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Hasta el mínimo detalle

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Hacer rock progresivo en pleno 2012 parecería ser algo suicida. En épocas donde la música se consume en formatos digitales mientras uno camina por la calle y las canciones que suenan en las radios repiten las mismas fórmulas, componer temas de quince minutos y obras conceptuales parece utópico. Incluso en el heavy metal se repiten estos mismos patrones. El rock progresivo está mal visto. Por suerte cada tanto aparecen bandas que le dan una vuelta de tuerca a esto. Opeth desde el lado más extremo y Porcupine Tree desde el lado más melódico. La vida hace que los líderes de ambas bandas trabajen juntos y visiten el país con poca diferencia de días. Esta vez nos ocupamos de Opeth .

La ventaja de los suecos sobre otras bandas, como Dream Theater por ejemplo, es tener un mejor acercamiento hacia la musicalidad que pide la canción en vez de enfocarse en el despliegue virtuoso de los músicos. No es necesario contar con interminables solos si la canción no los pide. El hecho de no ser tan accesibles y la combinación de voces limpias con voces podridas los ha mantenido como banda de culto.

Esta vez la excusa de la visita es la presentación de “Heritage”, disco que busca más en las raíces del rock progresivo de los 70 y abandona un poco el death metal. La primera parte del show, que comienza con dos del disco nuevo como “The devil’s orchad” y “I feel the dark”, transita por esta senda.. Si bien “Heritage” fue recibido de forma dispar entre los fanáticos, no parece serlo ante la respuesta de la gente, que también se divide entre lo que saltan y hacen palmas y les gusta agitar la cosa, y los que piden silencio para poder escuchar. El sonido es óptimo y claro, las canciones combinan momentos de distorsión con sutilezas armónicas. Es muy difícil seguirles el paso; incluso para la gente que quiere saltar o corear los solos. De todas maneras, todo es moderado; en definitiva es un público respetuoso que le importa más la música que darle un espectáculo a la banda.

El grupo ya se ha transformado en el pseudónimo de Mikael Akerfeldt; es el director de la orquesta y se encarga de los momentos importantes. Así mismo, el bajista y el otro miembro más longevo, Martin Méndez, se lleva la otra gran cantidad de aplausos de la noche. Cabe aclarar que es uruguayo. Mikael sabe que debe delegar tareas y Fredrik Akkeson es su mejor ala derecha, tanto que uno no piensa en la ausencia del histórico Peter Lindgren.

A diferencia de la visita anterior, esta vez el show está concentrado en los dos últimos lanzamientos de la banda, entre los que se destacan el homenaje a Ronnie James Dio con “Slither” y “Burden”, mechados con canciones de discos anteriores que siguen esa línea como “Face of Melinda” o “Windowpane”, del excelente “Damnation”. Claramente la banda entrega lo que ellos prefieren. Podrían tocar mayoría de temas de obras como “Blackwater Park” o “My arms, your hearse” y dejar a todos contentos. Pero claramente no les gusta el camino fácil. A partir de “Burden” el sonido es perfecto, por lo menos desde el sector derecho. Por fin alguien hace sonar al teatro como se debe. Tal vez porque el espíritu de Opeth está en los teatros.

En partes del show las influencias están a flor de piel. “The Lines in My Hand” es presentada como una de las favoritas de la banda, pero que no suena demasiado en vivo. Por melodía y el juego de teclados y guitarra es casi un homenaje a Jethro Tull y los más cerca de un hit que puede haber en el disco. “Folklore” rinde tributo justamente a la música tradicional sueca. Se podría resumir a Opeth como música tradicional + Jethro Tull + death metal. La ecuación justa.

Akerfeldt es un tipo charlatán, casi un Dave Grohl del heavy metal. “Ahora viene la parte que les gusta a ustedes” anuncia antes de “The Grand Conjuration” y “The Drapery Falls”, pudriendo y limpiando su voz como si se tratara solo de tocar un botón; y la gente dejando toda la furia contenida en el campo.

El himno de casi quince minutos marca el cierre de una jornada donde todo sonó como debería sonar siempre. Algunos no estarán conformes con el repertorio: se priorizó el disco nuevo y luego una canción de cada uno de los otros álbumes, exceptuando los primeros. Al tener canciones tan largas es muy difícil contentar a todos. Pero doce canciones, un gran sonido y una banda sólida siempre dejan contento hasta al más quejoso.

azafatodegira.com

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