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Gracias por la magia

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Avantasia, el ambicioso proyecto de Tobias Sammet, regresó a Buenos Aires para hechizar a un Teatro Flores lleno. Por 3 horas se montó un monumental espectáculo de ópera rock con más de 10 músicos en escena; un verdadero seleccionado de power metal.

Sólo Tobías Sammet pudo convertir una noche de martes en una de viernes. Esto lo dijo él mismo sobre el escenario promediando el show, al ver la respuesta que iba teniendo del público. Venía de interpretar “What`s Left of Me” junto a Eric Martin (Mr. Big) y, a decir verdad, en esos 50 minutos que redondeaba de recital ya los tenía comprados a todos.

Pero de igual modo Avantasia había prometido un largo set que abarcó 3 horas de concierto a pura energía, cosa que cumplió a rajatabla. Y de la mejor de las formas, ya que el teatro Flores respondió con creces al sonido de este súper grupo en vivo.  También sirvió de complemento una espectacular puesta escenográfica y de luces, elementos que estuvieron perfectamente encajados para que el nivel no decayera en la extensa jornada.

La aventura comenzó a las 20:30 con las mismas canciones que empiezan su último disco, “The Mistery of Time” (2013): “Spectres” y “The Watchmakers´Dream”. El talentoso vocalista se nutrió de la arenga del público desde el primer segundo e inmediatamente se sacó su galera para moverse más cómodo.  En su tarea lo acompañaron, en todo momento, los coros de Amanda Somerville y Thomas Rekkte. Este último se rebeló de gran forma al cantar “Scales of Justice”, y afirmar que no era un simple corista. Somerville tampoco se quedó atrás en aportar su bella voz en “Farewell” después de los bises. Ella fue una de las más ovacionadas por los presentes.

En Avantasia no hay que hablar de temas, sino de piezas. Piezas de ópera rock, algunas de 10 minutos promedio de duración, con sus climas, melodía y distorsiones –gracias a monstruos de la guitarra como Sascha Paeth y Oliver Hartmann– pero sin dejar de lado el rock pesado que es de donde todos estos músicos vienen. Así, resaltó una majestuosa versión de “Savior in the Clorkwork” y una emocionante de “The Scarecrow”. “Breaking Away” y “Shelter From the Rain” provocaron un estallido de potencia junto a Michael Kiske (ex Helloween).  Quizás, el punto más relajado fue el de “In Quest For”, cuando Sammet se acopló al genial Bob Catley (Magnus) en la fantástica balada.

Para que todo viaje fluya es de suma importancia la base. Por eso, en este “Mistery World Tour” –que trajo al grupo por tercera vez al país- contó con Felix Bohnke en batería, André Neygenfind en bajo y Michael Rodenberg en teclados, además de los 3 cantantes antes mencionados que se intercalaban con la voz troncal (Tobias). En este sentido, es admirable que la fórmula y cantidad de voces no saturó la performance, ya que los mismos estuvieron bien repartidos y en los momentos justos.

Cada uno de ellos fue presentado como es debido ante los espectadores pero, segundos antes, hubo un amague con la intro de “Holy Diver”, de Ronnie James Dio, de manera que el público se quedó con las ganas de escuchar ese cover completo cantado por el líder de Edguy.

El carisma de Sammet y su verborragia frente al escenario, prácticamente, compraron a los presentes: bromeaba entre temas, y hasta agarró un gorro de lana que le lanzaron y se lo puso al calvo guitarrista Hartmann.

Para el final se guardaron las joyas de la primera etapa de la agrupación: “Avantasia” y la épica de 14 minutos “The Seven Angels”, que sonó entera. Ya en el broche de oro, todos los músicos se unieron para interpretar “Sign of the Cross”, a la vez que Tobias prometía volver. Así fue que, de a poco, el teatro Flores iba despertando de un sueño (despierto) de 3 horas a pura magia musical. Esos que quedan guardados para siempre en la memoria.

*Fotos por Fernando Fernández

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Redacción ElAcople.com

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