Gracia, amigo

Apenas pasaron las nueve de la noche, JÓVENES PORDIOSEROS salió de los camarines y arrancó el show con “La banda que no duerme”. Luego, pegado a éste, hicieron “Quiero más”, “Hijo del oeste” y “Voy borracho”.

El escenario lució una enorme lengua de THE ROLLING STONES con el símbolo LJP en la cima de la misma. A los costados, había dos pantallas gigantes que fueron mostrando distintas imágenes y videos.

Hubo más de una constante que se repitió durante la noche. Una de estas fue la de invitar músicos amigos a tocar. A los costados de la banda se podía ver a un gran número de personas charlando, tomando algo, escuchando el show y esperando el llamado del grupo para unirse al recital.

Así, en el siguiente orden, pasaron por el show:

SARCO de ROCAS VIEJAS, con el que hicieron “No la quiero dejar”.
MANU de MANCHA DE ROLANDO, en “Bailando”.
RICHARD de BARRIOS BAJOS en “Funeral”.
FACHI de MOTOR LOCO, en “105 y 3” y “Te la regalo”.
MARTU de MADISON, en “Balada pordiosera”.
CLAVO, “un amigo de la banda”, en la versión de “Ruta 66” que hicieron.

Cuando MARTU, una joven que cantó muy bien y que se presentó con un lindo vestido, terminó de hacer lo suyo, TOTI, cantante y líder del grupo, le agradeció al público: “Gracia, amigo, por el respeto con la dama”.

Seguramente, temía que la monada se hubiese descontrolado al punto de arremeter contra el escenario y ultrajar a la cantante.
Acto seguido, el mismo TOTI continuó el concierto entonando los versos de “Dosis”: Cómo me gustan tus pechos, nena,
los chuparía como a una sandía.
Te tocaría hasta hacerte llorar.
Sé que te gusta estar en cuatro.

Otra de las constantes que se repitió durante la ejecución de las canciones fue la de mencionar nombres de barrios en el medio de las mismas. Así, por ejemplo, se escuchaba la letra de “Pegado” de este modo: “Me gusta más ¡LONGCHAMPS! que el gusto de la sal ¡LA SALADA! Me gusta más ¡TORCUATO! que el sol a la mañana ¡VILLA CELINA!”.

Promediando poco menos de la mitad del recital, TOTI, de algún modo, terminó con la existencia de la lista de temas previamente armada, y entonces empezó a tocar lo que le pinte; él pensaba, decidía y les pasaba el dato al resto de la banda, que actuaba en consecuencia.

Se escucharon varias versiones de temas de otras bandas: “Intoxicado”, de VIEJAS LOCAS, “El centauro”, de RATONES PARANOICOS, “Espadas y serpientes”, de ATTAQUE 77 y “Satisfaction”, de THE ROLLING STONES.

También se escucharon gritos de histeria y pasión de las admiradoras de TOTI: “Te amo”, “Te como todo”, “Te parto”. Una, demostrando también cariño: “Dejá de tomar que te vas a morir, por favor”. Y otra, valiéndose de sus conocimientos de NBA, tiró cuando lo vio tocar la armónica: “¡MVP, MVP, MVP!”.

Promediando el último tramo del concierto, TOTI, que demostró que es un gran showman, bailando y agitando sin parar, decidió subirse por los andamios de la escenografía y cantar y bailar trepado a lo más alto de los mismos. Más de uno temió lo peor, pero por suerte salió ileso de la aventura.

Antes de hacer el final, la banda dejó de tocar; PEDI, el guitarrista, y SIKUS, el bajista, se sentaron próximos a la batería de CHORI. Y TOTI habló: “Hace unos días nos dijeron que tendríamos que suspender el recital porque no se vendieron entradas, que no se iba a llenar. Pero nosotros tocamos igual. Creemos en lo que hacemos, no le mentimos a nadie”, dijo en relación a que la venta de entradas estuvo muy lejos de lo esperado. “¿Cómo no vamos a tocar igual? Una vez tocamos para tres y nosotros éramos cuatro”, remató.

Finalmente, se despidieron con “Todavía no puedo olvidarte”, “Ruta 66” (como se dijo, con el amigo CLAVO que demostró, cuando el micrófono funcionó, una buena voz, grave y potente) y “Dale que va”.

JÓVENES PORDIOSEROS se presentó en Obras y cumplió con lo que se espera de ellos. Una y otra vez, TOTI agradeció al público por el aguante, por aplaudirlos, por ir, siempre con su recurrente “gracia, amigo”.
Seguramente, los próximos conciertos de la banda se hagan en lugares de menor convocatoria, pero no por ello dejarán de ser diferentes. Al menos pareciera que no hay indicios que permitan pensar lo contrario.