OPINIÓN

Indio Solari, el artista atemporal

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De la mano de su nuevo disco, “Pajaritos, bravos muchachitos”, Indio Solari vuelve a bendecir a sus fanáticos. 

Estamos en la época en la que la concepción del tiempo cambió; el tiempo, de lo que está hecha la vida como dijo alguna vez Bruce Lee, se consume más rápido que nunca. Tan veloz es todo que las horas más que sucederse se superponen, y todos rezan por días que traigan al menos sesenta minutos más. No hay tiempo, se anticiparon los comerciantes de la música, para escuchar música; los discos tienen que ser cortos y simples. De media hora, de diez canciones. Y que estén en iTunes.

Pero hay excepciones, y conforman paradojas, porque los que serían los viejos constituidos de la música, los reyes de ella, pueden ponerse a la vanguardia de la tendencia y continuar sacando discos en un formato de libro, de una hora de duración, de doce canciones. Y nada simples. Y que exigen de eso que ya no hay, de tiempo, y de algo imposible: el ejercicio fantástico de ir hacia las costumbres del pasado, y dejar de pensar que la música es algo que nos hace más digeribles el trabajo, el estudio, etc.

“Pajaritos, bravos muchachitos”, como toda la excelente discografía de Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, nos obliga a volver años atrás y escuchar música tirados en la cama, sin más que mirar el techo, tratando de atrapar cada sonido, de navegar con cada melodía; intentado agarrar cada metáfora, cada imagen, cada pensamiento, cada idea de lo mejor que siempre tiene lo que lleva la firma de Carlos Alberto Solari: sus poesías.

Sería ocioso ponerse a hablar de este u este fragmento de esta u esta canción, ¿pero por qué tomar el ocio peyorativamente? Gustavo Cerati supo despotricar, con su consabida elocuencia, sobre esa concepción. Entonces digamos que no habría mejor tono para usar que el elegido por Indio para casi gritar en “A los pájaros que cantan sobre las selvas de internet”, y que no hay sonrisa que alcance para festejar esas imágenes que dispara con esos paréntesis tan suyos («Pepa le grita al dealer, con gesto inmoral») o cuando completa la descripción de una mujer que todos amamos («Baila con sus manos en los bolsillos traseros»).

Entonces hablemos de “Amok! Amok!” y la sanación por televisión, arriesguemos que “Chau, moicano” nos recuerda a Los Redondos, deseemos que venga ese mañana del que habla “Arca monster” y que “Cada pequeña muerte” nunca se termine. Y bailemos, cantando y chasqueando los dedos, con el estribillo de “Babas del Diablo”. Y, exclusivo para aquellos de corazón sensible, emocionémonos con la canción más linda del disco: “Había una vez”.

Reconocido hombre de cábalas seguir, Indio Solari sigue la más antigua de todas, la del número tres, publicando cada tres años un nuevo tesoro, el de sus discos. Y nos da una esperanza para continuar recuperando aquel tiempo perdido, una vez cada tres años; nos da algo más grande todavía, la seguridad de que al menos cada tres años recibiremos una bendición mágica y real. Será hasta 2016, entonces. Cuando la música, por un diciembre, deje de durar media hora, los discos vuelvan a ser libros y nuestro poeta preferido vuelva a encantarnos con sus fantasías.

*Ilustración por Javier Delestal.

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Redacción ElAcople.com

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