RESEÑAS

It’s only indie rock & roll

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Como bien dicen los muchachos de THE KILLERS, “Indie rock and roll is what I want/ is in my soul”. Pero, como muchas palabras, el término posee varios conceptos o variantes. Primero se tiende a limitar el campo que abarca, y para eso es necesario el contrario: el mainstream, en este caso. La corriente principal, lo comercial o lo más conocido son, de por sí, cuestiones totalmente subjetivas. Pero si hubiese que definir al indie podría etiquétaselo como lo independiente, lo innovador, lo alternativo. Lo diferente.

La búsqueda de la diferencia a lo pre-establecido es un elemento característico de una etapa: la adolescencia. Momento errático si los hay, para algunos hermoso y para otros insoportable, o tal vez las dos cosas juntas. Tal vez por eso el indie pueda ser el primer refugio cuando uno se tropieza con los primeros destellos de la vida adulta.

Por eso no es de extrañarse que la cuarta edición del festival “Go to Indie, Go To Love”, organizada por Diegol Records, se realizara en el Buenos Aires Club (ex-Arlequines) el sábado pasado en un horario matinée: de 19 a 23 horas.

Desde la escalera se podía escuchar los agudos gritos de las primeras canciones del grupo INSUMICION. Al ver a su cantante, con musculosa a rayas y un jardinero con una mancha símil “sangre tras un cruel asesinato”, uno espera recibir algún golpe de una lata o botella arrojada desde el escenario. Pero no, los muchachos fueron todos unos señoritos.

“Burbujas para romper” llevaba un ritmo alegre por momentos y por otros parecía transformarse en el tema “Fashion”, de SMITTEN. Pero lo que parece nunca es, al igual que la adolescencia. “No quiero televisión”, amenazaban los INSUMICION en la canción “Civilización”, mientras el batero parecía querer fundirse con su instrumento a través de los golpes. La distorsión de las guitarras propias del rock, una voz que se perdía entre palabras y gritos como las del aquel viejo punk y hasta elementos del ska aparecieron durante una hora, convirtiendo el inicio en un regocijo para los ojos, a pesar de los tibios aplausos del público.

“Police on my back”, en la reversión en español del grupo BUZZER, sonaba mientras se preparaba el escenario para la próxima banda: METAMORFICA. Las voces de ALEJANDRA MARIONA y MARIELA TALENTO bien podrían ser la representación del canto de las sirenas de las leyendas, el mismo que encantaba a los marineros haciéndolos chocar sus barcos en los acantilados. Un cantar ondulante, que por momentos parecía estallar en ira, mientras JUAN MANUEL BREGLIANO, el bajista, tocaba casi poseído. El golpe que lograba traer hacia la realidad los pensamientos llevados por el canto fue acto de la certera y cortante batería de ADRIAN CARRION.

“Alpha” fue el corte de la densidad, con un sonido un poco más alegre, que los fanáticos de la banda con guardapolvos escritos festejaron al igual que todas la canciones. Al igual que INSUMICION, METAMORFICA dejó salir por un momento leves sonidos del ska y, en la mayoría de las canciones, el punk como en la melodía de fondo en todas las canciones.

Cambio de banda y llegaba KUAKER DOLL. El trío conformado por JULIETA en bajo y voz, GONZALO como la otra voz principal y guitarra y GUIDO en batería es básicamente punk, con algunos rasgos muy leves de metal. “Somos la peor banda del mundo/somos drogadictos homosexuales/afiliados al comunismo” dice mucho más que cualquier canción, pero parece ser ajena a un repertorio mucho más sensible, como en la canción “Dónde estarás”, donde la voz femenina da un toque de dulzura al sonido rígido de la guitarra y el bajo. Su último trabajo, “Mogolic Life”, es fruto de su trabajo independiente. Eso es pro… digo, indie.

El toque de queda iba acercándose. Pero el final no sería precipitado. UBIKA, banda que participó en tres temas en el compilado INVASION 2002, subió con vestuario propio: una especie de reversión de trajes militares, pero más minimalistas, negros con tiras rojas.

“Buenas noches, esto es Ubika”, saludó VALERIA MONSON (voz y guitarras), con una melena fucsia que pronto comenzaría a moverse. La introducción de “Cable al cielo” dejaba en el oído el fantasma de alguna canción del grupo INTERPOL. Pero los espíritus se disiparon rápidamente ante el sonido de la batería –MARCOS MORONELL- que lograba mover hasta las paredes, mientras HERNAN CAPOULAT (bajo) parecía perdido en los movimientos frenéticos de sus dedos.

Como no podía ser de otra manera, la banda final fue un ejemplo más de la mezcla. Acordes que bordeaban el rock y el pop, un sonido cargado de ira (como en la canción “Manifiesto”), el sentimiento de depresión y tristeza y hasta una canción acústica sobre el dolor del amor como “Sin Fotos” lograron conjugarse, sin opacar una cosa a la otra.

“Pasión suicida”, con el bajista cantando, y “Caja Negra” fueron el cierre de casi cuatro horas de música. Los asistentes, con su cd split “Un amiguito para jugar” de KUAKER DOLL y UBIKA de regalo bajo el brazo, se fueron contentos y sin mucho alboroto. Al fin y al cabo uno siempre necesita un pequeño obsequio. Como en la infancia. O, también, como en la adolescencia.

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