RESEÑAS
Huele a espíritu noventoso

Tal vez el regreso menos publicitado y menos esperado en la historia del rock argentino. Si hasta Sobrecarga tuvo más publicidad. Quizá eso coincide un poco con el espíritu de la banda. Un primer intento espontáneo e informal (además de breve), un show a la madrugada un día laboral y otro show en La Plata hace unas semanas. Todos saben que La Plata es un país aparte. Este era la chance para que todos puedan ver el regreso de la única banda que tenía que volver. Bueno, esa y Cienfuegos. ¿Los Brujos? No hacen tanta falta, pero pueden darle felicidad a mucha gente.
11 años pasaron de aquella despedida con lágrimas en el Show Center de Haedo. Entre aquel 1999 y este 2010 se dijeron pestes entre los músicos. Pero un asado, un show improvisado y ver videos viejos solamente para reírse parece que es la mejor cura. Sin marcas, sin ofertas millonarias. El gran “A ver qué pasa”.
Porque Peligrosos Gorriones nunca ganarán mucha plata y nunca serán. Vuelven porque sí, porque tiene que haber una banda así. Porque los Babasónicos cambiaron a Black Sabbath y el hardcore por las chicas de 15 con las hormonas alborotadas. Porque Massacre suena más en las secundarias que La Mancha de Rolando, Juana La Loca compone jingles de propagandas, Martes Menta y Tia Newton no existen más y está bien así. Porque necesitamos una banda eternamente joven, caótica, “loser”, vibrante que no le importe a nadie. Porque son nuestros Pixies.
El show fue en el marco del Código País. Un semi festival que no se sabe bien a qué apunta; igual pulgares arriba: promotoras regalando botellas de agua saborizada gratis, para los pibes(?).
Están todos, jóvenes; Bochaton cada vez con más entradas en el pelo, Coda, elegante y con actitud de “¿qué hago acá?”. Velásquez siempre concentrado y Karakachoff con su eterno corte stone sesentoso.
No duraron mucho, sólo tres discos. El primero, tal vez, uno de los discos más perfectos y redondos de los 90; las letras más crípticas e intrincadas. Dicen que jamás dieron un show como la gente; bueno, ellos no son gente como la gente. Y el público aún menos; el público under e indie más tribunero del mundo. No me vengan con ese invento del indie barrial de ahora. La gente quiere el caos; esa incertidumbre, la espontaneidad.
El público pide temas; si se los acuerdan bien y si no… también. “Trampa”, “Tesoro”, “Cachavacha”, “Serpentina”, “Me extingo”. No hay respiro, es un show que requiere alta condición física. Un pogo y mosh que no es del agrado de los de seguridad. Bochaton que regala el micrófono a la gente; letras que son trabalenguas; $10 para el que cante el estribillo de “Escafandra”.
Al final, después de hora y diez, la organización dice basta, les cortan todo y no le dejan hacer bises. Faltan clásicos como “El Bicho reactor”, “Siempre Acampa”, “Un ardiente beso”, “Por Tres Monedas”… La monada se enoja y destruye todo, al grito de “Destrucción”.
Al fin de cuentas una reunión inusual, porque nadie la esperaba, Bochaton está por sacar disco nuevo y cada uno tiene su proyecto. Por ahora, entonces, el plan es tocar cada tanto. Y electrificar un poco.
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión