RESEÑAS
Hangar encadenado

El paisaje del cual participa el lugar es peculiar. Para empezar, como si el destino, irónicamente, los hubiera juntado, yace un boliche de cumbia justo al lado de este local donde gigantes de la música local y de afuera han sacado a pasear algunas de sus melodías.
La ruda caricia de la brisa veraniega arranca algunas gotas de sudor y, casi como una sugerencia, hace pensar que podría venir bien ir a dar una vuelta antes de abandonarse en la sesión de punk rock. En la esquina donde se lo puede ver a PEPE CARBALLO -baterista de FLEMA- degustando un hamburguesa de dudosa procedencia, grupos de púberes deambulan vestidos con remeras de los SEX PISTOLS, THE RAMONES y los HOSEN, entre otros.
Luego de atravesar el portón principal, todo se convierte en algo mucho más homogéneo y las personas se convierten en público. En el escenario toca THE CASH, que sin hacer demasiado alboroto, precede a LEJANA, BIZARRO y LAMENTO INDIO que, por decirlo de alguna manera, tampoco lograron movilizar a las masas.
Ahora sí. Es la una y media y los plomos ya sacaron ese micrófono de más y desarmaron la batería de los soportes. Se apaga la luz y los ojos se enceguecen. Ni siquiera se ven los coloridos trapos que expresan el cariño de los seguidores hacia el trío formado a fines del año 1990. Pero de golpe, el escenario se ilumina y ahí están ellos: HERNAN VALENTE en guitarra y voz, EDUARDO GRAZIADEI en bajo y coros y DAMIAN BISCOTTI en bata; El Vala, Edu y Chino, respectivamente.
Empieza a sonar la viola de “Secretaria de turismo” y una cabalgata de agitadores fuera de sí arrastra a los más distraídos en dirección al escenario. Luego de un verdadero descontrol los dos que tienen acceso a los micrófonos agradecen las banderas y se confiesan sorprendidos en cuanto a la vasta concurrencia.
A pesar de algunos acoples importantes en el bajo y los micrófonos, el clima es bueno y permite el desenvolvimiento de los tres músicos que, a fuerza de quintas distorsionadas y una batería que alterna los ritmos constantemente, tocan, entre otras, canciones como “Fiel Soledad”, “Como Poder”, “Malas Costumbres” y “Por Qué”.
Luego de una hora de presentación y después de tocar “Si me ves” ante un público realmente exultante, se produce un corte abrupto y los muchachos acreedores de cinco trabajos discográficos se van detrás del escenario sin dar explicación alguna.
Pasan no más de diez minutos y, para la tranquilidad de varios, reapresen vestidos de remera y zapatillas luego de cambiarse el característico atuendo conformado por corbata, pantalón y camisa negra.
Nuevamente inmerso en el espectáculo, el “VALA” empieza a vociferar “ya ni de afuera nos dejan mirar, hay tanta niebla instalada en este lugar…” y luego de una violenta entrada de batería tocan “Sobrevivir”. Después de una seguidilla de canciones bien conocidas, EDU anuncia el final del recital pero no sin antes agradecer a la concurrencia el cariño emanado. Los instrumentos escupen “Dispara” y, como si eso fuera suficiente, las luces se encienden y las puertas se abren.
El público, escéptico acerca del final que no lo conforma en plenitud, aguarda y, presionando al trío con algunos cantitos, los obliga a cerrar la noche de una manera más propicia. Salen, hacen “Te acordarás de mí” y “Los chicos lloran igual” y ahora sí es el final.
A base de letras nutridas de angustia, dolor y depresión causada por la cruda realidad del país, CADENA PERPETUA demostró que no les es difícil hacer pasar un buen rato a sus seguidores, pero también que musicalmente pueden dar mucho más.
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