RESEÑAS
Hardcore (a toda costa)

Hardcore, hardcore positivo, negativo, melódico, neoyorquino, bostoniano, straight edge, californiano, de la nueva escuela, de la vieja, emo, metal, y un largísimo etcétera de subtítulos, hacen que este estilo musical –por más que digan lo contrario- sea uno de los más fragmentados.
Recordando la noche del viernes, la previa en la puerta mostraba especimenes de distintos ecosistemas dentro del estilo. Por un lado estaban los que se parecían a TITUS – el simpático protagonista de la serie de FOX-, quienes serían los embajadores de la melodía. Más allá, las crews de OTRA SALIDA, con cuerpos tatuados y musculosas, cómo recién salidos de El Club de la Pelea. Y llegando a la esquina, los straight edge o positivos, según se los vea, ordeñando hasta la última gota de un cartón de leche de soja.
Falta de Speed pero no de velocidad
El comienzo estuvo a cabo de RECONCILE, jóvenes straight edges (movimiento que se basa en cuatro principios: no drogas – no alcohol – no promiscuidad – no apuestas, y en algunos casos practicantes de vegetarianismo o veganismo), todos con sus “X” en los puños (marca que se utilizaba en los show de los primeros días en USA, con el cual marcaban a los menores identificándolos de esta manera para no venderles alcohol), hacían gala de su HC de la vieja escuela, con similitud a BATTERY.
Todos sus temas no pasan de los dos minutos de duración y sus líricas son basadas en su estilo de vida. FEDERICO y los suyos se despidieron festejados con la versión de ”New direction”, de los GORILLA BISCUITS.
Un cambio de 360º, tanto en el escenario cómo en el público. Llega el turno de OTRA SALIDA, hoy por hoy la banda que está sonando más pesada en la escena. Con sus crews con aires neoyorquinos apoyando a pleno, bailando de una manera ¿afectuosa?, en lo que se podría calificar cómo un “Cabo Cañaveral” de golpes, además del infaltable mosh, el floorpunch (tirando golpes de puño hacia el piso), y las rondas de slam.
Aquí las letras hablan de la calle, de las traiciones y de las falsas amistades. Títulos tan representativos cómo ”Sin respeto”, ”Sin sangre” y ”Tiempo de continuar”, demuestran su enojo en las letras.
MARCOS –el cantante- es una mole de 110 kilos, al que es mejor tenerlo de amigo. Hace chistes todo el tiempo y da ofrendas a sus seguidores como remeras y una tabla de skate, disputada entre unas chicas ahí presentes. Su parte coveril, fue con ”Hasta el final”, de DIFERENTES ACTITUDES JUVENILES, otra leyenda local.
El resto fue fiesta.
La frutilla de la torta estuvo a cargo de una de las bandas más viejas de la escena. RESTOS FOSILES, de la mano de MANE –un especie de Guilligan con micrófono y movimientos de mimo callejero pero sin pintura-, acompañado de una pandereta y simpáticos pasitos de baile, le dio color y alegría al escenario, bajando un poco la temperatura y los decibeles creados por la anterior banda.
Todos se saben las canciones y las cantan. La batalla campal se suplantó por un baile más ameno, aunque el frenesí vuelve de a ratos. No hace falta que avisen que la primera canción es ”Cicatriz”, ya que los primeros acordes ya la delatan. Un corazón herido y un tabique de platino parecen ser las mayores influencias de la banda.
Bases simples donde la guitarra de MATIAS -perfectamente se podría llevar el primer puesto en el ranking de los MIKE NESS (SOCIAL DISTORTION) argentinos, aunque sin tantos tatuajes- despide pegadizas melodías, y a quien no parece importarle demasiado que alguien del público se caiga encima mientras sigue tocando y acompañando con las voces.
El show continúa su recorrido –cómo los antiguos skates ochentosos con forma de lápida-, mientras que el coro del público entona:”Más de mil mujeres han pasado, solo una a quedado…”, acompañados con el bombo de la batería que marca el ritmo de ”Don Juan de Marco”, sin necesidad de que MANE utilice sus cuerdas vocales. Volviendo a los gloriosos ochentas, los aires ”TSOLeianos” de ”Nuestros caminos”, en ritmo de la vieja escuela de la soleada California, propuso que el baile aumente.
Un atento fotógrafo de reconocida revista de actualidad, marca el ritmo en los parches, mientras que el RAFA –a quién se le desconoce otra actividad- se encarga de las cuatro cuerdas. Esto sumado a lo miembros anteriormente nombrados, dan como resultado algo tan original como lo es RESTOS.
La gente no se quiere ir, las despedidas duelen, mientras que ”Fósil”, sobre el final de la fiesta, y ”3 décadas” son los últimos vestigios de sonido que se escapan por la húmeda noche porteña en San Telmo, en búsqueda de alguna bebida o algún lugar donde terminar la noche.
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