RESEÑAS
It’s only garage rock (but I like it)

El retro-rock, tan en boga en estos días, al lado de la música de los cuatro grupos que participaron del festival pasa a ser futurista. Es que en la Casa Cultural Argentino-Chilena, en San Telmo, hubo una noche repleta de guitarras usadas como armas de destrucción masiva, riffs primitivos al estilo THE TROGS o THE STOOGES, y esa plenitud que solo puede brindar el rock ´n´ roll cuando queda reducido a su mínima e irresistible expresión.
GUISO, proveniente de Santiago de Chile y debutante en la Argentina, abrió el festival pocos minutos después de las 2 AM. Como en HOLE, PIXIES, SMASHING PUMKINS, SONIC YOUTH y EL OTRO YO (CRISTIAN ALDANA estaba entre el público), en GUISO son todos hombres salvo la bajista, que no tuvo ninguna clase de ataduras para rockear tanto o más que sus compañeros. De todas las propuestas, tal vez fue la que más se acercó a la “modernidad” con su aproximación al rock alternativo de la década pasada.
CORAZONES MUERTOS, los representantes de Buenos Aires fue una grata sorpresa con sus pelos batidos y un vestuario espléndido (chaleco directamente sobre la piel de JOE, el cantante, jumper en su bella corista y hasta una gloriosa remera de MICHAEL MONROE usada por el baterista) hicieron excelentes versiones de “The KKK took my baby away”, “Born to loose” (festejadísimo) y “Jumpin’ Jack Flash”, además de temas de su disco Generación Perdida, con estribillos que decían cosas como “Viciosa, lo que más te gusta es tu cuerpo cuando goza”. Ideal para los fans de los NEW YORK DOLLS.
THE ROYAL SHAKERS, con MARCO BUTCHER, el líder de THEE BUTCHERS ORCHESTRA, en unos de sus varios proyectos solistas, se dedicó a hacer un blues aún más turbio que el de los bluseros del sello Fat Possum (¡R. L. BURNSIDE debería ser una estrella conocida en todo el mundo!) acompañado solamente por una percusión ínfima. ¿Cómo dos personas solas pueden hacer tanto ruido? Hubo algunos tramos que fueron arduos de disfrutar…
Luego de ver a MOTOSIERRA uno solo puede reclamar un inmenso operativo de seguridad… ¡pero para proteger a la gente de los músicos! Es una experiencia límite, shockeante, inolvidable y sumamente divertida.
La guitarra y el bajo desconocen los límites para el volumen, la velocidad y la distorsión, el baterista no toca su instrumento sino que lo ataca salvajemente y sin remordimiento, y el cantante simplemente es IGGY POP recién salido del túnel del tiempo, con el peligro que eso significa para la humanidad. Es decir, posee un salvajismo y una inconsciencia rayana a la locura que es irresistible: se mete en el pogo, se ahorca con el cable del micrófono, mete su cabeza frente al bombo de la batería, se toma la entrepierna y le muestra su trasero a los espectadores. Y en su mirada perdida arden mil infiernos.
Con performances así el boca a boca indudablemente convertirá en pocos meses a los uruguayos en una banda de culto en nuestro país. Se lo merecen.
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