
DISCOS
Jack White y la fábrica de riffs
Con “Lazaretto”, su segundo álbum solista, Jack White confirma por qué su nombre merece quedar grabado en la historia del rock.
Jack White parece empecinado en reinventar el blues. Como si fuera un viejo mueble antiguo, revive el género con varias manos de barniz, hasta dejarlo resplandeciendo nuevamente. En esta actualización quizás radique su mayor virtud; para los pesimistas que piensan que todo está inventado, White le da una vuelta más de tuerca.
El primer riff que dispara es de piano, pero logra el mismo gancho que su guitarra para abrir el álbum con “Three women”, una celebración arrogante de la poligamia: “Well, these women must be getting something ‘cause they come and see me every night” se pavonea el narrador a través de este blues-rock basado en “Three women blues”, de Blind Willie McTell.
Le sigue el tema que da nombre al disco, en donde White prácticamente rapea sobre el riff -acá sí- de guitarra. La canción llega a su climax con el solo, que recuerda a los mejores momentos de The White Stripes. También destaca el outro con arreglo de violines. Sus incursiones country-rock (“Temporary ground”) son tan cálidas y brillantes como sus más puros rocanroles, y le brindan un renovado oxígeno al disco (“Entitlement” es otro ejemplo). White nos traslada a su Nashville adoptivo y su voz aquí es puro confort, como una manta que nos cubre en pleno invierno.
Unos viejos diarios de cuando era apenas un adolescente sirvieron para varias de las letras del álbum. Algunos poemas que, según él, “no eran muy buenos. Fueron hechos por una persona sin ninguna experiencia en la vida, pero con mucho fuego interior”. De sus diecinueve años a hoy, ese fuego es lo que lo mantiene tan activo y le brinda ese plus pasional que se nota en sus discos. Sin embargo, a contramano de su verborragia compositiva, “Lazaretto” le llevó alrededor de 18 meses.
“Would you fight for my love?” es una balada que deriva en una psicodelia fantasmal extraordinaria (escuchen el clima atrapante que generan los teclados). “Can you ignore my love?” pregunta desafiante en el estribillo in crescendo de uno de los puntos más altos del disco. En “High ball stepper” ni siquiera necesita letra, Jack White arma un instrumental hendrixiano principalmente con su guitarra, que por momentos se inyecta de un riff casi stoner. El tema es el resultado de tres diferentes performances en vivo editadas en forma conjunta.
Jack White es un Willy Wonka al frente de su fábrica perfecta, pero en lugar de chocolates se erige probablemente como el mejor y más prolífico riff-maker desde Jimmy Page. Así y todo, nunca abusa de este recurso, no extingue su propia fórmula y marca registrada, sino que sus álbumes siempre se destacan (además) por su versatilidad. Con “Lazaretto” entrega otra muestra de su maquinaria magnífica.
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