RESEÑAS
Karamelo Santo en La Trastienda

La banda, que desde su base de operaciones en su casa de La Boca ya generó una gran movida de rock latino, brindó en su show de más de dos horas un verdadero baile popular, que cada vez va tomando un gustito más agradable y se agranda día a día.
Hubo varios invitados que se sumaron en algunos temas. Estuvieron Kapanga, La Zurda y Rey Caníbal, entre otros. El más destacado fue un personaje llamado Miguelius, quien demostró ser el único sampler que funciona a sangre. Adornó con estridentes efectos a “Adios gallina” y se llevó una gran ovación.
Por la paz
“Espero que la gente de Irak esté luchando y resistiendo con diginidad. Así como también, deseo que si algún día vienen a Argentina por nosotros, salgamos a pelear”, dijo GOY (voz y guitarra). Obviamente, el pedido de paz estuvo presente tanto en el escenario como en la gente. Es un tema que no se podía dejar de lado, y tuvo su momento justo antes de que comenzara a sonar “La Picadura”, canción que alude al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Baile popular
Los recitales de Karamelo Santo son una verdadera fiesta en donde cada uno puede disfrutar a su manera. Están los que bailan, los que poguean, los que miran, cantan, y los que suben al escenario. Todos en perfecta alegría y con buena onda. Un clima en el que da gusto estar.
Durante la noche se escucharon canciones de todos sus discos, pero con otro gustito ya que el grupo es cada vez más ajustado y profesional.
Después de una hora y media de recital, llegando a lo que parecía el final, empezó el momento del reviente, con los clásicos “Vas a volver”, “Tomate un vino”, “Los botones”, y el valls-ska “La kulebra”, en el cual, como siempre, subieron varias parejas a bailar sobre el escenario.
Luego, frente al pedido del público para que la fiesta siga, sonaron “Joint” y “Skalibur”, dando pie a los dos encargados de cerrar la noche, “Negro” y “Nunca”, haciendo que el telón se cierre al ritmo de la cumbia.
Una gran fiesta, con hermoso baile, alegría y contenido. Buena noche para Karamelo Santo. Es decir, mejor dicho, buen presente. Y todavía un futuro que se aproxima mucho más colorido e interesante.
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