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Gente común

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Fito Páez cerró su gira por el vigésimo aniversario de “El Amor Después Del Amor” con un concierto a sala llena en el Luna Park, el viernes por la noche.

“Nadie puede y nadie debe vivir sin amor”. Uno siempre escucha música, y aunque puedas identificarte con una letra, realmente no te están cantando a vos. Son historias personales del artista con las que uno se relaciona. Fito Páez debe ser de los pocos que realmente te canta a vos. Tal vez es por eso que los 20 años del disco más vendido de la historia argentina sea algo significativo. Tal vez justamente por eso es el más vendido. Entre tantas personas llorando por amor, ¿por qué no alguien que lo celebre?

Dos muestra de amor hay antes de empezar el show: la dedicatoria a Gerardo Gandini, eterno colaborador del rosarino y fallecido ese mismo día, y la entrega de un souvenir inesperado; nada más y nada menos que un disco nuevo llamado “El Sacrificio”. Porque no es necesario un gran lanzamiento o disponerlo de forma masiva si hay necesidad de dar vida a nuevas canciones.

Pero 21:20 se apagan las luces, empieza el famoso loop de batería y el público ya está entregado. No hay sorpresas ya que todos saben bien que (y en qué orden) van a escuchar las canciones, por lo que queda es una especia de celebración religiosa, y el tema inicial no es otra cosa que una especia de góspel de redención. Hay algo eterno en las palabras de este disco. En épocas de Graduados y nostalgia, esperaba ver un auditorio repleto de gente que iba a la secundaria en 1992, que había estado en alguno de los Gran Rex o en los Vélez, tratando de añorar esas épocas. Pero en su mayoría encontré gente que era muy joven en 1992, o que incluso no había nacido. Siguen “Dos días en la vida”, “La Verónica”, “Tráfico por Katmandú” y sobre todo “Pétalo de Sal” y entiendo la trascendencia de Fito; le habla a la persona común. La de la facultad, la del trabajo de oficina, la que toma cerveza y fuma en los bares los sábado por la noche, la chica que vive eternamente de novia, la del chico que fumaba marihuana a los 18 y soñaba con lograr o cambiar algo, y que ahora cada tanto lo sigue soñando. Tal vez si lo tuyo es Slayer o Miles Davis no lo entiendas del todo, pero hay un mérito muy grande en esto.

Hay canciones que en vivo no se trasladan del todo bien (“Sasha, Sisi y el círculo de baba”), hay otras que ciertas limitaciones sonoras y vocales debido a la edad de Fito, jamás tendrán la fuerza original (“Tumbas de la gloria”) y otras que funcionarán siempre y quedarán siempre bien paradas (“Un vestido y un amor”, “La rueda mágica” y “A rodar la vida”) y aunque la deteste y ya no la soporte, “Brillante sobre el mic” también se agranda. Tal vez la que más se agranda durante la noche. Y para el incondicional están “Creo”, “La balada de Donna Helena” y “Detrás del muro de los lamentos”, esas que no lograron destacarse del todo frente a semejante avalancha de canciones, pero que tienen el mismo mérito. Catorce canciones de las cuales diez son hits gigantes y cinco o seis son algunas de las composiciones más importantes del cancionero popular nacional. Traten de conseguir algo parecido.

Y como si ahí se le acabaran las canciones, Fito vuelve solo, a su piano. Y están “Cable a Tierra” que se transforma en “Y dale alegría a mi corazón”, y de vuelta, me impacta lo que produce en la gente. Pero por suerte también puede ser un poco mala onda en “Ciudad de pobres corazones” y “Polaroid de locura ordinaria”. Porque no es todo optimismo y belleza. Hay enojo, furia y frustración todavía. Y aunque uno trata de mantenerse al margen y ser objetivo, Fito dice “A veces creo menos en las palabras, pero de estas todavía estoy orgulloso”. Y empieza con “Al lado del camino” y ese tema me toca. Soy uno más de ellos. Con mi bolso de Motorhead y tatuaje de Einsturzende Neubauten. Todos somos gente común.

Pasan dos horas y media que terminan con “Mariposa Tecknicolor” pero la gente no se va y ese canto de dale alegría a mi corazón resuena más fuerte que nunca durante cinco minutos. Y Fito vuelve (en bata) y propone sacar “El diablo de tu corazón”, cosa que ni él puede hacer realmente, porque tal vez él es el más común de todos los que están ahí. Un tipo con altas y bajas, que ha amado y odiado, sufrido y gozado, y ha tratado de llevar lo mejor posible esta existencia y dejar algo en este mundo. Igual que vos.

*Fotos por Guillermo Coluccio

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