Argentina y alimentar la siempre bienvenida demagogia. Además, y para sorpresa de los presentes, se dieron el gusto de interpretar parte de “La Lambada”, clásica canción latina popularizada por Los Kjarkas, pero en una versión pesada, por supuesto.

La energía desplegada tuvo su punto culminante en “Happy Little Boozer”, traducida como “feliz pequeño bebedor”. Sorprendentemente a ningún integrante de la banda se lo vio tomar alcohol sobre el escenario. Pero todos supieron que detrás, en los camarines, esperaban esos cuernos vikingos para beber listos para la otra fiesta que sería el after.

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Redacción ElAcople.com

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